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Opinión

Segunda parte: Antes que la memoria se nos pierda y que nos traicione, ¿otra escuela es posible?

Nota de opinión por Héctor Luis Roncallo, ex secretario general de UnTER y jubilado docente.

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“Es improbable que una ley determine por sí sola la orientación y calidad del desempeño docente en las aulas, aunque posiblemente influya en la práctica. 1”

Esta afirmación que no me pertenece, que tomo como título, sugiere que pensemos en cuánto y en cómo inciden las definiciones políticas legislativas y los propios textos que definen en lo macro y en lo micro las normas que regulan el trabajo docente, y todo ello en la cadena de definiciones que marcan la ley, el decreto, la resolución y las notas múltiples que pretenden fijar la “verdad” de lo que expresa la normativa dictada.

Más aún, podemos pensar en la incidencia en la tarea concreta, cuando a través de la interpretación que pretenden imponer por propio análisis que emana de la concesión de ser “autoridad”, como viene sucediendo a través de las diversas circulares de autoridades, que por el sólo hecho de serlo pretenden configurar la estructura del trabajo, sin tener en cuenta previamente la opinión y discusión del gremio docente. Todo esto marca la acción del trabajo docente y en la supuesta calidad educativa de la que se desprenden los logros políticos de los gobiernos de turno.

Una de las cuestiones más importante que sobresale en esta etapa de pandemia, es el Trabajo Docente. Al principio nos paralizó, ante semejante situación mundial e inédita; pero como siempre nos ocurre, desde el propio conocimiento pedagógico, de la inventiva de la que somos capaces, desde los marcos teóricos que se poseen y desde la práctica cotidiana empezaron a aparecer cuestiones que nos permitió a lxs docentes la conexión, la llegada, el abrazo a distancia producto de estas nuevas sensaciones, con medios extraordinarios que en algunos casos surgieron desde lo individual motivadxs por la necesidad de estar comunicadxs con sus estudiantes. Vale aclarar que las propias autoridades educativas estuvieron en silencio mucho tiempo hasta empezar a expresar sus verdades. Podría entenderse ya que a todxs nos tomó mal ubicados en el devenir histórico, pero lo que no se entiende es que continúe el silencio.

Cuando afirmo que hay silencio es que no se convoca al sector docente en todo el proceso, tratándose no sólo de cuestiones laborales, sino también de salud, y de aprendizajes. La definición de estrategias, de protocolos, de procedimientos, de evaluaciones no pueden ni deben ser impuestos y sí construirse colectivamente desde el mismo inicio del proceso y no en el último segundo del final. Al darse de esta manera no es democrático, es mentiroso y además no produce confianza en las acciones, sabor que suma a las ya existentes situaciones de desconfianza que nos están pasando. Se trata nada más ni nada menos de definir lo nuevo, ya que, ¿Qué significa la nueva normalidad?, en términos políticos, sociales, económicos y sanitarios.

De diversas maneras todxs estamos viviendo esa situación, lxs que fuimos, lxs que son, lxs padres/madres, lxs estudiantes, la sociedad entera, porque La Escuela, el sistema educativo se encuentra en todos los rincones. El trabajo docente, además la vida, el vivir, subsistir, son, entre otras, las cuestiones que aparecen como preguntas recurrentes.

A medida que va disminuyendo en pequeños matices el riesgo de la pandemia, crece notablemente la pregunta de ¿cuándo comienzan las clases?

No detallaré lo que cada unx vive, de las conversaciones y de lo que dicen lxs estudiantes, lxs docentes y la comunidad toda, más bien estoy intentando reflexionar y que reflexionemos sobre cómo será la Escuela que viene. Cómo podría ser esa “nueva normalidad”. No me cabe la menor duda que debe ser la escuela que mayoritariamente discutamos la organización gremial y la organización real de padres, madres y estudiantes, en el marco de convocatorias democráticas que deben hacer las autoridades y que además tienen la obligación de hacer.

Si queremos otra Escuela, debe ser así. Por eso mencionaba en el capítulo 1 de este análisis, la necesidad de mirar el funcionamiento de los Consejos Escolares y por supuesto el de las representaciones. Por mi forma de mirar el proceso educativo no lo puedo concebir sin reales procedimientos de participación que, hasta el momento, desde la aparición del proyecto de la actual Ley de Educación de Río Negro (2012), no se ha dado, mucho menos la elección y participación de la representación no docente. Para cambiar es necesario que se analice y se haga una lectura profunda de lo que planteo en el capítulo 1, respecto a este tema de los Consejos Escolares.

“La educación pública pertenece a la sociedad y es ésta en su conjunto la que marca sus funciones, su desarrollo, y su destino a través de los mecanismos de participación en distintos niveles”. Los mecanismos de participación están, pero no se cumplen ya que las representaciones, como dije en el capítulo anterior, no están, excepto la docente. Peor aún, las que están son puestas a dedo como es la representación de Padres en el Consejo Provincial de Educación. La participación real tiene la virtud de alcanzar estabilidad y equilibrio ya que los acuerdos reales satisfacen a las partes y las mismas se disponen a profundizar y ejecutar con seriedad lo alcanzado. Todo lo demás es imposición y sabemos de muchísimos fracasos cuando sucede esta definición política y en consecuencia una enorme decepción en los intentos de transformaciones educativas. Ejemplos sobran.

Esta experiencia, el ASPO, como las vivencias escolares la habitamos entre todxs, con la diferencia de que en esta oportunidad la casa se trasformó en la Escuela. Por eso insisto en la participación siendo ésta una característica que debe dar nota diferenciadora de la Escuela pública.

En contraposición a esta característica aparece la Resolución 2580/20 y sus anexos (uno y dos) que pretende orientar en forma contradictoria con los rezos de la no calificación, que se viene dando en todos los estamentos y conferencias. Aparece en la normativa citada, la definición disfrazada de “informes evaluativos de trayectorias escolares”. El sindicato es ignorado en estas cuestiones, error grave ya que la educación pública no es potestad exclusiva de los gobernantes.

No debemos olvidarnos que la Educación Pública es esencial para la democracia y por ello se deben respetar las opiniones que emanan de lxs trabajadores/as, en su organización sindical. Esta norma es un ejemplo claro de cómo se pretende modificar el trabajo docente. De nada vale, ante el egoísmo político existente en las autoridades gubernamentales por su propia esencia y desordenado error conceptual de “autoridad” y de “poder”, querer modificar lo que se debió haber pensado antes. Por ello insisto en la pregunta inicial de este ensayo ¿Otra Escuela es posible?

A la pregunta cada vez más frecuente de ¿Cuándo empiezan las clases?, nos debe apurar la necesidad de empezar a llenar de dudas todo el proceso que viene. Por ello planteaba en la primera parte la necesidad de revisar estructuras y hasta los propios Diseños Curriculares, no porque considere que estén mal, sino porque si la Escuela debe ser otra, esa revisión cae naturalmente como propia. Las decisiones sobre esos temas deberán ser parte de los acuerdos que deben darse.

Es por esta preocupación que el capítulo intenta merodear el concepto de Trabajo Docente.

Aporte para el debate desde una mirada de la Legislación Educativa

¿Qué es el trabajo Docente?, ¿Qué entendemos de cómo debe ser el funcionamiento del Trabajo
Docente?

Intento hacer una revisión de qué nos pasó con este concepto, en el marco de la jurisdicción en hitos históricos, en la construcción de esta provincia para encontrar notas que identifiquen nuestras preocupaciones, siempre pensando en la construcción educativa sólida para lograr aprendizajes significativos. Trataré de retomar escritos que he realizado en varias oportunidades, desde diferentes responsabilidades para llegar a este estado de situación, que, al decir de distintas autoridades, entraremos a “otra normalidad”. Sumaré el detalle de normativas específicas que formatean nuestra forma de trabajar y de ver las estructuras y modelos educativos, para analizar y proponer su mirada y re-ubicación en otra Escuela en la que necesariamente la pandemia nos obliga llegar y seguir durante un tiempo desconocido.

Este concepto, el de la “nueva normalidad” que por estas semanas se repite, me hace pensar, sin ubicarme en teorías específicas, en el pasaje de un mundo a otro, de un espacio a otro, observando que estamos en el paso de saltos cualitativos o quedarnos en la horizontalidad de la meseta alcanzada.

Considero que podemos encontrar nuevos sentidos a la tarea del Trabajo Docente al vincular la experiencia masiva, vivida en tiempos de pandemia con características inusuales. La masividad del problema, de las preocupaciones, del encuentro de actores diversos, los elementos diferentes de mediación, la nada, pero a pesar de esto existió algo que permitió mantener cercanamente la chispa que induce la Escuela. Entonces, creo, que todo esto nos lleva a pensar en relaciones que nos harán convivir entre lo que sabemos y el saber vivido en este espacio-tiempo y el saber de lo que vendrá.

Las propias autoridades del Ministerio de Nación y de Provincia, mencionan hoy, que no saben cuándo empezará la actividad propiamente dicha de como la conocemos y agregan que será una distinta normalidad. Aun cuando intentan establecer precisiones no queda claro en qué condiciones y cómo será esa vuelta. Las dudas se suman en función de las diferentes realidades.

“No volvamos a la normalidad, mejor comencemos de nuevo”

“Residente” (en su música en cuarentena) nos indica comenzar de nuevo, idea que mueve a pensar una nueva manera de ver la escuela, de ver el trabajo docente. Creo que esta comparación, este paralelismo que realizo en función de esta hermosa canción, que invita a darnos un beso, en esta etapa de pandemia, nos invita a pensar en el comienzo.

¿Comenzar de nuevo que significado tendrá desde la mirada escolar? En el capítulo anterior pensaba que deberíamos mirar, más allá de la calificación, a la evaluación. Este concepto claramente aparece en la línea general de la definición de la Resolución 363/20 del Consejo Federal de Educación que nos invita a tener en cuenta no sólo la revisión de normas que ya están escritas y que quizás miramos de costado, sino a mirar los instrumentos que componen nuestra tarea habitual, Curriculum, tiempos y espacio, trayectorias escolares, edades escolares, revisar las normas de evaluación y acreditación, etc; y en consecuencia qué seremos capaces de re- visar para re- encontrar ese cambio necesario y comenzar de nuevo.

¿Qué supone empezar de nuevo?, desechar lo hecho. No. Supone pensar qué cosas ya no nnecesitamos para pensar la Escuela hacia la que vamos. No debemos tener miedo de romper con ese anterior, sabiendo que debemos construir otra Escuela.

Debemos pensar y listar cuáles fueron nuestros errores para que no los volvamos a realizar. Esta estrategia nos permitirá pensar esa otra Escuela.

Ahora bien, hasta aquí pareciera, supongo, pensará quien me esté leyendo, ¿este hombre sabe en qué país vivimos? ¿en qué provincia? Claro que sí. Insisto que debemos hacer un corte a esta realidad, cerrar círculos en los cuales hemos dado vueltas, como dice Silvio Rodríguez en su canción, “partir de lo conocido hasta ahora y cambiar”, ya que necesariamente debemos tomar decisiones para el ahora que serán posiblemente para el después, ya que ese ahora nos hará dar cuenta, mientras transitamos la experiencia, que esa deberá ser la característica a la que debemos llegar en ese después. ¿Entonces volveremos para atrás?, o empezaremos a pensar todxs juntxs qué hace falta y qué es lo necesario para avanzar sin cambiar lo cambiado. Aquí, en ese instante nos daremos cuenta de que nosotrxs deberemos ser lxs artífices de nuestra realidad, apreciando el antes, el aquí y el ahora, pero sabiendo que estamos construyendo el futuro.

Antes de avanzar en cuestiones concretas, para que se entienda lo que quiero compartir, es necesario reconocer que la comodidad de la rutina y el proceso escolarizado el cual durante años nos formateó, en varios casos nos cambió, pero no todo, ni en todxs lo logró. Los problemas de fondo siguen igual, el abandono se da, el aburrimiento sigue, la falta de atención y de motivación sigue estando y así podría enumerar muchos elementos que vienen y venían siendo parte de la cotidianidad y que, por serlo inunda tanto que a veces terminamos no viendo ese problema, y seguimos mirando de costado a las normas, sobre todo a las que profundamente nos marcan la necesidad de cambiar.

“Vamos a andar, Vamos a andar, vamos a andar matando al egoísmo de manera que no haya soledad para llegar a la vida”, nos canta Silvio Rodríguez.

“Vamos a… portarnos mal”, dice otra canción. Todo se desordenó, tratando de salvar la vida, la vida que destruimos nosotros mismos con los des-conocimientos. Esto que nos ocurre nos des-ordenó y entonces el futuro, diremos nos-ordenó.

El tema será, qué nuevo orden seremos capaces de encontrar, esa nueva normalidad de la cual están hablando ahora las autoridades. Cómo construiremos esa nueva normalidad. Para pensar en ese análisis y mirando el todo, pienso que en este debate que se viene no puede dejar de estar la necesidad de ver hacia qué eje de definiciones avanzamos, si pensamos en “menos es más”, o, en “más es menos”. Rio Negro, en su corta historia demuestra claramente las relaciones que se desprenden del título inicial de este capítulo. Por ello en el inicio de este trabajo, ya publicado, expresaba “…deberemos pensar en un nuevo contrato social, que marque un nuevo mandato educativo”.

Este análisis nos permite recordar para conocer, no olvidar y mejorar todo en base a resultados, experiencias y avances.

Héctor Roncallo.
Ex secretario general de UnTER. Jubilado docente.

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Opinión

El problema de la Argentina, es político

Nota de opinión por Federico Vasches, integrante del Observatorio de Políticas Públicas y Sociales de Río Negro.

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Me pregunté bastante estos últimos días de qué manera podría colaborar, no tanto en un caso puntual como el de una colecta de insumos necesarios para atender un incendio en la zona del el Bolsón, sino en general, para llevar un poco de luz al momento que estamos atravesando.

Básicamente, me pregunté ¿qué se puede aportar en tiempos de desregulación, inclusive del sentido?

Si acordamos que el año pasado (2024) fue el de buscar culpables institucionales o sociales y por ende emprender batallas generales, este todavía no queda claro por donde podría transcurrir.

No nos olvidemos de las masivas marchas por el financiamiento universitario, los gobernadores dando aviso de diferencias, diputados y senadores haciendo lo suyo por el quorum, reclamos multitudinarios en las calles, privatizaciones, cierres de empresas y reparticiones, despidos masivos, sindicatos en alza e inclusive la CGT que se rompió.

Ha pasado tanto en tan poco tiempo que parece que fuera una película lejana y si bien poco sentido tendría que yo se las cuente (porque todos la vivimos), estoy casi seguro que el común denominador ha sido la poca reflexión al respecto.

No me embarco en una discusión electoral (aún cuando este sea un año para ello), sino en algo más profundo, algo del sentido de las cosas, de la esencia de un sistema que a pesar y al pasar los nombres se orada y nos deja a los ciudadanos siempre en la base.

En este sentido me parece oportuno, traer esa clasificación bastante consensuada en el campo de las ciencias políticas, sobre las concepciones de la palabra “política”. Una primera “polity” que daría cuenta de la función de distribución de poder en la sociedad (algo así como el sistema político), una segunda “politics” como el juego cotidiano de actores por espacios de poder e influencia (en particular con el ejercicio de la política, negociaciones y arte de lo posible) y por último la “policy” como la acción de gobierno (en nuestro caso conocido como políticas públicas.

Este triángulo de conceptos que se interrelacionan y recobran sentido, nos permite pensar que las acciones de un gobierno democrático, electo por la mayoría, que ejerce en sus libertades y posibilidades legales el poder político con acompañamiento social, puede inclusive gobernar en detrimento de mayorías y por ende beneficiar en particular a pequeños grupos.

Este es un gobierno que no escondió, ni esconde el sentido de lo que hace, no prometió nada que no fuera a cumplir, de hecho, está honrando sus compromisos de campaña con creces.

¿Entonces dónde radica el conflicto?

A mi entender en dos aspectos que si se entrelazan aportan claridad, pero que pueden ser presentados como dos frentes de lucha casi objetivamente irrenunciables.

Me refiero por un lado el desfinanciamiento de la ciencia y la tecnología en especial, las ciencias sociales y por otro el echar culpas constantes y “embarrar” la cancha sectorial, como los únicos y grandes culpables de un sistema que no pueden cambiar esos actores.

El pensar en un modelo de desarrollo y crecimiento del país desde la inversión en ciencia y tecnología, implica no únicamente apostar a las ciencias duras o de trayectorias más reconocidas y antiguas, y a las emergentes para la innovación, modernización, sino no dejar de lado a las ciencias sociales. Castigadas, seguro, poco reconocidas también, aunque el debate puede ser extenso, pretendo que nos detengamos en considerar algo en especial. En momentos como estos en los cuales “desregular” el mercado implica a la vez poner techo a las paritarias y liberar que las empresas de telefonía, servicios, alquileres, prepagas de medicina aumenten libremente, es lo mismo que achicar el bolsillo de las/os trabajadoras/es, y este tipo de visualizaciones contextuales claramente son campo de estudio, de comunicación, de divulgación y de consolidación desde la ciencias sociales; por lo que desfinanciarlas es clave para silenciar voces calificadas.

Por otro lado, los ataques sectoriales permiten ganar tiempo para tomar mientras, medidas de fondo, llevar la atención hacia ese segmento generando discursos, odios y enojos contra los supuestos beneficios de tal o cual. Ojo que al final de cuentas y luego de tantos culpables, inclusive habiendo dejado sin trabajo a más de 70.000 empleados, los problemas (esos que les endilgaban), no se resolvieron por sí solos y hasta quizá se agravaron.

Si se está jugando un juego, quienes son dueños del tablero tienen conocimiento de las reglas, y todos los demás lo jugamos sin sentido, sin comprender, pero apurados, entregándonos por momentos y combatiendo con la claridad de quien pisa la pelota y levanta la cabeza.

Ya lo denunciaba Borges en su poema Ajedrez cuando se consultaba por la mano que movía la pieza, por el político que dentro de un sistema político juega a la política con sus propias reglas y negocia esas políticas públicas que a cuenta gotas, y pocas veces nos benefician.

Si al final de estas líneas, como yo creen que el problema de la Argentina es político (en todos sus sentidos), habrá bastante más posibilidad de diseñar una reconstrucción nacional que nos contenga, que nos represente, pero que sobre todo nos de oportunidades y claridad para entender por dónde y para dónde van a ir las cosas.

Federico Vasches
Integrante del Observatorio de Políticas Públicas y Sociales de Río Negro.

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Opinión

Cicatrix Maledictum: Secretos del Valle de la Luna

Las grietas de la tierra esconden historias que van más allá de lo visible. Por Javier Galli.

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Foto: Javier Galli.

En lo profundo del Valle de la Luna, un paisaje que desafía al tiempo, las grietas de la tierra esconden historias que van más allá de lo visible. Las formaciones sedimentarias, moldeadas por milenios, guardan cicatrices que podrían ser el eco de un cataclismo hídrico que transformó esta región hace miles de años.

Según documentos atribuidos a una expedición científica de mediados del siglo XX, las capas de roca en el Valle no solo revelan eventos geológicos únicos, sino también patrones simbólicos que han despertado interrogantes. ¿Son simples caprichos de la naturaleza o vestigios de una civilización perdida? Entre los hallazgos reportados se encuentran conchas marinas en alturas improbables, grietas que se entrelazan formando diseños geométricos y fragmentos de lo que parecen ser estructuras petrificadas. Todo esto contribuye a la teoría del «Diluvio Negro», un evento mítico que habría devastado esta región, dejando tras de sí un paisaje marcado por la devastación y el misterio.

La serie fotográfica Cicatrix Maledictum captura la esencia de estos paisajes, transformando las bardas erosionadas y los valles desérticos en un escenario donde la naturaleza se convierte en memoria y códice. Cada imagen invita al espectador a explorar las grietas como si fueran las páginas de un libro antiguo, cargadas de significados ocultos.

«El Valle de la Luna es mucho más que un testigo geológico del tiempo. Es un espacio donde las marcas en la tierra dialogan con nuestras propias preguntas sobre el pasado y el futuro. Estas cicatrices nos hablan de eventos que superan nuestra escala humana», reflexiona el autor de la serie.

Esta propuesta artística no busca dar respuestas definitivas, sino plantear interrogantes: ¿Qué historias se esconden bajo las capas del tiempo? ¿Es posible que un cataclismo tan devastador haya dejado huellas no solo en la tierra, sino también en nuestra memoria colectiva? Las fotografías de Cicatrix Maledictum no solo retratan un paisaje, sino que invitan a una experiencia sensorial y filosófica sobre los secretos que la naturaleza guarda bajo llave.

Próximamente, la serie podrá ser apreciada en diferentes espacios culturales de la región, donde se abrirá un diálogo entre arte, ciencia y la historia invisible que yace en el Valle de la Luna.

Por Javier Galli.
Artista. Fotógrafo.

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La ‘Curva de Verani’: Huellas de una tragedia en Allen

Se cumplieron 30 años de la misteriosa desaparición de una joven en una chacra de Allen. Por Javier Galli.

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Foto: Javier Galli.

Cuando hablamos de fenómenos inexplicables, lo sobrenatural siempre parece rondar el límite entre lo real y lo imaginado. La historia que envuelve la chacra de la familia Menguelle, en la zona rural cercana a Guerrico, ha tomado una forma fantasmal en el imaginario popular de la región, transformándose en una leyenda que sigue inquietando a quienes la escuchan.

Todo comenzó hace más de 30 años atrás, el 12 de octubre de 1991, cuando la joven, Vanesa Menguelle, hija de una reconocida familia chacarera de la zona, desaparece inexplicablemente en las inmediaciones de la llamada ‘Curva de Verani’. La joven tenía algo en común con otros habitantes del área: una misteriosa enfermedad mental atribuida al uso de químicos para la cura de las tierras que rodeaban la chacra familiar. Con apenas 20 años, esta muchacha fue testigo de cómo su mente se distorsionaba, mientras el paisaje que la rodeaba parecía marchitarse al compás de su deterioro. Sus últimos días en la chacra fueron extraños, marcados por conductas erráticas. Algunos dicen que hablaba sola, otros aseguran que la vieron vagar entre los cultivos secos, como si buscara algo que nadie más podía ver.

Última aparición

Testigos aseguraban haber visto a Vanesa caminando sola la noche de su desaparición en dirección a la ‘Curva de Verani’. Sin embargo, nadie ha podido precisar lo que ocurrió después. Un vecino que circulaba en su camioneta la vio caminando con paso tambaleante cerca del galpón de su chacra, pero pensó que estaba volviendo a su casa. Esa fue la última vez que alguien la vio con vida.

La familia Menguelle denunció la desaparición de Vanesa al día siguiente, luego de que no regresara a casa esa noche. Las autoridades locales iniciaron una intensa búsqueda en los alrededores de la curva y la chacra, aunque sin resultados concluyentes. Personal policial de Allen y Guerrico, vecinos y trabajadores de la zona recorrieron a pie campos y galpones abandonados, sin encontrar rastro alguno de la joven.

Pero la historia de la joven no termina con su desaparición. Los accidentes en ese tramo de la ruta se incrementaron de forma alarmante tras su ausencia, pese a que las condiciones de la carretera y su iluminación eran óptimas. Testigos presenciales, en su mayoría automovilistas y camioneros, aseguran haber visto a una mujer caminando tambaleante en plena madrugada, vestida con un traje blanco que resplandece bajo las luces de los faros. El rostro siempre pálido, inexpresivo, pero lo suficientemente inquietante como para provocar distracción y, en muchos casos, accidentes.

Incluso hay quienes afirman que al detenerse para ayudarla, la joven desaparece en un abrir y cerrar de ojos, dejando tras de sí una sensación inexplicable de vacío y terror. Los informes policiales hablan de una curva en la que los accidentes no deberían ocurrir, y sin embargo, el misterio persiste. ¿Es la joven la responsable de estos siniestros? Nadie puede afirmarlo con certeza.

Los rumores en torno a la chacra maldita siguieron creciendo. Algunos habitantes del lugar cuentan que la joven no fue la única en desaparecer en ese sector. A lo largo de los años, otras historias similares han surgido. Una mujer, violada y asesinada, fue encontrada cerca de la chacra, y desde entonces, los fantasmas parecen habitar cada rincón de esas tierras.

Una versión particularmente espeluznante cuenta que algunos taxistas que recogieron a una muchacha pálida en las inmediaciones de la curva no volvieron a ser vistos con vida. Otros camioneros aseguran haber sido asaltados por la visión de una joven que, al principio, parece necesitar ayuda, pero pronto desaparece sin dejar rastro. En todos los casos, la figura de la joven vuelve a aparecer y desvanecerse, generando un temor que perdura incluso después de haber pasado por el lugar.

El tiempo ha pasado, y la chacra quedó destruida. Las paredes de la vieja casa, devoradas por el viento y la maleza, son el único testimonio de lo que alguna vez fue. Hoy, solo quedan ruinas, un espacio vacío donde la naturaleza ha reclamado lo que una vez fue suyo. Pero los rumores persisten, y los pocos que se atreven a acercarse al lugar aseguran sentir una presencia, un eco de lo que alguna vez fue la vida en ese rincón de campo. Las imágenes tomadas recientemente revelan rincones oscuros y sombríos, con detalles que parecen congelados en el tiempo. Estas fotografías, al igual que el recuerdo de Vanesa Menguelle, siguen evocando preguntas y susurrando historias que se niegan a desaparecer, como si algo aún habitara en esos parajes desolados de la ‘Curva de Verani’.

Por Javier Galli.
Artista. Fotógrafo.

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