Opinión
El ingreso básico cada vez más lejos de las necesidades de los trabajadores
El Secretario General de ATE, Rodolfo Aguiar, opina sobre el Consejo de Salario.
En los últimos diez años, el funcionamiento del Consejo de Salario ha contado con numerosos límites y falencias. Entre ellos pueden señalarse, la insuficiencia del Salario Mínimo, Vital y Móvil (SMVM) para garantizar el acceso de todos los trabajadores a una canasta mínima de bienes y servicios; la falta de contemplación de millones de trabajadores que se encuentran afuera de su aplicación; la ausencia de una pauta objetiva que sirva de referencia para su determinación; la ineficacia a la hora de fortalecer los ingresos básicos de otros convenios y el funcionamiento esporádico del referido Consejo, cuya convocatoria depende de la decisión política y arbitrariedad del Gobierno de turno.
Estas limitantes para esta herramienta, se agravan en el contexto político e ideológico actual, ya que se caracteriza, entre otras variables, por las siguientes:
-Impulso de un ajuste estructural del nuevo Gobierno Nacional.
-Persistencia de altos niveles de inflación.
-Promoción de despidos en el sector público y la desaparición de áreas y programas enteros.
-Incremento de los despidos y suspensiones en el sector privado (metalúrgicos, automotrices, construcción y petróleo).
-Avance de las acciones de represión y criminalización de la protesta.
-Conociendo el resultado del reciente encuentro del Consejo, es importante reafirmar la plena vigencia de las demandas que hemos sostenido durante los últimos años.
1) El monto del SMVM debe seguir incrementándose de manera sustancial y urgente. En la actualidad se encuentra, en términos reales, en los niveles más bajos de la última década. Si aumento en los últimos años, no alcanzó para equiparar el incremento de los precios y ha perdido poder adquisitivo constantemente.
En el último año el SMVM cayó un 4,4% en términos reales, consolidando una baja iniciada en el año 2012. Actualmente su poder adquisitivo es el menor desde el año 2006.
2) El SMVM debe cubrir la totalidad de las necesidades productivas y reproductivas de los trabajadores. Este salario constituye la suma mínima que permita satisfacer un conjunto de necesidades básicas, entre las que se encuentran según el Artículo 14 bis de la Constitución Nacional, la alimentación adecuada, vivienda digna, educación, vestimenta, asistencia sanitaria, transporte y esparcimiento, vacaciones y previsión.
El Salario Mínimo debería, entonces, estar relacionado con el costo de la Canasta Básica de bienes y servicios que necesitan un trabajador y su grupo familiar.
3) El SMVM debe incluir a la totalidad de la clase trabajadora. En mercado laboral en nuestro país coexisten trabajadores que cuentan con un marco de protección normativa de sus derechos, otros a quienes sus empleadores no garantizan los pisos legales mínimos, y otros que ni siquiera son reconocidos como tales. Encontramos trabajadores registrados y no registrados en el sector privado, cuentapropistas, desocupados y distintas formas de contratación en el Estado.
Esta fragmentación provoca que, a pesar de su insuficiencia, el salario mínimo no sea percibido por una gran cantidad de trabajadores. La última información oficial (INDEC) data del segundo trimestre del año 2015 y permite apreciar que el 35% de los ocupados tenía ingresos mensuales por debajo de SMVM (que en aquel momento era de $4.716).
4) El Consejo del SMVM tiene que contar con mecanismos institucionales de funcionamiento permanente y continuo. En la última década el Consejo del Salario se transformó en una herramienta para cerrar las negociaciones salariales, pero su funcionamiento estuvo ligado a la decisión política del Gobierno Nacional y no a mecanismos institucionales que garantizarán la participación de todos los actores sociales y posibilitarán su funcionamiento continuo.
De esta manera, el Consejo del Salario sólo se limitó a fijar arbitrariamente el monto del salario, sin avanzar en otras dimensiones que también forman parte de sus objetivos. Por ejemplo, uno de los aspectos más urgentes debería ser la determinación de la composición y el valor de la Canasta Básica, pauta objetiva ineludible para fijar el salario mínimo.
Para concluir, el ámbito del Consejo del Salario aún debe recorrer un largo camino para cumplir con el mandato constitucional de establecer un Salario Mínimo, Vital y Móvil que garantice las necesidades básicas de los trabajadores. El papel de este Consejo está debilitado significativamente en su papel de impulsor de los ingresos de los trabajadores.
Desafortunadamente, las primeras medidas adoptadas por el Gobierno Nacional no están orientadas a vigorizar el rol institucional del Consejo del Salario, sino más bien en su utilización para precarizar aún más a los trabajadores, tanto en el plano individual, como en el colectivo.
Preocupan términos que se vuelven a utilizar en el Ministerio de Trabajo, como productividad, ausentismo y límites al ejercicio del derecho de huelga.
El principal desafío que enfrenta el movimiento obrero en la actualidad, es el de lograr el máximo grado de unidad posible para enfrentar y poner freno a quienes impulsaron un shock de despidos en el sector público, convalidaron numerosas medidas de ajuste y promovieron cambios económicos que afectaron los ingresos de los trabajadores, generando una masiva transferencia de recursos hacia los sectores concentrados de la economía.
Rodolfo Aguiar.
Secretario General de la Asociación Trabajadores del Estado (ATE) de Río Negro.-
Opinión
Las Universidades, para qué?
Nota de opinión por Federico Vasches, integrante del Observatorio de Políticas Públicas y Sociales de Río Negro.
En estos días es habitual oír los problemas que enfrenta el sistema educativo, por el desfinanciamiento que está sufriendo.
Y rápidamente podemos preguntarnos cuál sería el problema y por extensión, por el rol clave que deberían cumplir, en especial las universidades.
En primera medida servir de espacio de contención socio cultural para quienes pretendan formarse y contar con nuevas herramientas para avanzar en la vida, y segunda y quizá tenida menos en cuenta, generar conocimientos valiosos para la comunidad en su conjunto.
Si hay algo que uno espera de la educación superior, (de las universidades) ese lugar donde se produce el conocimiento, es que corran los límites, que vayan más allá, que incomoden todo aquello que sea necesario para poder avanzar.
En este sentido, las ciencias sociales, esas con las que convivimos, ya que nos revisan en eso que nos define como sociedad, como individuos y como humanos, tendrán mucho para aportar.
Claramente el estado, pero no únicamente el nacional, decide qué financiar y por ende qué no. Pensemos por un momento un gobierno provincial e inclusive algunos gobiernos locales (municipio y comunas), financiando proyectos de investigación en la creencia y seguridad de que eso que se investigue, aportará nuevas ideas, conocimientos y herramientas para su gestión.
Pero claro, hoy pareciera que las cosas son distintas. Quienes ocupan cargos de gestión, con su trabajo cotidiano nos responden a la preguntá ¿qué se hace?, ya que es su cotidiano. Mientras que quienes investigan en políticas públicas, ciencias de la administración y todo lo referido a la administración pública, nos responderían a ¿qué se podría hacer?
Hay algo hasta increíble en la separación que tiene hoy la academia con la gestión gubernamental, los investigadores en lo estatal por un lado y los cargos electivos y funcionarios por otros. Si bien son dos conocimientos diferentes, el que se consigue estudiando y el que se consigue haciendo, en algún momento deberían encontrarse.
Pero claro, quién financiaría aquello que lo incomode, que lo exhiba, que revele sus falencias, inclusive aparece cierta complicidad por parte del sistema ya que esos avances pueden a las claras incomodar la capacidad de gestión de quienes ocupan cargos en las propias instituciones educativas.
Complicidad de dos lados, dos caras de una moneda que lógicamente no se encuentra, más que en un borde que investiga y aporta sobre cosas cómodas, relatos de una historia sabida y que recopila los datos ya conocidos.
En esa misma rueda, los trabajadores de la investigación atrapados, ya que se les reconoce y se los obliga a investigar y se les financia aquellas cosas que no molesten.
Existen problemas de financiamiento, claro, pero ojo no son los únicos.
Si queremos salir de los problemas que presenta el sistema, sin salir del sistema, deberemos cambiar lo que se deba, corregir lo que se necesite y abrir las administraciones.
Conseguir que política y conocimiento se amiguen, caso contrario el pozo será cada vez más hondo y la falta de dinero, pasará a ser, el menor de los problemas.
Federico Vasches
Integrante del Observatorio de Políticas Públicas y Sociales de Río Negro.
Opinión
Del otro lado, nosotros
Nota de opinión por Federico Vasches, integrante del Observatorio de Políticas Públicas y Sociales de Río Negro.
En estos tiempos tan veloces de vivir, son pocos los momentos en que nos detenemos a tratar de comprender qué nos pasa, más allá del bolsillo.
Ahora es fácil confundir el síntoma con la causa, la consecuencia con la fuente del problema. Seguir discutiendo en circularidad de lo obvio: el dinero no alcanza. Cuando, en realidad no somos capaces de repensar qué es lo que genera la situación.
Entonces traigo tres dicotomías tan vigentes y actuales (y pasadas, si lo son), como necesarias para incorporar, quizá mate mediante en un momento de reflexión:
La primera responde a la pregunta, ¿dónde estamos?
Rápidamente comprender que estamos inmersos en un sistema democrático, que es abonado por todas y todos, ejercido por las instituciones del estado, pero que muchas veces quien gobierna, impone, crea y establece las condiciones de gobernabilidad, traza las políticas e inclusive el plan de gobierno, es el poder económico privado. Nacional e internacional.
Lo que quiero aportar aquí es esta dicotomía de los “jugadores” de adentro y de afuera del sistema. Vecinas y vecinos serán de afuera, pudiendo aportar con sus participaciones a quienes sí están adentro, la clase dirigencial, políticos y funcionarios públicos. Pero ojo, no seamos tampoco ingenuos, porque quizá hasta ellos mismos, están afuera del sistema de decisión, del poder real. Su único diferencial es conocer el sistema, ser conscientes de su lugar y cumplir con su papel, hacer como que deciden, emular que pueden, abonar alguno de los dos lados de una grieta que no existe como tal.
Para la segunda pregunta, debemos pensar, ¿qué nos ofrecen?
Es que claro, si ellos que son quienes ocupan los cargos públicos, que los elegimos para que gobiernen, no pueden hacerlo porque a su vez son condicionados por los poderes económicos concentrados nacionales, qué nos queda esperar a los demás?
Por lo pronto comenzar a comprender esta segunda dicotomía en la que usualmente nos empantanamos al momento de relacionarnos con ellas/os, y que comprenderla nos dará la libertad de saber qué se nos dice. Esta dicotomía es doble, ya que confundimos los productos del accionar del estado con resultados de la política pública desarrollada y a la vez, el diagnóstico de la situación, con la posibilidad real de avanzar y construir propuestas.
Daré un breve ejemplo: una campaña de vacunación que alcance las 50 personas diarias evidentemente da cuentas de un trabajo (producto – personas vacunadas), pero no de un resultado ya que desconocemos el punto de partida, la situación problemática que se pretendía abordar y acaso el nivel de esfuerzo institucional comprometido y previsto (¿qué tasa pretendíamos mejorar con la vacunación? ¿Queríamos vacunar 50 o quizá el doble y no pudimos?). En este mismo sentido el diagnostico es necesario para saber dónde estamos, qué nos falta, cuál podría ser un punto de partida. Pero solo es eso, un estado de situación. Se requiere entonces avanzar, trascender, comprender que eso es la base a considerar para planificar propuestas que mejoren ese punto de partida. El diagnóstico lo podemos compartir casi todos, pero el plan de acción seguramente tenga lógicas y necesarias resistencias.
Para la tercera pregunta y la más complicada, debemos enfrentar un, ¿qué necesitamos?
Claramente es mi opinión, y parte de considerar que la mejor manera de cambiar las cosas, es participando activamente, conociendo las reglas y teniendo las herramientas y recursos contextuales para ser parte de una construcción que permita dar discusiones, debates e incidir en el diseño y ejecución de lo público.
Por ello, la tercera dicotomía propone que no necesitamos mártires, sino líderes. Esa idea remanente de los héroes en la historia que lo han dado todo por la liberación de los pueblos, de alguna manera invita a pensar en luchas colosales y sobresalientes de pocas/os iluminados y claramente la historia argentina de los últimos 200 años da cuenta que, si a esos proyectos no se los nutre de ideología de compromiso, se los oxigena con carne y participación, mueren antes de iniciar, o se extinguen con su fundador.
Aquí aportar otra dicotomía que se desprende del sistema y es actual en términos de no aportar más que nombres sin proyecto, y es que, no es lo mismo ganar una elección que gobernar. Esas alianzas que dicen lo que se quiere escuchar, o que apelan a lo que el otro ha hecho mal, por sobre proponer hacia dónde, ganan es cierto, pero rápidamente quedan expuestas al momento de tener que avanzar y resolver cómo y qué hacer dentro y desde el estado. Discursos biensonantes sobran, quizá lo que falta es conocimiento sobre el funcionamiento de la cosa pública, para tratar de comprender si eso que han planteado, es posible, probable, realismo mágico o acaso legal.
Poco tiene que ver la legitimidad que otorga un cargo ganado con la capacidad de gestionar programas y proyectos, todas/os votamos a un par que quizá nos cae bien, pero el haber sido votado no garantiza ni eleva a nadie por sobre la masa. Ese será el rol y desafío que el líder deba emprender en una comunidad politizada, conocedora y sobre todo con la claridad para defender lo propio.
Al final y del otro lado, nosotros tratando de comprender para dónde va la cosa, quizá no sea mucho, pero espero que alguna de estas ideas, de estos conceptos, de estos interrogantes queden resonando y permitan idolatrar un poco menos y comprometerse a debatir un poco más.
Federico Vasches
Integrante del Observatorio de Políticas Públicas y Sociales de Río Negro.
Opinión
¿Por qué marchamos?
Nota de opinión por Nicolás Rochas, apoderado Frente Renovador Distrito Río Negro.
Nunca nadie que haya llegado al cargo de Presidente había confesado abiertamente, que a su entender, el Estado Nación es «el problema». Porque destruir el Estado no nos hará libres, simplemente nos expondrá ante el mundo casi como bienes fungibles, una nueva especie de res nullius en un planeta organizado en torno a países soberanos.
Marchamos porque no se trata de estar «en contra», sino de advertir las consecuencias de decisiones nefastas y evitar pérdidas que serán irreparables.
Porque gobernar es asignar prioridades y no puede estar antes la ganancia de un banquero que la comida de la gente.
Porque la inflación no puede detenerse a fuerza de pulverizar el salario.
Porque la Cultura, la Ciencia, el Deporte o el Arte, nunca (jamás) son un gasto, sino la inversión a través de la que un pueblo se expresa, se identifica, se distingue y crece.
En poco más de un mes, el gobierno de Javier Milei devaluó en más del 100% la moneda, quitó subsidios, subió tarifas, frenó la obra pública, desfinanció al Estado (tanto Nacional como a las provincias) y desprotegió a todo inquilino, consumidor o usuario. El precio de los alimentos se dispara día a día, pero aún más se le adelantan los medicamentos. Hay una confesa pretensión de asignarle a la recesión la estrategia para frenar los precios (macabra convicción, la de pensar que «no hay inflación en los cementerios»).
En nuestra historia democrática jamás tuvimos un gobierno tan disociado de la realidad, tan ajeno al padecimiento, tan insensible y brutal.
Ganar el balotaje le otorgó la legitimidad para el ejercicio del Poder Ejecutivo, no la adquisición llave en mano de un país (que le avisamos: no está en venta). Ser el Presidente le da facultades para administrar los recursos del Estado, no la Suma del Poder Público, ni el cúmulo de facultades con que los constituyentes contaron en la conformación de la república. También por esto marchamos, para recordarle conceptos tan básicos que parecen habérsele olvidado; premisas tan antiguas como sus recetas económicas del siglo XIX.
Buena parte de la sociedad argentina lo votó en la esperanza de un cambio. Pero ese cambio debe serlo en la mejora del conjunto, no en la aniquilación de todo lo que a su criterio configura “un gasto”. Cuando hablamos de Patria, País o Estado, no nos referimos a cifras, variables o estadística, sino a personas, individuos, ciudadanos. Existencias reales que comen, sufren y sienten; no son likes, ni visualizaciones; son angustias de padres, pies descalzos y pancitas que chiflan si no hay pan sobre la mesa.
Marchamos por la responsabilidad histórica que importa proteger la soberanía y por la sensibilidad social de cuidar a los que menos tienen. Marchamos para advertir sobre las consecuencias que pueden ser aún más gravosas y para intentar corregir desequilibrios que se profundizarán de seguir el curso de las cosas. Marchamos porque es nuestro país el que están rifando, en un experimento en el que (como diría Serrat) «juegan con cosas que no tienen repuesto”. Por todo esto, y tantas otras cosas, el 24 de enero marchamos!
Nicolás Rochas
Apoderado Frente Renovador – Distrito Río Negro.