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Opinión

Juntos ganaron, solos perdieron

Nota de opinión por Rubén Lagras. Periodista, profesor de Historia.

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Prácticamente con la misma cantidad de votos que en 2015 el oficialismo se impuso en éstas elecciones ¿sorpresa? No del todo. El oficialismo siempre corre con ventaja, pero el apellido Soria sobrevolaba como un fantasma al que muchos temían, pero ya no. Mientras tanto Cambiemos salvó la ropa metiendo un legislador, pero su futuro no es alentador.

El partido liderado por Alberto Weretilneck logró con este resultado afianzar su sello propio en la provincia, despejando cualquier tipo de duda sobre la capacidad política de su mesa chica. Pragmatismo y unidad, esa fue la base de su consolidación como espacio político. Como en su gestión de gobierno, supieron formar alianzas estratégicas temporales, adaptándose a la coyuntura sin arrugar la nariz. Las especies que se adaptan a los cambios en el medioambiente son las que sobreviven y Juntos tiene a grandes darwinistas en sus filas. Supo sobrellevar el kirchnerismo y el macrismo haciendo política, dando para recibir, despegándose a tiempo y en buenos términos. Diálogo y respeto, uno de los lemas de su campaña. Así, JSRN le hizo honor a su nombre. En el oficialismo conviven desde ex estrategas de la UCR provincial hasta peronistas excluidos del FPV. La grieta tiene cansado a parte del electorado y supieron capitalizar eso. Paz y previsibilidad, la otra parte de su discurso.

Además, el oficialismo también corría con las ventajas propias del poder. Con una gestión activa, a base de obras públicas del Plan Castello y un recorrido provincial inédito para un gobernador, forjaron una imagen, “en cada lugar, siempre”. La condescendencia mediática, sostenida al rigor de la pauta oficial, ayudó a fortalecer esa idea. Hoy por más complicado que sea su apellido, todos los rionegrinos saben quién es Weretilneck. Sumado a esto, el “aparato” del Estado se utilizó con experticia, ahí esos estrategas con muchas elecciones encima fueron fundamentales. Millones en publicidad y “ayuda social” en los últimos meses para liquidar el partido.

En cuanto al FPV, hizo casi todo lo contrario. Sostenidos en un personalismo excesivo, su estrategia no funcionó. La confianza en la “marca” Soria, el sello de FPV y la fórmula, le resultó nocivo para sus aspiraciones. Durante los últimos años el sorismo gravó su estilo de liderazgo caudillista en el PJ. Impuso candidatos propios en cada ciudad que pudo, apelando más a la lealtad que a su capacidad política. Destruyó para construir encima, alejando militantes y referentes históricos. En esa depuración, perdió también una importante militancia de base, fundamental para el peronismo que tanto enaltecen. Muchos del equipo azul pasaron al verde, otros no, pero tampoco acompañaron por sentirse relegados.

De la misma manera, supo perder aliados como ganar enemigos. El sorismo se enfrentó a medios de comunicación y periodistas por creerlos cercanos al oficialismo. Error grave para un opositor con aspiraciones de gobernar y sin la capacidad propagandística de sus rivales. Confrontó al macrismo, pero no logró ligarlo a JSRN. Perdió terreno en su propio territorio, por la imposición por sobre el consenso. Se opuso a los intereses de empresas poderosas, que apoyaron fuertemente sus contrincantes y no pudo capitalizarlo en votos. Quiso mantener distancia del kirchnerismo y no convenció a unos ni a otros. Hace años Martín Soria era el candidato, pero su despliegue en el territorio provincial fue demasiado tardío. No tuvo la capacidad de fortalecer los vínculos territoriales.

Por su parte, Cambiemos salvó la ropa, arañando. Logró mantener un representante en la legislatura, pero su performance fue pésima si consideramos que es oficialismo a nivel nacional. Por supuesto, la imagen de Mauricio Macri en Río Negro es muy mala y eso no los favorece. Con mucha liviandad Lorena Matzen buscó despegarse del presidente con una idea de “cambiemos a la rionegrina”, pero no fue suficiente. Apelaron al estilo de campaña nacional, mucho color y publicidad. También a una fórmula integrada por mujeres, pero no alcanzó siquiera para llegar al 6%. El panorama a futuro no es alentador y la elección dejó fisuras, como el acercamiento del concejal barilochense Daniel Gónzalez a JSRN. Cómo él, algunos empiezan a buscar nuevos horizontes.

Por último, los partidos de izquierda volvieron a demostrar que el sectarismo, el individualismo y la falta de consensos son más fuertes que su capacidad de construcción política. Entre las tres opciones juntaron casi la misma cantidad de votos que Cambiemos, pero por separado no consiguieron poner a ningún representante en la legislatura, como tampoco lo hizo el PUL.

Estas elecciones, como todas, dejan lazos fortalecidos por un lado y heridas por otro. Weretilneck volvió a legitimar su liderazgo y su imagen a través del voto popular. Mientras tanto Martín Soria deberá aprender de los errores si quiere constituirse como alternativa nuevamente. Cuando un general pierde, los tenientes se relamen, Doñate y Larraburu ya empezaron a mostrar los dientes. Por su parte, la suerte de Cambiemos parece estar atada a la de Mauricio Macri, al menos por ahora.

Rubén Lagras.
Periodista, profesor de Historia.

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Opinión

Las Universidades, para qué?

Nota de opinión por Federico Vasches, integrante del Observatorio de Políticas Públicas y Sociales de Río Negro.

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En estos días es habitual oír los problemas que enfrenta el sistema educativo, por el desfinanciamiento que está sufriendo. 

Y rápidamente podemos preguntarnos cuál sería el problema y por extensión, por el rol clave que deberían cumplir, en especial las universidades. 

En primera medida servir de espacio de contención socio cultural para quienes pretendan formarse y contar con nuevas herramientas para avanzar en la vida, y segunda y quizá tenida menos en cuenta, generar conocimientos valiosos para la comunidad en su conjunto. 

Si hay algo que uno espera de la educación superior, (de las universidades) ese lugar donde se produce el conocimiento, es que corran los límites, que vayan más allá, que incomoden todo aquello que sea necesario para poder avanzar. 

En este sentido, las ciencias sociales, esas con las que convivimos, ya que nos revisan en eso que nos define como sociedad, como individuos y como humanos, tendrán mucho para aportar. 

Claramente el estado, pero no únicamente el nacional, decide qué financiar y por ende qué no. Pensemos por un momento un gobierno provincial e inclusive algunos gobiernos locales (municipio y comunas), financiando proyectos de investigación en la creencia y seguridad de que eso que se investigue, aportará nuevas ideas, conocimientos y herramientas para su gestión. 

Pero claro, hoy pareciera que las cosas son distintas. Quienes ocupan cargos de gestión, con su trabajo cotidiano nos responden a la preguntá ¿qué se hace?, ya que es su cotidiano. Mientras que quienes investigan en políticas públicas, ciencias de la administración y todo lo referido a la administración pública, nos responderían a ¿qué se podría hacer? 

Hay algo hasta increíble en la separación que tiene hoy la academia con la gestión gubernamental, los investigadores en lo estatal por un lado y los cargos electivos y funcionarios por otros. Si bien son dos conocimientos diferentes, el que se consigue estudiando y el que se consigue haciendo, en algún momento deberían encontrarse. 

Pero claro, quién financiaría aquello que lo incomode, que lo exhiba, que revele sus falencias, inclusive aparece cierta complicidad por parte del sistema ya que esos avances pueden a las claras incomodar la capacidad de gestión de quienes ocupan cargos en las propias instituciones educativas. 

Complicidad de dos lados, dos caras de una moneda que lógicamente no se encuentra, más que en un borde que investiga y aporta sobre cosas cómodas, relatos de una historia sabida y que recopila los datos ya conocidos. 

En esa misma rueda, los trabajadores de la investigación atrapados, ya que se les reconoce y se los obliga a investigar y se les financia aquellas cosas que no molesten. 

Existen problemas de financiamiento, claro, pero ojo no son los únicos. 

Si queremos salir de los problemas que presenta el sistema, sin salir del sistema, deberemos cambiar lo que se deba, corregir lo que se necesite y abrir las administraciones. 

Conseguir que política y conocimiento se amiguen, caso contrario el pozo será cada vez más hondo y la falta de dinero, pasará a ser, el menor de los problemas. 

Federico Vasches
Integrante del Observatorio de Políticas Públicas y Sociales de Río Negro.

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Opinión

Del otro lado, nosotros

Nota de opinión por Federico Vasches, integrante del Observatorio de Políticas Públicas y Sociales de Río Negro.

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En estos tiempos tan veloces de vivir, son pocos los momentos en que nos detenemos a tratar de comprender qué nos pasa, más allá del bolsillo.

Ahora es fácil confundir el síntoma con la causa, la consecuencia con la fuente del problema. Seguir discutiendo en circularidad de lo obvio: el dinero no alcanza. Cuando, en realidad no somos capaces de repensar qué es lo que genera la situación.

Entonces traigo tres dicotomías tan vigentes y actuales (y pasadas, si lo son), como necesarias para incorporar, quizá mate mediante en un momento de reflexión:

La primera responde a la pregunta, ¿dónde estamos?

Rápidamente comprender que estamos inmersos en un sistema democrático, que es abonado por todas y todos, ejercido por las instituciones del estado, pero que muchas veces quien gobierna, impone, crea y establece las condiciones de gobernabilidad, traza las políticas e inclusive el plan de gobierno, es el poder económico privado. Nacional e internacional.

Lo que quiero aportar aquí es esta dicotomía de los “jugadores” de adentro y de afuera del sistema. Vecinas y vecinos serán de afuera, pudiendo aportar con sus participaciones a quienes sí están adentro, la clase dirigencial, políticos y funcionarios públicos. Pero ojo, no seamos tampoco ingenuos, porque quizá hasta ellos mismos, están afuera del sistema de decisión, del poder real. Su único diferencial es conocer el sistema, ser conscientes de su lugar y cumplir con su papel, hacer como que deciden, emular que pueden, abonar alguno de los dos lados de una grieta que no existe como tal.

Para la segunda pregunta, debemos pensar, ¿qué nos ofrecen?

Es que claro, si ellos que son quienes ocupan los cargos públicos, que los elegimos para que gobiernen, no pueden hacerlo porque a su vez son condicionados por los poderes económicos concentrados nacionales, qué nos queda esperar a los demás?

Por lo pronto comenzar a comprender esta segunda dicotomía en la que usualmente nos empantanamos al momento de relacionarnos con ellas/os, y que comprenderla nos dará la libertad de saber qué se nos dice. Esta dicotomía es doble, ya que confundimos los productos del accionar del estado con resultados de la política pública desarrollada y a la vez, el diagnóstico de la situación, con la posibilidad real de avanzar y construir propuestas.

Daré un breve ejemplo: una campaña de vacunación que alcance las 50 personas diarias evidentemente da cuentas de un trabajo (producto – personas vacunadas), pero no de un resultado ya que desconocemos el punto de partida, la situación problemática que se pretendía abordar y acaso el nivel de esfuerzo institucional comprometido y previsto (¿qué tasa pretendíamos mejorar con la vacunación? ¿Queríamos vacunar 50 o quizá el doble y no pudimos?). En este mismo sentido el diagnostico es necesario para saber dónde estamos, qué nos falta, cuál podría ser un punto de partida. Pero solo es eso, un estado de situación. Se requiere entonces avanzar, trascender, comprender que eso es la base a considerar para planificar propuestas que mejoren ese punto de partida. El diagnóstico lo podemos compartir casi todos, pero el plan de acción seguramente tenga lógicas y necesarias resistencias.

Para la tercera pregunta y la más complicada, debemos enfrentar un, ¿qué necesitamos?

Claramente es mi opinión, y parte de considerar que la mejor manera de cambiar las cosas, es participando activamente, conociendo las reglas y teniendo las herramientas y recursos contextuales para ser parte de una construcción que permita dar discusiones, debates e incidir en el diseño y ejecución de lo público.

Por ello, la tercera dicotomía propone que no necesitamos mártires, sino líderes. Esa idea remanente de los héroes en la historia que lo han dado todo por la liberación de los pueblos, de alguna manera invita a pensar en luchas colosales y sobresalientes de pocas/os iluminados y claramente la historia argentina de los últimos 200 años da cuenta que, si a esos proyectos no se los nutre de ideología de compromiso, se los oxigena con carne y participación, mueren antes de iniciar, o se extinguen con su fundador.

Aquí aportar otra dicotomía que se desprende del sistema y es actual en términos de no aportar más que nombres sin proyecto, y es que, no es lo mismo ganar una elección que gobernar. Esas alianzas que dicen lo que se quiere escuchar, o que apelan a lo que el otro ha hecho mal, por sobre proponer hacia dónde, ganan es cierto, pero rápidamente quedan expuestas al momento de tener que avanzar y resolver cómo y qué hacer dentro y desde el estado. Discursos biensonantes sobran, quizá lo que falta es conocimiento sobre el funcionamiento de la cosa pública, para tratar de comprender si eso que han planteado, es posible, probable, realismo mágico o acaso legal.

Poco tiene que ver la legitimidad que otorga un cargo ganado con la capacidad de gestionar programas y proyectos, todas/os votamos a un par que quizá nos cae bien, pero el haber sido votado no garantiza ni eleva a nadie por sobre la masa. Ese será el rol y desafío que el líder deba emprender en una comunidad politizada, conocedora y sobre todo con la claridad para defender lo propio.

Al final y del otro lado, nosotros tratando de comprender para dónde va la cosa, quizá no sea mucho, pero espero que alguna de estas ideas, de estos conceptos, de estos interrogantes queden resonando y permitan idolatrar un poco menos y comprometerse a debatir un poco más.

Federico Vasches
Integrante del Observatorio de Políticas Públicas y Sociales de Río Negro.

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Opinión

¿Por qué marchamos?

Nota de opinión por Nicolás Rochas, apoderado Frente Renovador Distrito Río Negro.

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Nunca nadie que haya llegado al cargo de Presidente había confesado abiertamente, que a su entender, el Estado Nación es «el problema». Porque destruir el Estado no nos hará libres, simplemente nos expondrá ante el mundo casi como bienes fungibles, una nueva especie de res nullius en un planeta organizado en torno a países soberanos.

Marchamos porque no se trata de estar «en contra», sino de advertir las consecuencias de decisiones nefastas y evitar pérdidas que serán irreparables.

Porque gobernar es asignar prioridades y no puede estar antes la ganancia de un banquero que la comida de la gente.

Porque la inflación no puede detenerse a fuerza de pulverizar el salario.

Porque la Cultura, la Ciencia, el Deporte o el Arte, nunca (jamás) son un gasto, sino la inversión a través de la que un pueblo se expresa, se identifica, se distingue y crece.

En poco más de un mes, el gobierno de Javier Milei devaluó en más del 100% la moneda, quitó subsidios, subió tarifas, frenó la obra pública, desfinanció al Estado (tanto Nacional como a las provincias) y desprotegió a todo inquilino, consumidor o usuario. El precio de los alimentos se dispara día a día, pero aún más se le adelantan los medicamentos. Hay una confesa pretensión de asignarle a la recesión la estrategia para frenar los precios (macabra convicción, la de pensar que «no hay inflación en los cementerios»).

En nuestra historia democrática jamás tuvimos un gobierno tan disociado de la realidad, tan ajeno al padecimiento, tan insensible y brutal.

Ganar el balotaje le otorgó la legitimidad para el ejercicio del Poder Ejecutivo, no la adquisición llave en mano de un país (que le avisamos: no está en venta). Ser el Presidente le da facultades para administrar los recursos del Estado, no la Suma del Poder Público, ni el cúmulo de facultades con que los constituyentes contaron en la conformación de la república. También por esto marchamos, para recordarle conceptos tan básicos que parecen habérsele olvidado; premisas tan antiguas como sus recetas económicas del siglo XIX.

Buena parte de la sociedad argentina lo votó en la esperanza de un cambio. Pero ese cambio debe serlo en la mejora del conjunto, no en la aniquilación de todo lo que a su criterio configura “un gasto”. Cuando hablamos de Patria, País o Estado, no nos referimos a cifras, variables o estadística, sino a personas, individuos, ciudadanos. Existencias reales que comen, sufren y sienten; no son likes, ni visualizaciones; son angustias de padres, pies descalzos y pancitas que chiflan si no hay pan sobre la mesa.

Marchamos por la responsabilidad histórica que importa proteger la soberanía y por la sensibilidad social de cuidar a los que menos tienen. Marchamos para advertir sobre las consecuencias que pueden ser aún más gravosas y para intentar corregir desequilibrios que se profundizarán de seguir el curso de las cosas. Marchamos porque es nuestro país el que están rifando, en un experimento en el que (como diría Serrat) «juegan con cosas que no tienen repuesto”. Por todo esto, y tantas otras cosas, el 24 de enero marchamos!

Nicolás Rochas
Apoderado Frente Renovador – Distrito Río Negro.

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