Opinión
Pobres somos todos
Nota de opinión por Flavio M. Fernández, Lic. en Educación.

Con datos siempre discutibles e imágenes calamitosas, todos hablan de, y en nombre de, los pobres. Las continuas crisis, las hiperinflaciones y devaluaciones perjudiciales para la mayoría, crearon el malestar permanente con que recibimos las noticias estadísticas de la pobreza. ¿Quién no se siente pobre? Se habla de la pobreza porque paga en votos, pero también en construcción programática.
Cuando políticos, técnicos y comunicadores hablan de pobreza todo sucede como si tuvieran la eficacia de algunos pastores o de ciertos adivinos. Dejan que en sus palabras cada uno entienda lo que pueda y quiera entender. Le hablan a todos, pero a cada uno le resuena de una forma particular y movilizante de modo que a todos les parece que “está hablando sobre mi”. La palabra política sobre la pobreza conmociona pluralmente: a quienes son pobres de acuerdo a una medida estadística; a quienes independientemente de su posición en las estadísticas se sienten pobres; a quienes temen empobrecerse porque el país se empobrece o empobrece a cada vez más gente y por oleadas si se toma una línea gruesa que se inicia en 1975, cuando el Rodrigazo descerrajó la primera gran ráfaga de pauperización; a quienes suponen que sus impuestos se dedican en mayor parte a asistir a los pobres y no, como verdaderamente sucede, a subvencionar lo caros que son nuestros capitalistas.
Hace más de veinte años que nuestra sociedad pone en el centro de los debates públicos la cuestión de la pobreza. En ofensivas, modas, compulsiones y campañas por diversos medios, y en diversos sentidos. Pero la cuestión nunca está ausente. Cualquier recién llegado podría concluir de esto que estamos cerca de resolver el problema o, al confrontarse con la realidad, diría: ¿cómo puede ser tanta filantropía y tan pocos resultados? Ignoraría ese sujeto que el discurso sobre la pobreza parece ser más que una forma de generar políticas públicas que puedan terminar con la miseria y hacer más justa y vivible a nuestra sociedad, una forma de construir sujetos políticos que puedan convivir con ella.
La denuncia de la pobreza, un programa político
“Pobreza” es ante todo y cada vez más un término clave en los procesos de legitimación política. La retórica que pone en el centro la pobreza se basa en apelar a la opinión pública con un mensaje que mezcla datos siempre discutibles, imágenes calamitosas e incorpora el cálculo de las múltiples resonancias que dispara esa cuestión en el público, los pobres incluidos. Se habla de la pobreza porque paga en votos, pero también en construcción programática. Es que se puede hablar en nombre de los pobres y buscar su voto reivindicando sus derechos.
Pero también se puede referir al “escándalo de la pobreza” para denunciar el “mal gobierno” exponiendo la pobreza como un síntoma y tratar de ganar el voto de las clases medias y altas horrorizadas por el espectáculo de la pobreza, cuya visibilidad estereotipada es interpretada como resultado de la “incapacidad de los políticos”, el “gigantismo del estado” o la “debilidad de los mecanismos de mercado” entendida como insuficientes concesiones a los grupos más concentrados de la economía que, como todos los sabemos, no se cansarían de crear empleo y oportunidades para todos. En este caso suelen desconocerse los efectos de la vigencia de mecanismos de acumulación económica que generan desigualdad, explotación y evasión de divisas a través de todos los gobiernos y en escalas cuya mínima reducción alcanzaría para resolver todos los problemas de los “pobres” (con sólo reducir una parte de la evasión actual se equilibrarían las cuentas fiscales sin necesidad de acudir a costosos servicios financieros que sobre pagaremos en proporción inversa a nuestras ganancias y responsabilidad). La crítica de la pobreza, por paradójico que parezca, hoy esta puesta al servicio de las ideas e instituciones que históricamente más pobrezas han creado en el país.
Somos todos pobres
¿Quiénes son los pobres? ¿Los que duermen en la calle? ¿Los que viven de la asistencia pública (un sujeto más mitológico que real)? ¿Los trabajadores pobres que a pesar de deslomarse no logran acceder a los bienes que conforman la canasta de bienes que define la línea de pobreza? ¿Los segmentos menores y más expuestos del narcotráfico? ¿Los que a pesar de ganar el dinero que cubre esos bienes han visto a sus familias descender socialmente o sienten que sus barrios se degradan a fuerza de la degradación de los bienes públicos (la escuela, la seguridad, la salud, los caminos, el transporte)? ¿Las clases medias bajas que sufren esos mismos males y “odian” a los pobres que son el fondo contra el cual se distinguen pero que a los ojos de las clases medias-medias y altas no dejan de ser “negros” y “grasas”? ¿Las clases medias que sienten que sus proyectos crujen con cada aumento de tarifas y luego sienten que todo es posible cuando están en la manga del avión a Miami?
Una de las razones por las que no sabemos quiénes son los pobres, y por las que el discurso sobre la pobreza nos interpela a todos con sentidos y estrategias diferentes, es que fundimos en una sola percepción los resultados de la medición técnica de la pobreza con el malestar de la mayor parte de los argentinos asalariados y con el malestar de los que creen que sostienen a los pobres. Malestar que no nació ni en 2015, ni en 2013, ni en 2001. Los argentinos experimentaron continuas crisis, la erosión de las esperanzas, brutales reacomodamientos económicos, que han sido para las mayorías, algo generalmente perjudicial. No es que nadie gana en las hiperinflaciones, los defaults, las devaluaciones, pero esos no son en general los asalariados de todas las categorías. En ese sentido “todos somos pobres” y por eso el término pobreza es una llaga de todos, un motivo de queja tanto como de exaltación e invocaciones políticas.
La “sensación de pobreza”, la pobreza técnicamente definida y la indigencia, también resultado de la misma medición, son hijas de un empobrecimiento generalizado que se puede observar en dos series de datos que explican el desencanto casi constante de los argentinos: los períodos de estancamiento del PBI per cápita, (como el que viene desde 2012 y que implican el achicamiento de la torta), los tiempos de concentración del ingreso y el empeoramiento del índice de Gini que mide la desigualdad (y cuyo resultado actual implica que la torta que se achicó, además, se distribuye peor). Pues bien, en la Argentina esos períodos son muchas veces coincidentes y de larga duración (el PBI per cápita estuvo estancado lustros enteros antes de 2003 y se encuentra en el mismo estado desde 2011; mientras en esos períodos el balance de la distribución del ingreso o el de participación de los asalariados en el PBI empeoró). De esa dinámica socioeconómica surge el malestar en que se larva el clima de indignación/esperanza con que todos recibimos las noticias estadísticas y las impresiones sensibles de la pobreza.
La línea de pobreza no es la frontera entre el paraíso y el infierno
Si alguien está por debajo de la línea de pobreza está muy, muy mal. Pero también lo están aquellos que están por arriba de esa mítica línea, aunque la medición los ponga del lado de los que pueden comprarse todos los sachet que una familia debe comprar en el mes para no descalcificarse. Es que la medida técnica de la pobreza, la canasta de bienes que define un mínimo de consumo, es necesario saberlo, es mezquina y muy poco exigente si la miramos con los ojos de la vida real.
Esa canasta de bienes piensa en lo mínimo de lo mínimo, un set de necesidades incompleto y falto de realismo que descuida los imponderables de la vida cotidiana como si el presupuesto de un hogar se hiciese a base de un cálculo de calorías que no pueden contener los gastos extras de todos los días. Y no me refiero a caviar, cigarrillos, alcohol, idas al bingo, quiniela clandestina, gaseosas o paco. La necesidad de acudir a remises para superar apuros en los que se juegan el presentismo o el destino de los mil malabares cotidianos en que se distribuyen jefes y jefas de hogares donde la tasa de problemas crece más que la de soluciones. Los remedios que imponen gastos de dinero y tiempo específico o ir a morir a las farmacias donde te arrancan la cabeza. Los robos frecuentes que sufren los más pobres. Los caños que se rompen en casas construidas con lo peor y a los apurones. La necesidad de reponer objetos indispensables. La solidaridad vecinal y familiar que es parte de un sistema de crédito informal, pero tiene sus costos inevitables. La línea de pobreza no capta y no tiene por función captar la realidad vivida sino establecer una referencia para comparaciones entre diversos momentos. Un punto más o un punto menos, cinco puntos más o menos, de habitantes por arriba o por abajo de esa línea no cambian ni la sensación de malestar que abarca a todos los trabajadores ni debería cambiar la imagen de sociedad ruinosa que todos tenemos respecto de la Argentina: ni ahora ni hace cinco años.
Flavio M. Fernández
Lic. en Educación
Opinión
Educación: Entre forma y contenido, entre ser y aparecer, realidad y ficción
Nota de opinión por Omar Medina, docente jubilado.

Sr. Gobernador: En mi carácter de ciudadano elevo la presente a Ud., con el fin de hablar seriamente sobre Educación. No pretendo caer en formalidades, sino analizar los resultados fácticos sobre el particular. No es mi intención enredarme en discursos formales que -así como la vemos hoy- hagan referencia a los logros educativos donde no se perciben deserciones ni desgranamientos, toda vez que eso ocurre sólo en el plano de lo formal, en la realidad, lo que se ve es el trato del educando como “dibujo animado”: sólo existe en el papel. En lo fáctico, si abandona, si deja de ir por largo tiempo, no importa. Mientras siga figurando en las planillas… esto es útil al Estado para garantizar la Educación Perfecta. La Estadística ejemplar.
Entonces, propongo hablar seriamente lo que significa EDUCACIÓN, como FINALIDAD, como apropiación de la Naturaleza Interna, y no como MEDIO de apropiación de la Naturaleza Externa (economía) observado esto en la Institución Escuela como garante de ESCOLARIZACIÓN, o GUARDA, como depósito y cuidado de niños y adolescentes en establecimientos para su interacción y socialización, pero con nula exigencia en cuanto a su formación académica. Y con la única finalidad de garantizar sueldos, y garantizarse los subsidios para Educación.
Usted se comprometió (en 2017) que al finalizar la primera promoción de la ESRN se iba a hacer una evaluación INTEGRAL de sus resultados, hecho que debería haberse concretado en 2021, y no se ha realizado. Se han quedado sólo con el dato formal, estadístico de una escuela perfecta, donde nadie queda libre ni repite, pero, vuelvo a reiterar, eso no se ve en la práctica.
Desde una mirada desde el llano, lo que se puede apreciar es que han extendido el sistema de Educación Inicial, a los otros dos. Hagamos un poco de historia para fundamentar lo dicho:
ANTECEDENTES:
1) Hasta el año 2008, el estudiante de Nivel Medio debía tener una asistencia regular en la escuela para no quedar libre, no desertar, y no adeudar más de dos materias para pasar al curso siguiente. En el primer caso, el Régimen de Inasistencias -reflejado en la Resolución que aparecía detrás de los boletines rosados- expresaba que a las quince (15) inasistencias, el estudiante quedaba libre, y se le daba una reincorporación automática, pero en lo formal, los padres y/o tutores debían firmar el trámite de la reincorporación. Luego de las veinticinco (25) inasistencias, sólo si tenía diecisiete (17) ausencias respaldadas por certificado médico, se lo reincorporaba por segunda vez, hasta las 30 inasistencias. Luego, directamente perdía la regularidad. Por otro lado, el BID, como institución que garantizaba (y garantiza) subsidios para Educación observó -como órgano de control sobre el dinero que entregaba de ese modo- una irregularidad: había mucha deserción en el Sistema. Allí se gesta el primer cambio, con la TRANSFORMACIÓN EDUCATIVA (implementada en 2010). La actividad áulica no se modificó mucho, pero el Régimen de Inasistencia DESAPARECIÓ. El Estudiante ya no quedaba libre. Ya no había deserción.
2) Pero esta corrección de una variable, no tuvo en cuenta la incidencia en otras, y aquí aparece la segunda irregularidad, que pone en evidencia el divorcio del Sistema entre lo Formal y lo Fáctico. Porque el estudiante seguía faltando, otros directamente abandonaban la escuela, pero, como no quedaban libres, a fin de año había que cerrarle notas. LA ANOMALÍA: Si de un curso ingresan 30 alumnos, abandonan 12, y 3 de ellos repiten de año, la estadística da asistencia plena, pero ese curso tenía un 50% de desgranamiento.
3) Allí es que, cuando se les hace notar de parte de este organismo de control que es al mismo tiempo el que subsidia el Sistema Educativo, el tema del desgranamiento, en vez de hacer los ajustes necesarios para garantizar una mejor educación, y rendirle cuentas a la ciudadanía, deciden ajustar en las formalidades, y dejar en lo fáctico, a los educandos a merced de su voluntad, convirtiendo, u organizando a la Educación como proyección de Educación Inicial. Así como el niño asiste a sala de 4 y sala de 5 por cronología, así hacen con el nivel primario (que ya venía con el sistema de no repitencia, a tal punto de recibir en 1° año del secundario niños que no saben leer y escribir) y el Nivel Medio. Nace la ESRN, donde los adolescentes transitan de Primero a Quinto año, del mismo modo que de Sala de 13 a Sala de 17.
DESARROLLO:
Queda demostrado en los antecedentes, que se usa a Educación como bien de cambio, como MERCANCÍA, y no como INVERSIÓN para garantizar la correcta formación e instrucción de un ciudadano pleno, con inserción social y con posibilidades de acceso al Nivel Superior. En mi caso, siempre he mantenido la afirmación de que la EDUCACIÓN es un FIN en sí misma, no un MEDIO para conseguir empleo, o dividendos de la banca internacional. Sin embargo, en la mayoría de los casos he oído, de parte de los garantes de la igualdad y la inclusión, respuestas relacionadas a esto último. Y aquí es donde también he expresado que, de ese modo, se sigue fomentando lo que se quiere combatir a través de la obligación de la Educación Media: la mano de obra barata. Eso sí. Con título secundario. Y ahí es, también, donde se invierte la visión respecto a Educación. Se la ve como un GASTO.
Los tres pilares de la Comunidad Educativa, presuntamente se sienten cómodos con este sistema, dado que 1) para los padres, lo importante es que el estudiante no repita. Ya quedó demostrado en el pasado, cuando en el año 1995, ante la falta de pago por tres meses, la emisión de bonos que al cambio se devaluban a un 60%, y por los paros realizados, los estudiantes corrían el riesgo de perder el año. En ese momento los padres marchaban junto a los docentes para garantizar la Educación de sus hijos, pero, cuando el Gobernador anuncia que los Estudiantes ese año aprobarán por decreto, automáticamente ya no importaba la Educación, ya estaba garantizado el pasar de año, a pesar de lo educativo. 2) Es muy común que cuando el gremio docente organiza un paro, se planteen varios temas, y sea el último el de mejora salarial, ahora, si el gobierno soluciona (de una demanda de ocho temas) los siete primeros, pero no aumenta los sueldos, el gremio sigue con la medida de fuerza. Ahora, si aumentan el sueldo y no resuelven los siete ítems anteriores… eso puede esperar. Hay que volver a clase, aunque los baños estén tapados, las ventanas sin vidrios, y los calefactores rotos. Este hecho lo viví personalmente como papá de la Escuela Primaria N° 128; 3) Por último, de parte del Gobierno, se evidencia que antes que la formación académica de los educandos para que puedan insertarse en estudios superiores y formarse como Profesionales, está más preocupado por las Estadísticas, para rendirle cuentas al BID sobre la conveniencia de seguir recibiendo subsidios. En todos los casos, el estudiante es cosificado, manipulado como datos para una simple estadística, y usado como rehén en el conflicto entre Gremio/Gobierno. En definitiva, me atrevo a decir: es un dibujo animado, que tiene sólo existencia en el papel. Aunque no vaya, aunque tenga problemas para apropiarse de ciertos saberes, aunque… mientras figure para las estadísticas será premiado con otro papel: el título secundario. Pero si quiere conseguir trabajo, le exigen secundario terminado, y ahí recién se desayuna que el egreso no sirve de nada. Y si su intención es seguir una carrera Universitaria, se da cuenta que no tiene los saberes acordes a un ingresante de Estudios Superiores. He oído -también- solicitar a las Universidades se ajusten a la Nivelación hacia abajo que se hacen con los sistemas básicos. Pero de ser así, mi hipótesis es que quien estudie medicina se convertirá en un curandero con título profesional.
No quiero centrar la discusión con el modo de obrar de los educandos, en virtud de que, por una cuestión cronológica, y de la conformación de su personalidad, aún no tienen en claro las consecuencias de sus actos. Como dije siempre, los chicos son chicos. Detrás de ellos, los adultos responsables (llámese padres/tutores, docentes, gobernantes) tenemos toda la responsabilidad de garantizarle una formación académica adecuada para su futuro. Pero, en vez de hacer hincapié en eso, preferimos -como burócratas- garantizar las estadísticas, -como profesionales en educación- convertirnos en simples asalariados, y como padres, en fieles creyentes que lo externo (un papel, un título) garantiza lo interno (el conocimiento, el portar las herramientas que harán -de los futuros ciudadanos- hombres libres, con principios y con valores).
Ahora, plantear un sistema de emergencia puede ser un recurso válido mientras se sanean otros problemas, pero ENALTECER LA DOCTRINA DEL FRACASO, pretendiendo llevar el modelo totalmente obsoleto de la ESRN, a las Técnicas, es un DESPROPÓSITO que no se puede presuponer como un equívoco viniendo de los Funcionarios que tienen la OBLIGACIÓN de gobernar para garantizar un buen presente y un mejor futuro para los ciudadanos Rionegrinos, y que tienen una formación y el conocimiento para entender que no pueden convertir el aspecto intrínseco de la Naturaleza Humana (el Mundo Simbólico, la Educación) que garantiza la evolución científica de la humanidad, en simple MERCANCÍA, empleando las Estadísticas para interactuar con organismos de préstamos y subsidios. Es bien sabido que las Garantías que ofrecen desde los distintos estamentos de Educación en relación al presunto acompañamiento de los Egresados es una FALACIA. Una vez que el educando sale de Sala de 17, es abandonado a su suerte. Se les da un correo electrónico para comunicarse con los espacios que adeuda y, frecuentemente, si el establecimiento tiene docentes disponibles que puedan orientarlo (siempre y cuando no esté cubriendo cursos en horas libres) recibirá una respuesta con el tiempo. No pueden ir personalmente, los educadores están abocados a los cursantes, y ellos pasan inadvertidos, son invisibilizados.
Uno de los aspectos que más fue atacado en el Sistema Educativo en las últimas décadas, fue la MERITOCRACIA. Cuando la Ideología momentánea tangentea e influye en organismos Estructurales como es Educación, pasan estas cosas. Pero, en ese actuar ideológico también se aplicaba la doble moral, el doble discurso. Resulta que el Estado debe formar en igualdad, sin meritocracia, donde no hay unos más competentes que otros, donde la igualdad ante la ley desaparece cuando se plantea la idoneidad como algo no deseado (producto del mérito), entonces aparecen los acomodos por afinidad. Pero, en Educación, para obtener un cargo, y aplicar para los jerárquicos, se deben reunir requisitos propios de la MERITOCRACIA, allí no somos todos iguales como les enseñamos a los educandos, allí, el Mérito de ser Docente está tres puntos arriba del ser Habilitante y seis arriba del Supletorio. Entonces, un estudiante de la ESRN que decide formarse en Educación, se encuentra que 1) como educando, le enseñaron que el mérito no es válido; 2) como educador, le exigen mérito para los cargos que desee cubrir (aparte de la especificidad). 3) Cuando se enfrenta a esta realidad, descubre el ENGAÑO. Y ya es tarde.
Omar B. MEDINA
DNI: 14.937.370
Docente jubilado
Opinión
El problema de la Argentina, es político
Nota de opinión por Federico Vasches, integrante del Observatorio de Políticas Públicas y Sociales de Río Negro.

Me pregunté bastante estos últimos días de qué manera podría colaborar, no tanto en un caso puntual como el de una colecta de insumos necesarios para atender un incendio en la zona del el Bolsón, sino en general, para llevar un poco de luz al momento que estamos atravesando.
Básicamente, me pregunté ¿qué se puede aportar en tiempos de desregulación, inclusive del sentido?
Si acordamos que el año pasado (2024) fue el de buscar culpables institucionales o sociales y por ende emprender batallas generales, este todavía no queda claro por donde podría transcurrir.
No nos olvidemos de las masivas marchas por el financiamiento universitario, los gobernadores dando aviso de diferencias, diputados y senadores haciendo lo suyo por el quorum, reclamos multitudinarios en las calles, privatizaciones, cierres de empresas y reparticiones, despidos masivos, sindicatos en alza e inclusive la CGT que se rompió.
Ha pasado tanto en tan poco tiempo que parece que fuera una película lejana y si bien poco sentido tendría que yo se las cuente (porque todos la vivimos), estoy casi seguro que el común denominador ha sido la poca reflexión al respecto.
No me embarco en una discusión electoral (aún cuando este sea un año para ello), sino en algo más profundo, algo del sentido de las cosas, de la esencia de un sistema que a pesar y al pasar los nombres se orada y nos deja a los ciudadanos siempre en la base.
En este sentido me parece oportuno, traer esa clasificación bastante consensuada en el campo de las ciencias políticas, sobre las concepciones de la palabra “política”. Una primera “polity” que daría cuenta de la función de distribución de poder en la sociedad (algo así como el sistema político), una segunda “politics” como el juego cotidiano de actores por espacios de poder e influencia (en particular con el ejercicio de la política, negociaciones y arte de lo posible) y por último la “policy” como la acción de gobierno (en nuestro caso conocido como políticas públicas.
Este triángulo de conceptos que se interrelacionan y recobran sentido, nos permite pensar que las acciones de un gobierno democrático, electo por la mayoría, que ejerce en sus libertades y posibilidades legales el poder político con acompañamiento social, puede inclusive gobernar en detrimento de mayorías y por ende beneficiar en particular a pequeños grupos.
Este es un gobierno que no escondió, ni esconde el sentido de lo que hace, no prometió nada que no fuera a cumplir, de hecho, está honrando sus compromisos de campaña con creces.
¿Entonces dónde radica el conflicto?
A mi entender en dos aspectos que si se entrelazan aportan claridad, pero que pueden ser presentados como dos frentes de lucha casi objetivamente irrenunciables.
Me refiero por un lado el desfinanciamiento de la ciencia y la tecnología en especial, las ciencias sociales y por otro el echar culpas constantes y “embarrar” la cancha sectorial, como los únicos y grandes culpables de un sistema que no pueden cambiar esos actores.
El pensar en un modelo de desarrollo y crecimiento del país desde la inversión en ciencia y tecnología, implica no únicamente apostar a las ciencias duras o de trayectorias más reconocidas y antiguas, y a las emergentes para la innovación, modernización, sino no dejar de lado a las ciencias sociales. Castigadas, seguro, poco reconocidas también, aunque el debate puede ser extenso, pretendo que nos detengamos en considerar algo en especial. En momentos como estos en los cuales “desregular” el mercado implica a la vez poner techo a las paritarias y liberar que las empresas de telefonía, servicios, alquileres, prepagas de medicina aumenten libremente, es lo mismo que achicar el bolsillo de las/os trabajadoras/es, y este tipo de visualizaciones contextuales claramente son campo de estudio, de comunicación, de divulgación y de consolidación desde la ciencias sociales; por lo que desfinanciarlas es clave para silenciar voces calificadas.
Por otro lado, los ataques sectoriales permiten ganar tiempo para tomar mientras, medidas de fondo, llevar la atención hacia ese segmento generando discursos, odios y enojos contra los supuestos beneficios de tal o cual. Ojo que al final de cuentas y luego de tantos culpables, inclusive habiendo dejado sin trabajo a más de 70.000 empleados, los problemas (esos que les endilgaban), no se resolvieron por sí solos y hasta quizá se agravaron.
Si se está jugando un juego, quienes son dueños del tablero tienen conocimiento de las reglas, y todos los demás lo jugamos sin sentido, sin comprender, pero apurados, entregándonos por momentos y combatiendo con la claridad de quien pisa la pelota y levanta la cabeza.
Ya lo denunciaba Borges en su poema Ajedrez cuando se consultaba por la mano que movía la pieza, por el político que dentro de un sistema político juega a la política con sus propias reglas y negocia esas políticas públicas que a cuenta gotas, y pocas veces nos benefician.
Si al final de estas líneas, como yo creen que el problema de la Argentina es político (en todos sus sentidos), habrá bastante más posibilidad de diseñar una reconstrucción nacional que nos contenga, que nos represente, pero que sobre todo nos de oportunidades y claridad para entender por dónde y para dónde van a ir las cosas.
Federico Vasches
Integrante del Observatorio de Políticas Públicas y Sociales de Río Negro.
Opinión
Cicatrix Maledictum: Secretos del Valle de la Luna
Las grietas de la tierra esconden historias que van más allá de lo visible. Por Javier Galli.

En lo profundo del Valle de la Luna, un paisaje que desafía al tiempo, las grietas de la tierra esconden historias que van más allá de lo visible. Las formaciones sedimentarias, moldeadas por milenios, guardan cicatrices que podrían ser el eco de un cataclismo hídrico que transformó esta región hace miles de años.
Según documentos atribuidos a una expedición científica de mediados del siglo XX, las capas de roca en el Valle no solo revelan eventos geológicos únicos, sino también patrones simbólicos que han despertado interrogantes. ¿Son simples caprichos de la naturaleza o vestigios de una civilización perdida? Entre los hallazgos reportados se encuentran conchas marinas en alturas improbables, grietas que se entrelazan formando diseños geométricos y fragmentos de lo que parecen ser estructuras petrificadas. Todo esto contribuye a la teoría del «Diluvio Negro», un evento mítico que habría devastado esta región, dejando tras de sí un paisaje marcado por la devastación y el misterio.

La serie fotográfica Cicatrix Maledictum captura la esencia de estos paisajes, transformando las bardas erosionadas y los valles desérticos en un escenario donde la naturaleza se convierte en memoria y códice. Cada imagen invita al espectador a explorar las grietas como si fueran las páginas de un libro antiguo, cargadas de significados ocultos.

«El Valle de la Luna es mucho más que un testigo geológico del tiempo. Es un espacio donde las marcas en la tierra dialogan con nuestras propias preguntas sobre el pasado y el futuro. Estas cicatrices nos hablan de eventos que superan nuestra escala humana», reflexiona el autor de la serie.

Esta propuesta artística no busca dar respuestas definitivas, sino plantear interrogantes: ¿Qué historias se esconden bajo las capas del tiempo? ¿Es posible que un cataclismo tan devastador haya dejado huellas no solo en la tierra, sino también en nuestra memoria colectiva? Las fotografías de Cicatrix Maledictum no solo retratan un paisaje, sino que invitan a una experiencia sensorial y filosófica sobre los secretos que la naturaleza guarda bajo llave.

Próximamente, la serie podrá ser apreciada en diferentes espacios culturales de la región, donde se abrirá un diálogo entre arte, ciencia y la historia invisible que yace en el Valle de la Luna.

Por Javier Galli.
Artista. Fotógrafo.