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Dale gas…

Javier García Guerrero, columnista económico de Radio Nacional, Mitre y otras, opina sobre el incremento en la tarifa de gas.

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El Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI) ha determinado que incrementando los costos de construcción del 2 al 5 % sobre los de una vivienda tradicional, es posible reducir los consumos en calefacción y refrigeración en un 50%. La falta de aislamiento adecuado determina que los consumos domiciliarios patagónicos lleguen a triplicar en cantidad los de otras localidades situadas en latitudes y climas semejantes.

Como consecuencia de la artificial caída del 80% en términos reales de las tarifas residenciales operada entre 2001 y 2012 pudo observarse un aumento del consumo que en el lapso que medió entre 2003 y 2015 hizo crecer el consumo de gas natural en un 41%, el de energía eléctrica en un 58% y el de naftas en un 153%.

Sin embargo la apresurada afirmación del actual Ministro del Interior Rogelio Frigerio al afirmar «Los gobernadores nos decían que era una locura porque teníamos diez grados bajo cero en las provincias del sur y la gente estaba en remera en la casa o abría las ventanas de tanta calefacción que tenían porque era gratis prácticamente el servicio público» es errónea. La mayoría de los patagónicos no disponen de la calefacción necesaria, ni son las actitudes de despilfarro individual, las fuentes principales de la ineficiencia energética.

La preocupación del estado nacional por el ahorro, podría manifestarse modificando la hora oficial en invierno y verano para aprovechar mejor la luz y las temperaturas según las estaciones como hacen la mayoría de los países. Podría establecer la obligatoriedad de incluir la Etiqueta de Eficiencia Energética como requisito excluyente de habilitación de las viviendas, particularmente las vinculadas a programas sociales

Podría disponer la aplicación de protocolos de actuación respecto del uso de la iluminación y calefacción en los edificios públicos, hasta llegar a la reducción del uso de corbatas para reducir los gastos de refrigeración como hizo España, que cuando aumentó el precio del petróleo redujo la velocidad máxima de las rutas, cambiando la totalidad de las respectivas señales camineras.

Sin la posibilidad de aplicar impuestos inflacionarios variables, ni manotear Fondos Jubilatorios, la mayoría de los estados practica un prolijo control de sus gastos operativos e incorporando el uso de los recursos energéticos de que dispone con mayor abundancia, como Uruguay que ya alcanzado a autoabastecerse de electricidad con energías renovables.

La información sobre eficiencia energética agrega valor económico, ambiental y social a los productos y servicios a los que se asocia, permitiendo al usuario, reconocer previamente el ahorro de las futuras facturas energéticas que supone elegir un inmueble, un electrodoméstico, una maquinaria, un automóvil, etc. por encima de otro, como con ocurre con muchos alimentos que anuncian su contenido calórico o nutricional en las etiquetas de su envase.

En muchos países los costos adicionales de mejoras en eficiencia energética en el sector privado son financiados a tasas diferenciales o con exenciones fiscales sobre la base de los ahorros para el erario público que conllevan, de modo de promover su empleo y son acompañados por campañas de difusión para difundir modos ventajosos alternativos de regular las temperaturas, la iluminación, las llamas, la velocidad, el uso del agua por las importantes ventajas que aportan a la comunidad.

Resulta audaz e inaceptable pedir austeridad a los ciudadanos mientras el déficit del sector público y la inflación anual se incrementan y se amplía el Ejecutivo a 26 Ministerios. Mientras se aumenta el endeudamiento público a las tasas más altas de Latinoamérica con excepción de las que afronta Venezuela. Con una inversión de Mu$s17, ENARSA Patagonia construyó en 2014 una planta de fraccionamiento de gas licuado de petróleo. Esta planta fue construida sobre terrenos que no pertenecían a la sociedad y que en mayo de 2016 aún no habían podido ser transferidos. Según la Universidad Nacional del Comahue, la planta adolecía de problemas en su construcción que impedían su puesta en marcha. Pese a todos estos problemas en Diciembre de 2015 la planta tenía personal dedicado y hasta un gerente general en Buenos Aires.

La deficiencia de los controles de las concesiones de las empresas hidrocarburíferas como PAN, Chevron o Petrobras, las mermas observables en el transporte y distribución de hidrocarburos, las corruptelas del gasto en subsidios e inversiones en energía que llevaron a la administración nacional a expandirlos desde 1,2% del PBI en 2008 a 4,1% del PBI en 2015 son problemas pendientes que aumentaron el déficit fiscal, sin lograr disminuir siquiera las emisiones de gases de efecto invernadero que entre 2003 y 2015 crecieron 144%.

Los costos de transporte desde las Economías Regionales, podrían reducirse un 25% mediante la utilización generalizada de GNC y aún más con la actualización del parque automotor que en un 90% excede con la tolerancia oficial, el promedio de vida útil aceptado en otros países.

El Ministro de Energía Aranguren, denunciado como presunto infractor de la Ley de Ética Pública por sus tenencia accionarias de Shell, no ha explicitado ni debatido un Plan Energético Integral ni las intervenciones que desarrollará para mejorar la eficiencia en la generación, distribución y despacho, como podría ser el procesamiento de hidrocarburos en origen, pero ha anunciado nuevos aumentos para cubrir el 65% remanente del subsidio a las empresas según las tarifas que les reconoce. En cualquier caso esos guarismos que no han sido expuestos a Audiencia Pública como marca la ley, no pueden ser asumidos como costos inherentes e inamovibles de los cuadros tarifarios, ni pueden ignorarse las graves falencias de la gestión estatal verificadas y aún vigentes, que afectan los costos, que se ubican entre los más elevados del mundo.

Los recientes anuncios de dos nuevas centrales nucleares presupuestadas en Mu$s12.000 o la confirmación de la construcción de las represas santacruceñas que con más de Mu$s 5.000 de costo han sido adjudicadas, superando los costos de extensión y modernización del Canal de Panamá, no son señales de auteridad. Tampoco se ha explicado cómo se distribuirá la energía adicional generada en una Provincia como Santa Cruz que no está en condiciones de absorberla y considerando que la modernización del sistema eléctrico de distribución vigente en la Argentina, para equipararlo con países con niveles de ingreso y desarrollo semejante implicarían una inversión de al menos Mu$s 67.000 antes del 2030 (Greenpeace)

La mora de los gobiernos en garantizar un buen aislamiento térmico habitacional, la cogeneración y la integración industrial reduciendo el 30% de desperdicio energético promedio (INTI), que desarticule los acaparamientos de garrafas, combustibles y lubricantes, que reduzca los subsidios a las petroleras (Mu$s8.000/año), reasigne los impuestos asociados a los combustibles (42% en la Argentina, 8% en USA) etc. son tareas pendientes que deberán comenzar a remediarse antes de agobiar a los estoicos ciudadanos, racionar el gas a los vehículos o cortarlo a las industrias.

En un mundo que aumentará durante los próximos 30 años el 50 % su gasto energético y que prevé que los mayores incrementos su demanda se registrará en los países en desarrollo, la discusión para dejar atrás el carbón y la leña es impostergable

El uso de leña para cocinar y calentar sus hogares, genera un humo de leña que ha sido definido por la Organización Mundial de la Salud como “el asesino de la cocina”. Este humo ya ocasiona 1,5 millones de muertes/año además de múltiples problemas que van desde las afecciones respiratorias y el cáncer al retraso mental. El 41% de los argentinos que habitan sobre la 3º mayor reserva hidrocarburífera del mundo sobreviven al frio usando leña, que es provista en muchas provincias por el propio estado mediante el Plan Calor y similares, sin un control que asegure siquiera la calidad y cantidad de las entregas que insumen muchos millones de los presupuestos nacionales y provinciales.

El Gobierno debe comprender que con independencia del sendero estratégico que elija para superar la encrucijada energética, antes de acusar de dispendiosa y demandar austeridad a la ciudadanía, deberá observar lo que dice el viejo proverbio árabe cuando afirma: “si quieres verme llorar, llora, si quieres verme reír, ríe tu primero”.

 

Lic. Javier García Guerrero.

Columnista Económico de LRA Radio Nacional Viedma y Mendoza, Radio Mitre, Radio Argentina, Radio Dolores, entre otras.-

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Opinión

Las Universidades, para qué?

Nota de opinión por Federico Vasches, integrante del Observatorio de Políticas Públicas y Sociales de Río Negro.

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En estos días es habitual oír los problemas que enfrenta el sistema educativo, por el desfinanciamiento que está sufriendo. 

Y rápidamente podemos preguntarnos cuál sería el problema y por extensión, por el rol clave que deberían cumplir, en especial las universidades. 

En primera medida servir de espacio de contención socio cultural para quienes pretendan formarse y contar con nuevas herramientas para avanzar en la vida, y segunda y quizá tenida menos en cuenta, generar conocimientos valiosos para la comunidad en su conjunto. 

Si hay algo que uno espera de la educación superior, (de las universidades) ese lugar donde se produce el conocimiento, es que corran los límites, que vayan más allá, que incomoden todo aquello que sea necesario para poder avanzar. 

En este sentido, las ciencias sociales, esas con las que convivimos, ya que nos revisan en eso que nos define como sociedad, como individuos y como humanos, tendrán mucho para aportar. 

Claramente el estado, pero no únicamente el nacional, decide qué financiar y por ende qué no. Pensemos por un momento un gobierno provincial e inclusive algunos gobiernos locales (municipio y comunas), financiando proyectos de investigación en la creencia y seguridad de que eso que se investigue, aportará nuevas ideas, conocimientos y herramientas para su gestión. 

Pero claro, hoy pareciera que las cosas son distintas. Quienes ocupan cargos de gestión, con su trabajo cotidiano nos responden a la preguntá ¿qué se hace?, ya que es su cotidiano. Mientras que quienes investigan en políticas públicas, ciencias de la administración y todo lo referido a la administración pública, nos responderían a ¿qué se podría hacer? 

Hay algo hasta increíble en la separación que tiene hoy la academia con la gestión gubernamental, los investigadores en lo estatal por un lado y los cargos electivos y funcionarios por otros. Si bien son dos conocimientos diferentes, el que se consigue estudiando y el que se consigue haciendo, en algún momento deberían encontrarse. 

Pero claro, quién financiaría aquello que lo incomode, que lo exhiba, que revele sus falencias, inclusive aparece cierta complicidad por parte del sistema ya que esos avances pueden a las claras incomodar la capacidad de gestión de quienes ocupan cargos en las propias instituciones educativas. 

Complicidad de dos lados, dos caras de una moneda que lógicamente no se encuentra, más que en un borde que investiga y aporta sobre cosas cómodas, relatos de una historia sabida y que recopila los datos ya conocidos. 

En esa misma rueda, los trabajadores de la investigación atrapados, ya que se les reconoce y se los obliga a investigar y se les financia aquellas cosas que no molesten. 

Existen problemas de financiamiento, claro, pero ojo no son los únicos. 

Si queremos salir de los problemas que presenta el sistema, sin salir del sistema, deberemos cambiar lo que se deba, corregir lo que se necesite y abrir las administraciones. 

Conseguir que política y conocimiento se amiguen, caso contrario el pozo será cada vez más hondo y la falta de dinero, pasará a ser, el menor de los problemas. 

Federico Vasches
Integrante del Observatorio de Políticas Públicas y Sociales de Río Negro.

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Opinión

Del otro lado, nosotros

Nota de opinión por Federico Vasches, integrante del Observatorio de Políticas Públicas y Sociales de Río Negro.

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En estos tiempos tan veloces de vivir, son pocos los momentos en que nos detenemos a tratar de comprender qué nos pasa, más allá del bolsillo.

Ahora es fácil confundir el síntoma con la causa, la consecuencia con la fuente del problema. Seguir discutiendo en circularidad de lo obvio: el dinero no alcanza. Cuando, en realidad no somos capaces de repensar qué es lo que genera la situación.

Entonces traigo tres dicotomías tan vigentes y actuales (y pasadas, si lo son), como necesarias para incorporar, quizá mate mediante en un momento de reflexión:

La primera responde a la pregunta, ¿dónde estamos?

Rápidamente comprender que estamos inmersos en un sistema democrático, que es abonado por todas y todos, ejercido por las instituciones del estado, pero que muchas veces quien gobierna, impone, crea y establece las condiciones de gobernabilidad, traza las políticas e inclusive el plan de gobierno, es el poder económico privado. Nacional e internacional.

Lo que quiero aportar aquí es esta dicotomía de los “jugadores” de adentro y de afuera del sistema. Vecinas y vecinos serán de afuera, pudiendo aportar con sus participaciones a quienes sí están adentro, la clase dirigencial, políticos y funcionarios públicos. Pero ojo, no seamos tampoco ingenuos, porque quizá hasta ellos mismos, están afuera del sistema de decisión, del poder real. Su único diferencial es conocer el sistema, ser conscientes de su lugar y cumplir con su papel, hacer como que deciden, emular que pueden, abonar alguno de los dos lados de una grieta que no existe como tal.

Para la segunda pregunta, debemos pensar, ¿qué nos ofrecen?

Es que claro, si ellos que son quienes ocupan los cargos públicos, que los elegimos para que gobiernen, no pueden hacerlo porque a su vez son condicionados por los poderes económicos concentrados nacionales, qué nos queda esperar a los demás?

Por lo pronto comenzar a comprender esta segunda dicotomía en la que usualmente nos empantanamos al momento de relacionarnos con ellas/os, y que comprenderla nos dará la libertad de saber qué se nos dice. Esta dicotomía es doble, ya que confundimos los productos del accionar del estado con resultados de la política pública desarrollada y a la vez, el diagnóstico de la situación, con la posibilidad real de avanzar y construir propuestas.

Daré un breve ejemplo: una campaña de vacunación que alcance las 50 personas diarias evidentemente da cuentas de un trabajo (producto – personas vacunadas), pero no de un resultado ya que desconocemos el punto de partida, la situación problemática que se pretendía abordar y acaso el nivel de esfuerzo institucional comprometido y previsto (¿qué tasa pretendíamos mejorar con la vacunación? ¿Queríamos vacunar 50 o quizá el doble y no pudimos?). En este mismo sentido el diagnostico es necesario para saber dónde estamos, qué nos falta, cuál podría ser un punto de partida. Pero solo es eso, un estado de situación. Se requiere entonces avanzar, trascender, comprender que eso es la base a considerar para planificar propuestas que mejoren ese punto de partida. El diagnóstico lo podemos compartir casi todos, pero el plan de acción seguramente tenga lógicas y necesarias resistencias.

Para la tercera pregunta y la más complicada, debemos enfrentar un, ¿qué necesitamos?

Claramente es mi opinión, y parte de considerar que la mejor manera de cambiar las cosas, es participando activamente, conociendo las reglas y teniendo las herramientas y recursos contextuales para ser parte de una construcción que permita dar discusiones, debates e incidir en el diseño y ejecución de lo público.

Por ello, la tercera dicotomía propone que no necesitamos mártires, sino líderes. Esa idea remanente de los héroes en la historia que lo han dado todo por la liberación de los pueblos, de alguna manera invita a pensar en luchas colosales y sobresalientes de pocas/os iluminados y claramente la historia argentina de los últimos 200 años da cuenta que, si a esos proyectos no se los nutre de ideología de compromiso, se los oxigena con carne y participación, mueren antes de iniciar, o se extinguen con su fundador.

Aquí aportar otra dicotomía que se desprende del sistema y es actual en términos de no aportar más que nombres sin proyecto, y es que, no es lo mismo ganar una elección que gobernar. Esas alianzas que dicen lo que se quiere escuchar, o que apelan a lo que el otro ha hecho mal, por sobre proponer hacia dónde, ganan es cierto, pero rápidamente quedan expuestas al momento de tener que avanzar y resolver cómo y qué hacer dentro y desde el estado. Discursos biensonantes sobran, quizá lo que falta es conocimiento sobre el funcionamiento de la cosa pública, para tratar de comprender si eso que han planteado, es posible, probable, realismo mágico o acaso legal.

Poco tiene que ver la legitimidad que otorga un cargo ganado con la capacidad de gestionar programas y proyectos, todas/os votamos a un par que quizá nos cae bien, pero el haber sido votado no garantiza ni eleva a nadie por sobre la masa. Ese será el rol y desafío que el líder deba emprender en una comunidad politizada, conocedora y sobre todo con la claridad para defender lo propio.

Al final y del otro lado, nosotros tratando de comprender para dónde va la cosa, quizá no sea mucho, pero espero que alguna de estas ideas, de estos conceptos, de estos interrogantes queden resonando y permitan idolatrar un poco menos y comprometerse a debatir un poco más.

Federico Vasches
Integrante del Observatorio de Políticas Públicas y Sociales de Río Negro.

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Opinión

¿Por qué marchamos?

Nota de opinión por Nicolás Rochas, apoderado Frente Renovador Distrito Río Negro.

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Nunca nadie que haya llegado al cargo de Presidente había confesado abiertamente, que a su entender, el Estado Nación es «el problema». Porque destruir el Estado no nos hará libres, simplemente nos expondrá ante el mundo casi como bienes fungibles, una nueva especie de res nullius en un planeta organizado en torno a países soberanos.

Marchamos porque no se trata de estar «en contra», sino de advertir las consecuencias de decisiones nefastas y evitar pérdidas que serán irreparables.

Porque gobernar es asignar prioridades y no puede estar antes la ganancia de un banquero que la comida de la gente.

Porque la inflación no puede detenerse a fuerza de pulverizar el salario.

Porque la Cultura, la Ciencia, el Deporte o el Arte, nunca (jamás) son un gasto, sino la inversión a través de la que un pueblo se expresa, se identifica, se distingue y crece.

En poco más de un mes, el gobierno de Javier Milei devaluó en más del 100% la moneda, quitó subsidios, subió tarifas, frenó la obra pública, desfinanció al Estado (tanto Nacional como a las provincias) y desprotegió a todo inquilino, consumidor o usuario. El precio de los alimentos se dispara día a día, pero aún más se le adelantan los medicamentos. Hay una confesa pretensión de asignarle a la recesión la estrategia para frenar los precios (macabra convicción, la de pensar que «no hay inflación en los cementerios»).

En nuestra historia democrática jamás tuvimos un gobierno tan disociado de la realidad, tan ajeno al padecimiento, tan insensible y brutal.

Ganar el balotaje le otorgó la legitimidad para el ejercicio del Poder Ejecutivo, no la adquisición llave en mano de un país (que le avisamos: no está en venta). Ser el Presidente le da facultades para administrar los recursos del Estado, no la Suma del Poder Público, ni el cúmulo de facultades con que los constituyentes contaron en la conformación de la república. También por esto marchamos, para recordarle conceptos tan básicos que parecen habérsele olvidado; premisas tan antiguas como sus recetas económicas del siglo XIX.

Buena parte de la sociedad argentina lo votó en la esperanza de un cambio. Pero ese cambio debe serlo en la mejora del conjunto, no en la aniquilación de todo lo que a su criterio configura “un gasto”. Cuando hablamos de Patria, País o Estado, no nos referimos a cifras, variables o estadística, sino a personas, individuos, ciudadanos. Existencias reales que comen, sufren y sienten; no son likes, ni visualizaciones; son angustias de padres, pies descalzos y pancitas que chiflan si no hay pan sobre la mesa.

Marchamos por la responsabilidad histórica que importa proteger la soberanía y por la sensibilidad social de cuidar a los que menos tienen. Marchamos para advertir sobre las consecuencias que pueden ser aún más gravosas y para intentar corregir desequilibrios que se profundizarán de seguir el curso de las cosas. Marchamos porque es nuestro país el que están rifando, en un experimento en el que (como diría Serrat) «juegan con cosas que no tienen repuesto”. Por todo esto, y tantas otras cosas, el 24 de enero marchamos!

Nicolás Rochas
Apoderado Frente Renovador – Distrito Río Negro.

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