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Opinión

Ciudades fundadoras en el Bicentenario de la Independencia

El vicegobernador Pedro Pesatti solicita que se reconozca a Viedma como ciudad fundadora y constructora de la emancipación nacional.

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El 9 de julio de 1816 las Provincias Unidas de Sudamérica declararon la Independencia de “los violentos vínculos que las ligaban a los reyes de España” y se invistieron “del alto carácter de una Nación libre e independiente del rey Fernando VII, sus sucesores y metrópoli, y de toda dominación extranjera”. Esta fue una verdadera demostración de coraje patriótico ya que el contexto para la declaración era altamente desfavorable debido al reestablecimiento del trono español en 1813 y al fracaso de las revueltas en el resto del nuevo continente.

En esos tiempos, las grandes distancias entre las ciudades débiles de las Provincias Unidas y la carencia general de recursos frente a la dominación de una Europa rica y próspera conspiraban contra la imperiosa necesidad de declararnos libres y soberanos, sin que más nada importara, tal como lo expresó San Martín en una de sus más célebres proclamas. No obstante, pese a todas las dificultades y adversidades, la voluntad de presentarnos ante el mundo como una Nación libre e independiente consiguió imponerse.

Más que una voluntad, lo que se impuso fue una pasión que atravesó e incluyó todo nuestro territorio nacional y, en primer lugar, a la Patagonia, incluidas las Islas Malvinas, que pagaron el más caro tributo a las distancias y a la desatención de Buenos Aires. Recordemos que esta tierra insular fue y es la que guarda los restos de nuestros últimos héroes, el lugar elegido por la Patria para abrazarse a ellos como se abrazó a los héroes del Ejército de los Andes. En cuanto a la Patagonia, cada oportunidad que se les presentó, tanto en el intento de anexamiento realista de 1818 como en la gloriosa gesta del 7 de marzo de 1827, no hizo más que confirmar su vocación de sostener su comunidad de destino con el resto de las Provincias Argentinas.

Por estas razones, a doscientos años de aquel segundo acontecimiento fundacional de la Patria, necesitamos concretar una reivindicación histórica para los pueblos de Viedma y Patagones. Debemos hacerlo porque estos pueblos, que fueron uno sólo en el otrora Fuerte del río Negro desde la fundación del Fuerte y la población Nuestra Señora del Carmen en 1779, preexistieron a la Revolución de Mayo y a la Independencia, y como tales, ingresan a la categoría de pueblos fundadores de la Argentina.

Antecedentes y justificación

En principio, debemos considerar que en aquellos años de lucha independentista, el poder económico y político del Virreinato se dividía entre las provincias del Norte, el Centro, el Litoral, Cuyo y la omnipresente Buenos Aires. La Patagonia -cuyo único y primer faro permanente y primigenio se encontraba en el Fuerte del Río Negro, hoy Viedma y Carmen de Patagones, fundadas juntas el 22 de abril de 1779- quedaba casi como una predicción de la historia: postergada y olvidada.

A modo de disgresión debemos señalar que luego de la Revolución de Mayo de 1810 hay evidencia histórica de que la bandera española flameaba en la margen norte del río Negro hasta 1814. Incluso es posible constatar en 1818 algún intento realista de tipo individual para recuperar estos territorios de Viedma y Patagones (aún siendo indivisibles) y la Patagonia toda, incluidas las Islas Malvinas, que habían sido reconocidos en Tucumán, en la Declaración de la Independencia, como parte integrante de las Provincias Unidas e independientes del poder español.

En las décadas posteriores llegarían las campañas de Juan Manuel de Rosas y de Julio Argentino Roca, el crecimiento demográfico y de infraestructura, el aprovechamiento de los recursos naturales para toda la Nación y los procesos de provincialización de los territorios nacionales de los que Viedma fue su capital, primero del Territorio Nacional de la Patagonia (1878) y, luego, del Territorio Nacional del Río Negro (1884). La Campaña de Juan Manuel de Rosas -a principios de la década de 1830- fue fundamental para consolidar la soberanía sobre los territorios más alejados que, desde los tiempos del virreinato, eran codiciados por potencias extranjeras, sobre todo por Inglaterra, cuya presencia en Malvinas se remonta a los tiempos de nuestra organización como país.

Ya con el desarrollo económico y tecnológico, el siglo XX vio nacer a una Patagonia proveedora de energía y riquezas a través de sus recursos hídricos, hidrocarburíferos, mineros, ictícolas, ganaderos, agrícolas y turísticos, que la proyectaron como un espacio de enormes potencialidades pero con escaso desarrollo poblacional.

La historia oficial utiliza el concepto de “anexamiento” de la Patagonia al territorio nacional como consecuencia de las mencionadas acciones de Rosas y de Roca. El término es inexacto e injusto, ya que si bien es cierto que la mayor parte de este vasto sector del país estaba fuera del control de la burocracia estatal porteña, había sitios –como, por ejemplo, Viedma-Patagones- con población y actividad política y comercial muy anterior a la conformación de la Patria, tal como sucedía en el resto de la Argentina, y con conciencia de su función histórica. Un claro ejemplo de todo ello lo resume el gran hijo del río Negro, Luis Piedrabuena, cuya vocación de servicio y aporte a la consolidación de nuestra soberanía en los mares australes sólo resulta comprensible si conocemos el contexto del lugar donde nació.

En este proceso de reafirmación de la pertenencia al territorio nacional es necesario destacar el significado de la gesta del 7 de marzo de 1827. Un hecho olvidado -tal vez intencionalmente- por la historia oficial, quizás debido al nulo papel que desempeñó Buenos Aires y que permitió sellar a fuego la soberanía argentina sobre la Patagonia frente a las pretensiones del entonces imperio brasileño.

Los manuales tradicionales coinciden en su prosa casi discriminatoria del rol cumplido por los patagónicos, al tiempo que soslayan la importancia del combate del 7 de Marzo en el proceso de convalidación de la Independencia declarada en 1816. Sin embargo, si la resistencia popular a la invasión brasileña hubiera fracasado –o no se hubiese producido-, la geografía de nuestro país habría corrido serios riesgos de no ser tal como hoy la concebimos.

En efecto, aquellos quinientos pobladores del más variado origen que poblaban el confín de la Patria en el portal de la Patagonia defendieron con escasos recursos el territorio nacional, superando sus diferencias para privilegiar un objetivo común. Aquellos pobladores bautizaron la Patagonia de Argentina con las aguas del río Negro y ratificaron para siempre la voluntad de nuestro pueblo de afianzar nuestra soberanía hasta en el último rincón de la Patria. Este verdadero hito de la historia argentina que ellos llevaron a cabo es equiparable en su significado con la Vuelta de Obligado porque reúne dos puntos en común: por un lado, la determinación que debieron reunir quienes fueron parte de ambos combates y, por otro lado, la presencia de uno de los grandes héroes de la historia argentina, Juan Bautista Thorne, el Sordo de Obligado, ya que el joven oficial también formó parte de la escuadra argentina en el combate del 7 de Marzo de 1827 que organizaron los marinos corsarios basados en el río Negro y el capitán de la corbeta nacional “Chacabuco”, Santiago Jorge Bynon.

Todo ello denota la importancia fundamental del Fuerte del Río Negro en la independencia nacional y en la defensa del territorio respecto de las agresiones externas. Paradójicamente, en ambos casos, la historia oficial descargó su ensañamiento.

También es necesario recordar que, para 1816, Viedma y Patagones constituían la frontera política más austral del país, ya que recién en 1820 la autoridades nacionales decidieron tomar el control efectivo de las Islas Malvinas. Este asentamiento poblacional preexistente y permanente garantizó la defensa limítrofe y dio impulso social y económico a una amplia y postergada región del país. Sin embargo, la reivindicación histórica se ha situado exclusivamente fuera de la Patagonia, centrándose en las batallas que consolidaron nuestra independencia y la resistencia a los embates extranjeros posteriores.

No puede quedar ajena a esta breve reseña sobre el carácter de pueblo fundador que corresponde a Viedma y Patagones una referencia a la Ley Provincial Nº 4965, porque es a partir de dicha ley que la Provincia de Río Negro rememora y celebra cada día 4 de marzo el choque de armas producido en las playas de la margen sur del río, a la altura del hoy denominado “Pescadero”, en el Balneario El Cóndor. Esta rememoración se enmarca en el contexto de los acontecimientos ocurridos la semana del 7 de marzo de 1827, durante el intento de invasión por parte del Imperio del Brasil al Fuerte del Río Negro, el más austral de las Provincias Unidas del Río de la Plata.

En consecuencia, por todos estos antecedentes, por quienes fueron artífices de los procesos de gestación de la patria en estas poblaciones -cuando la Argentina no era aún mucho más que un proyecto en diseño-, y como tributo al federalismo que acompañó desde cada rincón de nuestro territorio la gesta independentista y la construcción de un destino compartido, resulta justo y necesario que en este Bicentenario de la Declaración de la Independencia se reconozca a Viedma -y junto con ella a Carmen de Patagones- como ciudad preexistente, fundadora y constructora de la emancipación nacional.

Esta es la razón por la cual impulsamos ante el parlamento rionegrino un reconocimiento a este atributo que guarda la capital de la provincia para iniciar, a partir de allí, ante el Congreso de la Nación, el proceso que nos permita resignificar el rol cumplido por las viejas comunidades de la comarca Viedma-Patagones en los tiempos fundacionales de la Argentina.

 

Pedro Pesatti.
Vicegobernador de la Provincia de Río Negro.

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Opinión

El problema de la Argentina, es político

Nota de opinión por Federico Vasches, integrante del Observatorio de Políticas Públicas y Sociales de Río Negro.

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Me pregunté bastante estos últimos días de qué manera podría colaborar, no tanto en un caso puntual como el de una colecta de insumos necesarios para atender un incendio en la zona del el Bolsón, sino en general, para llevar un poco de luz al momento que estamos atravesando.

Básicamente, me pregunté ¿qué se puede aportar en tiempos de desregulación, inclusive del sentido?

Si acordamos que el año pasado (2024) fue el de buscar culpables institucionales o sociales y por ende emprender batallas generales, este todavía no queda claro por donde podría transcurrir.

No nos olvidemos de las masivas marchas por el financiamiento universitario, los gobernadores dando aviso de diferencias, diputados y senadores haciendo lo suyo por el quorum, reclamos multitudinarios en las calles, privatizaciones, cierres de empresas y reparticiones, despidos masivos, sindicatos en alza e inclusive la CGT que se rompió.

Ha pasado tanto en tan poco tiempo que parece que fuera una película lejana y si bien poco sentido tendría que yo se las cuente (porque todos la vivimos), estoy casi seguro que el común denominador ha sido la poca reflexión al respecto.

No me embarco en una discusión electoral (aún cuando este sea un año para ello), sino en algo más profundo, algo del sentido de las cosas, de la esencia de un sistema que a pesar y al pasar los nombres se orada y nos deja a los ciudadanos siempre en la base.

En este sentido me parece oportuno, traer esa clasificación bastante consensuada en el campo de las ciencias políticas, sobre las concepciones de la palabra “política”. Una primera “polity” que daría cuenta de la función de distribución de poder en la sociedad (algo así como el sistema político), una segunda “politics” como el juego cotidiano de actores por espacios de poder e influencia (en particular con el ejercicio de la política, negociaciones y arte de lo posible) y por último la “policy” como la acción de gobierno (en nuestro caso conocido como políticas públicas.

Este triángulo de conceptos que se interrelacionan y recobran sentido, nos permite pensar que las acciones de un gobierno democrático, electo por la mayoría, que ejerce en sus libertades y posibilidades legales el poder político con acompañamiento social, puede inclusive gobernar en detrimento de mayorías y por ende beneficiar en particular a pequeños grupos.

Este es un gobierno que no escondió, ni esconde el sentido de lo que hace, no prometió nada que no fuera a cumplir, de hecho, está honrando sus compromisos de campaña con creces.

¿Entonces dónde radica el conflicto?

A mi entender en dos aspectos que si se entrelazan aportan claridad, pero que pueden ser presentados como dos frentes de lucha casi objetivamente irrenunciables.

Me refiero por un lado el desfinanciamiento de la ciencia y la tecnología en especial, las ciencias sociales y por otro el echar culpas constantes y “embarrar” la cancha sectorial, como los únicos y grandes culpables de un sistema que no pueden cambiar esos actores.

El pensar en un modelo de desarrollo y crecimiento del país desde la inversión en ciencia y tecnología, implica no únicamente apostar a las ciencias duras o de trayectorias más reconocidas y antiguas, y a las emergentes para la innovación, modernización, sino no dejar de lado a las ciencias sociales. Castigadas, seguro, poco reconocidas también, aunque el debate puede ser extenso, pretendo que nos detengamos en considerar algo en especial. En momentos como estos en los cuales “desregular” el mercado implica a la vez poner techo a las paritarias y liberar que las empresas de telefonía, servicios, alquileres, prepagas de medicina aumenten libremente, es lo mismo que achicar el bolsillo de las/os trabajadoras/es, y este tipo de visualizaciones contextuales claramente son campo de estudio, de comunicación, de divulgación y de consolidación desde la ciencias sociales; por lo que desfinanciarlas es clave para silenciar voces calificadas.

Por otro lado, los ataques sectoriales permiten ganar tiempo para tomar mientras, medidas de fondo, llevar la atención hacia ese segmento generando discursos, odios y enojos contra los supuestos beneficios de tal o cual. Ojo que al final de cuentas y luego de tantos culpables, inclusive habiendo dejado sin trabajo a más de 70.000 empleados, los problemas (esos que les endilgaban), no se resolvieron por sí solos y hasta quizá se agravaron.

Si se está jugando un juego, quienes son dueños del tablero tienen conocimiento de las reglas, y todos los demás lo jugamos sin sentido, sin comprender, pero apurados, entregándonos por momentos y combatiendo con la claridad de quien pisa la pelota y levanta la cabeza.

Ya lo denunciaba Borges en su poema Ajedrez cuando se consultaba por la mano que movía la pieza, por el político que dentro de un sistema político juega a la política con sus propias reglas y negocia esas políticas públicas que a cuenta gotas, y pocas veces nos benefician.

Si al final de estas líneas, como yo creen que el problema de la Argentina es político (en todos sus sentidos), habrá bastante más posibilidad de diseñar una reconstrucción nacional que nos contenga, que nos represente, pero que sobre todo nos de oportunidades y claridad para entender por dónde y para dónde van a ir las cosas.

Federico Vasches
Integrante del Observatorio de Políticas Públicas y Sociales de Río Negro.

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Opinión

Cicatrix Maledictum: Secretos del Valle de la Luna

Las grietas de la tierra esconden historias que van más allá de lo visible. Por Javier Galli.

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Foto: Javier Galli.

En lo profundo del Valle de la Luna, un paisaje que desafía al tiempo, las grietas de la tierra esconden historias que van más allá de lo visible. Las formaciones sedimentarias, moldeadas por milenios, guardan cicatrices que podrían ser el eco de un cataclismo hídrico que transformó esta región hace miles de años.

Según documentos atribuidos a una expedición científica de mediados del siglo XX, las capas de roca en el Valle no solo revelan eventos geológicos únicos, sino también patrones simbólicos que han despertado interrogantes. ¿Son simples caprichos de la naturaleza o vestigios de una civilización perdida? Entre los hallazgos reportados se encuentran conchas marinas en alturas improbables, grietas que se entrelazan formando diseños geométricos y fragmentos de lo que parecen ser estructuras petrificadas. Todo esto contribuye a la teoría del «Diluvio Negro», un evento mítico que habría devastado esta región, dejando tras de sí un paisaje marcado por la devastación y el misterio.

La serie fotográfica Cicatrix Maledictum captura la esencia de estos paisajes, transformando las bardas erosionadas y los valles desérticos en un escenario donde la naturaleza se convierte en memoria y códice. Cada imagen invita al espectador a explorar las grietas como si fueran las páginas de un libro antiguo, cargadas de significados ocultos.

«El Valle de la Luna es mucho más que un testigo geológico del tiempo. Es un espacio donde las marcas en la tierra dialogan con nuestras propias preguntas sobre el pasado y el futuro. Estas cicatrices nos hablan de eventos que superan nuestra escala humana», reflexiona el autor de la serie.

Esta propuesta artística no busca dar respuestas definitivas, sino plantear interrogantes: ¿Qué historias se esconden bajo las capas del tiempo? ¿Es posible que un cataclismo tan devastador haya dejado huellas no solo en la tierra, sino también en nuestra memoria colectiva? Las fotografías de Cicatrix Maledictum no solo retratan un paisaje, sino que invitan a una experiencia sensorial y filosófica sobre los secretos que la naturaleza guarda bajo llave.

Próximamente, la serie podrá ser apreciada en diferentes espacios culturales de la región, donde se abrirá un diálogo entre arte, ciencia y la historia invisible que yace en el Valle de la Luna.

Por Javier Galli.
Artista. Fotógrafo.

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Opinión

La ‘Curva de Verani’: Huellas de una tragedia en Allen

Se cumplieron 30 años de la misteriosa desaparición de una joven en una chacra de Allen. Por Javier Galli.

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Foto: Javier Galli.

Cuando hablamos de fenómenos inexplicables, lo sobrenatural siempre parece rondar el límite entre lo real y lo imaginado. La historia que envuelve la chacra de la familia Menguelle, en la zona rural cercana a Guerrico, ha tomado una forma fantasmal en el imaginario popular de la región, transformándose en una leyenda que sigue inquietando a quienes la escuchan.

Todo comenzó hace más de 30 años atrás, el 12 de octubre de 1991, cuando la joven, Vanesa Menguelle, hija de una reconocida familia chacarera de la zona, desaparece inexplicablemente en las inmediaciones de la llamada ‘Curva de Verani’. La joven tenía algo en común con otros habitantes del área: una misteriosa enfermedad mental atribuida al uso de químicos para la cura de las tierras que rodeaban la chacra familiar. Con apenas 20 años, esta muchacha fue testigo de cómo su mente se distorsionaba, mientras el paisaje que la rodeaba parecía marchitarse al compás de su deterioro. Sus últimos días en la chacra fueron extraños, marcados por conductas erráticas. Algunos dicen que hablaba sola, otros aseguran que la vieron vagar entre los cultivos secos, como si buscara algo que nadie más podía ver.

Última aparición

Testigos aseguraban haber visto a Vanesa caminando sola la noche de su desaparición en dirección a la ‘Curva de Verani’. Sin embargo, nadie ha podido precisar lo que ocurrió después. Un vecino que circulaba en su camioneta la vio caminando con paso tambaleante cerca del galpón de su chacra, pero pensó que estaba volviendo a su casa. Esa fue la última vez que alguien la vio con vida.

La familia Menguelle denunció la desaparición de Vanesa al día siguiente, luego de que no regresara a casa esa noche. Las autoridades locales iniciaron una intensa búsqueda en los alrededores de la curva y la chacra, aunque sin resultados concluyentes. Personal policial de Allen y Guerrico, vecinos y trabajadores de la zona recorrieron a pie campos y galpones abandonados, sin encontrar rastro alguno de la joven.

Pero la historia de la joven no termina con su desaparición. Los accidentes en ese tramo de la ruta se incrementaron de forma alarmante tras su ausencia, pese a que las condiciones de la carretera y su iluminación eran óptimas. Testigos presenciales, en su mayoría automovilistas y camioneros, aseguran haber visto a una mujer caminando tambaleante en plena madrugada, vestida con un traje blanco que resplandece bajo las luces de los faros. El rostro siempre pálido, inexpresivo, pero lo suficientemente inquietante como para provocar distracción y, en muchos casos, accidentes.

Incluso hay quienes afirman que al detenerse para ayudarla, la joven desaparece en un abrir y cerrar de ojos, dejando tras de sí una sensación inexplicable de vacío y terror. Los informes policiales hablan de una curva en la que los accidentes no deberían ocurrir, y sin embargo, el misterio persiste. ¿Es la joven la responsable de estos siniestros? Nadie puede afirmarlo con certeza.

Los rumores en torno a la chacra maldita siguieron creciendo. Algunos habitantes del lugar cuentan que la joven no fue la única en desaparecer en ese sector. A lo largo de los años, otras historias similares han surgido. Una mujer, violada y asesinada, fue encontrada cerca de la chacra, y desde entonces, los fantasmas parecen habitar cada rincón de esas tierras.

Una versión particularmente espeluznante cuenta que algunos taxistas que recogieron a una muchacha pálida en las inmediaciones de la curva no volvieron a ser vistos con vida. Otros camioneros aseguran haber sido asaltados por la visión de una joven que, al principio, parece necesitar ayuda, pero pronto desaparece sin dejar rastro. En todos los casos, la figura de la joven vuelve a aparecer y desvanecerse, generando un temor que perdura incluso después de haber pasado por el lugar.

El tiempo ha pasado, y la chacra quedó destruida. Las paredes de la vieja casa, devoradas por el viento y la maleza, son el único testimonio de lo que alguna vez fue. Hoy, solo quedan ruinas, un espacio vacío donde la naturaleza ha reclamado lo que una vez fue suyo. Pero los rumores persisten, y los pocos que se atreven a acercarse al lugar aseguran sentir una presencia, un eco de lo que alguna vez fue la vida en ese rincón de campo. Las imágenes tomadas recientemente revelan rincones oscuros y sombríos, con detalles que parecen congelados en el tiempo. Estas fotografías, al igual que el recuerdo de Vanesa Menguelle, siguen evocando preguntas y susurrando historias que se niegan a desaparecer, como si algo aún habitara en esos parajes desolados de la ‘Curva de Verani’.

Por Javier Galli.
Artista. Fotógrafo.

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