Opinión
Reclamo por el cese de la violencia y represión
Nota de opinión por la Universidad Nacional de Río Negro.

Meses atrás la Gendarmería persiguió y reprimió a un grupo de mapuches y militantes sociales en lucha por la restitución de tierras, represión que causó la muerte de Santiago Maldonado. Este último sábado, la Prefectura reprimió con armas automáticas largas a otra comunidad mapuche, lo que causó la muerte de Rafael Nahuel, un joven de 21 años residente de un humilde barrio de San Carlos de Bariloche.
La cuestión de la tierra y los reclamos de quienes son pueblos originarios de la patagonia argentina, obliga al Estado nacional a desarrollar una política pública de reconocimiento, comprensión y diálogo, en búsqueda de soluciones de convivencia, sobre la base del principal derecho humano que es el derecho a la vida, tal como lo expresa la Constitución Nacional y el derecho internacional.
Basar la política pública en las fuerzas de seguridad y en la represión no tiene otra consecuencia que la que estamos viviendo. Han perdido la vida dos seres humanos, ambos huyendo, uno hacia un río y otro hacia la montaña. Estos hechos no hacen sino revelar la gravedad de recurrir a las fuerzas de seguridad militarizadas para resolver los reclamos de acceso a la tierra.
Violencia maximizada por el amateurismo mediático, que contribuye, por estos días, a construir la figura de un enemigo interno. La inacción del Estado nacional para resolver la tenencia de tierras conlleva a luchas por su restitución, donde familias originarias y militantes sociales se ven confrontados por fuerzas de seguridad armadas con ametralladoras, fusiles y pistolas.
Pasar del uso de armas disuasivas frente a un conflicto de esta naturaleza, al de armas de guerra es desconocer todos los protocolos de seguridad existentes en el mundo para este tipo de situaciones.
Reclamamos por el cese inmediato de la política represiva y de toda violencia, la prudente actuación de la justicia y la formulación y consenso de una política de estado que implemente los derechos de los pueblos originarios. La Constitución Nacional reconoce la pre-existencia étnica y cultural de los pueblos indígenas, el derecho a la tierra que ocupan y les garantiza, en caso de no alcanzar las que ocupan, otras tierras aptas y suficientes para el desarrollo humano. Otros países como Canadá lo pudieron hacer.
Los hechos del presente nos remontan al violento proceso iniciado a fines del siglo XIX, con la conquista militar de la Patagonia, que implicó la violencia abierta hacia un pueblo por el simple hecho de ser lo que es. Que continuó luego en los años 20 con los asesinatos de la Patagonia trágica. Los argentinos no podemos aceptar tales retrocesos ni una política de creación de enemigos frente a los cambios del orden mundial que nos colocan frente al desafío de hallarnos unidos a fin de construir una mejor y más justa Nación, inclusiva de los pueblos originarios.
Juan Carlos Del Bello, Roberto Kozulj, Carlos Arzone, Anselmo Torres, Carlos Rezzano, Gabriela Perren, Francisco Pereda, Daniel Barrio, Paola Cerutti, Norma Iris Hintze, Juan Ignacio Ortíz, Graciela Giménez, Juan Manuel Otero, Lila Luchessi, Laura Kropff Causa, Daniela Heim, José Luis Lanata, Diego Aguiar, Eva Muzzopappa, Claudia Briones, María Esperanza Casullo, Ana Ramos, Pablo Bohoslavsky, Juan Martin Quiroga, Marta Borda, Alberto Caselli, Bibiana Misischia, Ana Atorresi, María Andrea Nicolletti Navarro, Jorge Shitu, Walter Del Río, Maria Elena Ruiz, Nicolas Fellenz, Alicia Nudler, Evelyn Colino, Alma Tozzini, Marcelo Thorp, Carlos Lugani, Edith Noemí Lovos, Leonardo Salgado, Soledad Pérez, Luz Lattanzio, Fernando Mortada, Carina Llosa, Mariano Soricetti, Facundo Gomez, Diego Salinas, Lisa Mir, Mariángeles Millaman, Nerina Canale, Javier Puntieri, Jose Benciowicz, Maria Eva Muzzopappa, Soledad Vercellino, Ana Laura Alvarez Cavallotto, Eleonora Hantzsch, Juan Manuel Chironi, Gustavo Rodrigo, Liliana Barboza, Marcos Del Bello, Camilo García Simone, Daniel Paz Barreto, Marien Beguelin, Julia Torres, Pilar Pérez, Carolina Del Bello, Gabriela Paladino, Leonal Levican, Laura Totonelli, Fabiana Laguna, Julia Bazzani, Emiliano Campitelli, Juan Jose Ponce, Federico Vasches Vazquez, Javier Basile, Carolina Bagnato, Flavia Montello, Martín Parada, Ornella Cucchetti, Ana Capuano, , Claudio Molina, Sergio Castro Ros, Javier Areta, Adriana Hipperdinger, Vanesa Jara Stornelli, Julio Porcel De Peralta, Marisa Malvestitti, Leonardo Martins Gallego, Cecilia Ulla, Luis Hunicken, Mariano Benito, Maria Elena Piertantoni, Matías Saccomanno, Paulina Andrés, María Elena Ruíz, Anibal García, Paula Nuñez, Florencia Agosto, Mauro Armas, Leticia Gallo, Adrián Zamaro, Laura Ruberti, Juan Manuel Rodriguez Moure, Facundo Hernandez, Flavia Cristiani, José Luis Cuya, Daniela Arpigiani, Martín Parada, Claudio Molina, Julia Del Carmen, Viviana Diez, Norberto Lipchak, Anabella Marrapodi, Fabián Zampini, Angeles Smart, Inés Mouján, Mónica Muñoz, Santiago Naón, Gustavo Cabrera, Gabriela Aloras, Dino Di Nella, Dora Riestra, Daniel Natapof, Stella Maris Tapia, Sandra Poliszuk, Cecilia Sobrero, Luis Vivas, Carlos Bezic, Adriana Serquis, Walter Puebla Morón, Marcelo Lucero, Raúl Giacosa, Magalí Cardenas, Ariel Casco, María Enriquez, Ana Cecilia Rizzo, Emiliano Mutchinick, Gabriel García, Mariana Rivera Fossati, Joaquín Nuñez, María Agustina Salicioni, Ramiro Figueroa, Sol Alonso, Paola Ferreyra, Marcela Rey, Ailen García, Juan Cruz Boye, Diego Rodriguez, Lía Comaleras, Cynthia Hernández, Walter Prat, Luciana Mayor, Valeria Zambianchi, Adriana Epulef, Elizabeth Urra, Silvina Paz, Vanesa Antuña, Román Camba, María Eugenia Mosquera, Adolfo García Barros, Sebastián Debenedetti, Ariel Barbieri, José Luis Tappata, Lucía Arana, José Levio, Víctor Pini, Patricia Giordana, María Victoria Fernandez, Lucía Arana, Muriel Scarnicchia (siguen las firmas).
Opinión
El problema de la Argentina, es político
Nota de opinión por Federico Vasches, integrante del Observatorio de Políticas Públicas y Sociales de Río Negro.

Me pregunté bastante estos últimos días de qué manera podría colaborar, no tanto en un caso puntual como el de una colecta de insumos necesarios para atender un incendio en la zona del el Bolsón, sino en general, para llevar un poco de luz al momento que estamos atravesando.
Básicamente, me pregunté ¿qué se puede aportar en tiempos de desregulación, inclusive del sentido?
Si acordamos que el año pasado (2024) fue el de buscar culpables institucionales o sociales y por ende emprender batallas generales, este todavía no queda claro por donde podría transcurrir.
No nos olvidemos de las masivas marchas por el financiamiento universitario, los gobernadores dando aviso de diferencias, diputados y senadores haciendo lo suyo por el quorum, reclamos multitudinarios en las calles, privatizaciones, cierres de empresas y reparticiones, despidos masivos, sindicatos en alza e inclusive la CGT que se rompió.
Ha pasado tanto en tan poco tiempo que parece que fuera una película lejana y si bien poco sentido tendría que yo se las cuente (porque todos la vivimos), estoy casi seguro que el común denominador ha sido la poca reflexión al respecto.
No me embarco en una discusión electoral (aún cuando este sea un año para ello), sino en algo más profundo, algo del sentido de las cosas, de la esencia de un sistema que a pesar y al pasar los nombres se orada y nos deja a los ciudadanos siempre en la base.
En este sentido me parece oportuno, traer esa clasificación bastante consensuada en el campo de las ciencias políticas, sobre las concepciones de la palabra “política”. Una primera “polity” que daría cuenta de la función de distribución de poder en la sociedad (algo así como el sistema político), una segunda “politics” como el juego cotidiano de actores por espacios de poder e influencia (en particular con el ejercicio de la política, negociaciones y arte de lo posible) y por último la “policy” como la acción de gobierno (en nuestro caso conocido como políticas públicas.
Este triángulo de conceptos que se interrelacionan y recobran sentido, nos permite pensar que las acciones de un gobierno democrático, electo por la mayoría, que ejerce en sus libertades y posibilidades legales el poder político con acompañamiento social, puede inclusive gobernar en detrimento de mayorías y por ende beneficiar en particular a pequeños grupos.
Este es un gobierno que no escondió, ni esconde el sentido de lo que hace, no prometió nada que no fuera a cumplir, de hecho, está honrando sus compromisos de campaña con creces.
¿Entonces dónde radica el conflicto?
A mi entender en dos aspectos que si se entrelazan aportan claridad, pero que pueden ser presentados como dos frentes de lucha casi objetivamente irrenunciables.
Me refiero por un lado el desfinanciamiento de la ciencia y la tecnología en especial, las ciencias sociales y por otro el echar culpas constantes y “embarrar” la cancha sectorial, como los únicos y grandes culpables de un sistema que no pueden cambiar esos actores.
El pensar en un modelo de desarrollo y crecimiento del país desde la inversión en ciencia y tecnología, implica no únicamente apostar a las ciencias duras o de trayectorias más reconocidas y antiguas, y a las emergentes para la innovación, modernización, sino no dejar de lado a las ciencias sociales. Castigadas, seguro, poco reconocidas también, aunque el debate puede ser extenso, pretendo que nos detengamos en considerar algo en especial. En momentos como estos en los cuales “desregular” el mercado implica a la vez poner techo a las paritarias y liberar que las empresas de telefonía, servicios, alquileres, prepagas de medicina aumenten libremente, es lo mismo que achicar el bolsillo de las/os trabajadoras/es, y este tipo de visualizaciones contextuales claramente son campo de estudio, de comunicación, de divulgación y de consolidación desde la ciencias sociales; por lo que desfinanciarlas es clave para silenciar voces calificadas.
Por otro lado, los ataques sectoriales permiten ganar tiempo para tomar mientras, medidas de fondo, llevar la atención hacia ese segmento generando discursos, odios y enojos contra los supuestos beneficios de tal o cual. Ojo que al final de cuentas y luego de tantos culpables, inclusive habiendo dejado sin trabajo a más de 70.000 empleados, los problemas (esos que les endilgaban), no se resolvieron por sí solos y hasta quizá se agravaron.
Si se está jugando un juego, quienes son dueños del tablero tienen conocimiento de las reglas, y todos los demás lo jugamos sin sentido, sin comprender, pero apurados, entregándonos por momentos y combatiendo con la claridad de quien pisa la pelota y levanta la cabeza.
Ya lo denunciaba Borges en su poema Ajedrez cuando se consultaba por la mano que movía la pieza, por el político que dentro de un sistema político juega a la política con sus propias reglas y negocia esas políticas públicas que a cuenta gotas, y pocas veces nos benefician.
Si al final de estas líneas, como yo creen que el problema de la Argentina es político (en todos sus sentidos), habrá bastante más posibilidad de diseñar una reconstrucción nacional que nos contenga, que nos represente, pero que sobre todo nos de oportunidades y claridad para entender por dónde y para dónde van a ir las cosas.
Federico Vasches
Integrante del Observatorio de Políticas Públicas y Sociales de Río Negro.
Opinión
Cicatrix Maledictum: Secretos del Valle de la Luna
Las grietas de la tierra esconden historias que van más allá de lo visible. Por Javier Galli.

En lo profundo del Valle de la Luna, un paisaje que desafía al tiempo, las grietas de la tierra esconden historias que van más allá de lo visible. Las formaciones sedimentarias, moldeadas por milenios, guardan cicatrices que podrían ser el eco de un cataclismo hídrico que transformó esta región hace miles de años.
Según documentos atribuidos a una expedición científica de mediados del siglo XX, las capas de roca en el Valle no solo revelan eventos geológicos únicos, sino también patrones simbólicos que han despertado interrogantes. ¿Son simples caprichos de la naturaleza o vestigios de una civilización perdida? Entre los hallazgos reportados se encuentran conchas marinas en alturas improbables, grietas que se entrelazan formando diseños geométricos y fragmentos de lo que parecen ser estructuras petrificadas. Todo esto contribuye a la teoría del «Diluvio Negro», un evento mítico que habría devastado esta región, dejando tras de sí un paisaje marcado por la devastación y el misterio.

La serie fotográfica Cicatrix Maledictum captura la esencia de estos paisajes, transformando las bardas erosionadas y los valles desérticos en un escenario donde la naturaleza se convierte en memoria y códice. Cada imagen invita al espectador a explorar las grietas como si fueran las páginas de un libro antiguo, cargadas de significados ocultos.

«El Valle de la Luna es mucho más que un testigo geológico del tiempo. Es un espacio donde las marcas en la tierra dialogan con nuestras propias preguntas sobre el pasado y el futuro. Estas cicatrices nos hablan de eventos que superan nuestra escala humana», reflexiona el autor de la serie.

Esta propuesta artística no busca dar respuestas definitivas, sino plantear interrogantes: ¿Qué historias se esconden bajo las capas del tiempo? ¿Es posible que un cataclismo tan devastador haya dejado huellas no solo en la tierra, sino también en nuestra memoria colectiva? Las fotografías de Cicatrix Maledictum no solo retratan un paisaje, sino que invitan a una experiencia sensorial y filosófica sobre los secretos que la naturaleza guarda bajo llave.

Próximamente, la serie podrá ser apreciada en diferentes espacios culturales de la región, donde se abrirá un diálogo entre arte, ciencia y la historia invisible que yace en el Valle de la Luna.

Por Javier Galli.
Artista. Fotógrafo.
Opinión
La ‘Curva de Verani’: Huellas de una tragedia en Allen
Se cumplieron 30 años de la misteriosa desaparición de una joven en una chacra de Allen. Por Javier Galli.

Cuando hablamos de fenómenos inexplicables, lo sobrenatural siempre parece rondar el límite entre lo real y lo imaginado. La historia que envuelve la chacra de la familia Menguelle, en la zona rural cercana a Guerrico, ha tomado una forma fantasmal en el imaginario popular de la región, transformándose en una leyenda que sigue inquietando a quienes la escuchan.
Todo comenzó hace más de 30 años atrás, el 12 de octubre de 1991, cuando la joven, Vanesa Menguelle, hija de una reconocida familia chacarera de la zona, desaparece inexplicablemente en las inmediaciones de la llamada ‘Curva de Verani’. La joven tenía algo en común con otros habitantes del área: una misteriosa enfermedad mental atribuida al uso de químicos para la cura de las tierras que rodeaban la chacra familiar. Con apenas 20 años, esta muchacha fue testigo de cómo su mente se distorsionaba, mientras el paisaje que la rodeaba parecía marchitarse al compás de su deterioro. Sus últimos días en la chacra fueron extraños, marcados por conductas erráticas. Algunos dicen que hablaba sola, otros aseguran que la vieron vagar entre los cultivos secos, como si buscara algo que nadie más podía ver.
Última aparición
Testigos aseguraban haber visto a Vanesa caminando sola la noche de su desaparición en dirección a la ‘Curva de Verani’. Sin embargo, nadie ha podido precisar lo que ocurrió después. Un vecino que circulaba en su camioneta la vio caminando con paso tambaleante cerca del galpón de su chacra, pero pensó que estaba volviendo a su casa. Esa fue la última vez que alguien la vio con vida.
La familia Menguelle denunció la desaparición de Vanesa al día siguiente, luego de que no regresara a casa esa noche. Las autoridades locales iniciaron una intensa búsqueda en los alrededores de la curva y la chacra, aunque sin resultados concluyentes. Personal policial de Allen y Guerrico, vecinos y trabajadores de la zona recorrieron a pie campos y galpones abandonados, sin encontrar rastro alguno de la joven.
Pero la historia de la joven no termina con su desaparición. Los accidentes en ese tramo de la ruta se incrementaron de forma alarmante tras su ausencia, pese a que las condiciones de la carretera y su iluminación eran óptimas. Testigos presenciales, en su mayoría automovilistas y camioneros, aseguran haber visto a una mujer caminando tambaleante en plena madrugada, vestida con un traje blanco que resplandece bajo las luces de los faros. El rostro siempre pálido, inexpresivo, pero lo suficientemente inquietante como para provocar distracción y, en muchos casos, accidentes.
Incluso hay quienes afirman que al detenerse para ayudarla, la joven desaparece en un abrir y cerrar de ojos, dejando tras de sí una sensación inexplicable de vacío y terror. Los informes policiales hablan de una curva en la que los accidentes no deberían ocurrir, y sin embargo, el misterio persiste. ¿Es la joven la responsable de estos siniestros? Nadie puede afirmarlo con certeza.
Los rumores en torno a la chacra maldita siguieron creciendo. Algunos habitantes del lugar cuentan que la joven no fue la única en desaparecer en ese sector. A lo largo de los años, otras historias similares han surgido. Una mujer, violada y asesinada, fue encontrada cerca de la chacra, y desde entonces, los fantasmas parecen habitar cada rincón de esas tierras.
Una versión particularmente espeluznante cuenta que algunos taxistas que recogieron a una muchacha pálida en las inmediaciones de la curva no volvieron a ser vistos con vida. Otros camioneros aseguran haber sido asaltados por la visión de una joven que, al principio, parece necesitar ayuda, pero pronto desaparece sin dejar rastro. En todos los casos, la figura de la joven vuelve a aparecer y desvanecerse, generando un temor que perdura incluso después de haber pasado por el lugar.
El tiempo ha pasado, y la chacra quedó destruida. Las paredes de la vieja casa, devoradas por el viento y la maleza, son el único testimonio de lo que alguna vez fue. Hoy, solo quedan ruinas, un espacio vacío donde la naturaleza ha reclamado lo que una vez fue suyo. Pero los rumores persisten, y los pocos que se atreven a acercarse al lugar aseguran sentir una presencia, un eco de lo que alguna vez fue la vida en ese rincón de campo. Las imágenes tomadas recientemente revelan rincones oscuros y sombríos, con detalles que parecen congelados en el tiempo. Estas fotografías, al igual que el recuerdo de Vanesa Menguelle, siguen evocando preguntas y susurrando historias que se niegan a desaparecer, como si algo aún habitara en esos parajes desolados de la ‘Curva de Verani’.





Por Javier Galli.
Artista. Fotógrafo.