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Opinión

Y los legisladores, ¿para qué?

Nota de opinión por Federico Vasches, integrante del Observatorio de Políticas Públicas y Sociales de Río Negro.

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Esta pandemia ha sacado a relucir la compleja situación política e institucional de los gobiernos, a partir de dos concretos frentes. Por un lado, los renovados y constantes requerimientos de la sociedad en la que se desarrollan, a la vez que su relación inestable con las tecnologías de la información y la comunicación, que los rodea.

Pero bien, no son ni los únicos, ni los más grandes desafíos a los que se enfrentan y es dentro del sistema político, donde se debe comenzar a comprender desde dónde se parte y hacia dónde se avanza.

Esto es lo mismo que afirmar que hay viejos desafíos que presenta la representación política e institucional que deben ser atendidos y a continuación brevemente listados, para su consideración.

I. Existe una suerte de ruptura entre buena parte de la sociedad y los partidos políticos, ya que en buena medida, éstos no dan seguridad y/o garantía futura de acción y/o decisión futura de política pública. Es decir no hay mayor compromiso, ni detalle en plataformas.

II. Por ello, se votan candidatos y no espacios o partidos políticos.

III. Estos candidatos en la mayoría de las veces no representan a sectores, ni a organizaciones libres del pueblo, sino que son apellidos distinguidos de la política o de algunos sectores representantes de las economías concentradas, que pretenden fungir de referencias.

IV. Si bien hay un reclamo que por debajo, cuestiona la falta de requisitos (académicos y/o técnicos – institucionales) para ingresar al cargo público, lo que podría ponerse en valor es la necesidad de brindar y dotar a quienes los ocupan de conocimientos indispensables para la gestión de y en la cosa pública.

V. Quizá lo más alarmante sea la falta de deliberación. Es que en los ámbitos legislativos la idea de deliberar hace alusión a un debate sostenido para llegar a un acuerdo, cuando en los últimos tiempos los debates tienden a no darse y tienden a ser esquivados. Somos entonces, espectadores de ataques cruzados y expresiones irracionales más allá de los parámetros esperados en las instituciones. Aquí vemos que el intento por encontrar un acuerdo queda trunco, y lo que acaba prevaleciendo es la imposición de la mayoría.

Esta pandemia, nos ha traído también nuevos interrogantes, esos que nos interpelan y nos invitan a reflexionar sobre qué uso le dan las administraciones públicas y/o cómo las toman, suponiendo que siempre es tarde y/o sin acabar de comprender el potencial que ellas revisten. Mientras que este uso interno (tan diferente al que la ciudadanía le otorga), no hace más que erigir barreras de desentendimiento entre unos y otros, representantes y representados.

Joan Subirats, da cuenta de una experiencia (que ya parece antigua), al ilustrarnos cómo en el año 2014 en el ayuntamiento de Barcelona se debía votar un tema importante y de forma excepcional le permiten a una Diputada (que se veía imposibilitada a concurrir), participar de esta sesión de manera virtual, desde su casa.

Esta situación se vuelve a repetir seis años más tarde en la gran mayoría de los países del mundo, vemos legisladores (de diversos órdenes y niveles de gobierno) trabajando desde sus casas, a la vez que encontramos a sus asesores legislativos asistiendo a comisiones de forma remota.

Entonces aparece una rápida y concreta pregunta, esa que cala hondo y desordena esa normalidad que nos garantiza la máxima de la representación “no gobernarás, sino a través de tus representantes”; es que si los ciudadanos descubrimos que las administraciones públicas son más permeables a las tecnologías y se abren, ¿para que necesitamos representantes?

En medio de ello una crisis socio económica profunda y mundial que va a requerir (inclusive bajo receta y recomendación del Fondo Monetario Internacional), de más Estado, más presente, con más y mejores servicios públicos, mejores representantes, mejores legisladores, mejores o más actualizados partidos políticos y relaciones con la sociedad civil.

Algunas de las notas que deberían guiar las acciones de los gobiernos deberían estar vinculadas a comprender que las nuevas tecnologías de la información y la comunicación han venido para quedarse y que con ellas o a pesar de ellas, deben mediarse las relaciones con las comunidades.

Que si bien la pandemia nos ha tomado por sorpresa, desprevenidos, también es cierto que nos debe servir para reflexionar a todos por igual (ciudadanos, representantes, estado) debiendo entonces velar por la apertura de nuevos y mejores canales de comunicación y participación activa.

Que sin dudas se renueva el interrogante de para qué tenemos representantes, de para qué sirven los legisladores, y que quizá haya que propender a la construcción de esquemas de Participación Comunitaria Directa. Y que gracias al esfuerzo que esto conlleva, pero también a la oportunidad que las tecnologías nos ofrecen, lo ideal sería avanzar en profundizar las relaciones y con ello comenzar a tejer en la capilaridad social.

Habrá propuestas más técnicas, que pregonen por cuerpos administrativos muy formados, utilización de aplicaciones, aplicativos y/o plataformas digitales para realizar votaciones y/o consultas populares vinculantes (pero no obligatorias) masivas y abiertas a una gran cantidad de temáticas.

Habrá otras de índole política, más vinculadas a la necesidad de acordar, de repensar los mecanismos y funcionamientos de minorías y mayorías, del rol de los partidos políticos y de las representaciones en los territorios, casi minimizando el asunto de la formación técnico – académica, reduciéndola al mundillo de los asesores.

Por mi parte estaría profundamente satisfecho si todo esto nos permite mapear los tejidos asociativos locales, tratando de determinar quién marca y organiza las agendas locales. Es que si descubrimos que no son los gobiernos ni sus representantes quienes comandan los asuntos públicos, sino que por el contrario son las demandas y los grupos “de afuera” quienes marcan el rumbo: ¿de qué tipo de representación estaríamos hablando?

Federico Vasches.
Integrante del Observatorio de Políticas Públicas y Sociales de Río Negro.

Opinión

La ‘Curva de Verani’: Huellas de una tragedia en Allen

Se cumplieron 30 años de la misteriosa desaparición de una joven en una chacra de Allen. Por Javier Galli.

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Foto: Javier Galli.

Cuando hablamos de fenómenos inexplicables, lo sobrenatural siempre parece rondar el límite entre lo real y lo imaginado. La historia que envuelve la chacra de la familia Menguelle, en la zona rural cercana a Guerrico, ha tomado una forma fantasmal en el imaginario popular de la región, transformándose en una leyenda que sigue inquietando a quienes la escuchan.

Todo comenzó hace más de 30 años atrás, el 12 de octubre de 1991, cuando la joven, Vanesa Menguelle, hija de una reconocida familia chacarera de la zona, desaparece inexplicablemente en las inmediaciones de la llamada ‘Curva de Verani’. La joven tenía algo en común con otros habitantes del área: una misteriosa enfermedad mental atribuida al uso de químicos para la cura de las tierras que rodeaban la chacra familiar. Con apenas 20 años, esta muchacha fue testigo de cómo su mente se distorsionaba, mientras el paisaje que la rodeaba parecía marchitarse al compás de su deterioro. Sus últimos días en la chacra fueron extraños, marcados por conductas erráticas. Algunos dicen que hablaba sola, otros aseguran que la vieron vagar entre los cultivos secos, como si buscara algo que nadie más podía ver.

Última aparición

Testigos aseguraban haber visto a Vanesa caminando sola la noche de su desaparición en dirección a la ‘Curva de Verani’. Sin embargo, nadie ha podido precisar lo que ocurrió después. Un vecino que circulaba en su camioneta la vio caminando con paso tambaleante cerca del galpón de su chacra, pero pensó que estaba volviendo a su casa. Esa fue la última vez que alguien la vio con vida.

La familia Menguelle denunció la desaparición de Vanesa al día siguiente, luego de que no regresara a casa esa noche. Las autoridades locales iniciaron una intensa búsqueda en los alrededores de la curva y la chacra, aunque sin resultados concluyentes. Personal policial de Allen y Guerrico, vecinos y trabajadores de la zona recorrieron a pie campos y galpones abandonados, sin encontrar rastro alguno de la joven.

Pero la historia de la joven no termina con su desaparición. Los accidentes en ese tramo de la ruta se incrementaron de forma alarmante tras su ausencia, pese a que las condiciones de la carretera y su iluminación eran óptimas. Testigos presenciales, en su mayoría automovilistas y camioneros, aseguran haber visto a una mujer caminando tambaleante en plena madrugada, vestida con un traje blanco que resplandece bajo las luces de los faros. El rostro siempre pálido, inexpresivo, pero lo suficientemente inquietante como para provocar distracción y, en muchos casos, accidentes.

Incluso hay quienes afirman que al detenerse para ayudarla, la joven desaparece en un abrir y cerrar de ojos, dejando tras de sí una sensación inexplicable de vacío y terror. Los informes policiales hablan de una curva en la que los accidentes no deberían ocurrir, y sin embargo, el misterio persiste. ¿Es la joven la responsable de estos siniestros? Nadie puede afirmarlo con certeza.

Los rumores en torno a la chacra maldita siguieron creciendo. Algunos habitantes del lugar cuentan que la joven no fue la única en desaparecer en ese sector. A lo largo de los años, otras historias similares han surgido. Una mujer, violada y asesinada, fue encontrada cerca de la chacra, y desde entonces, los fantasmas parecen habitar cada rincón de esas tierras.

Una versión particularmente espeluznante cuenta que algunos taxistas que recogieron a una muchacha pálida en las inmediaciones de la curva no volvieron a ser vistos con vida. Otros camioneros aseguran haber sido asaltados por la visión de una joven que, al principio, parece necesitar ayuda, pero pronto desaparece sin dejar rastro. En todos los casos, la figura de la joven vuelve a aparecer y desvanecerse, generando un temor que perdura incluso después de haber pasado por el lugar.

El tiempo ha pasado, y la chacra quedó destruida. Las paredes de la vieja casa, devoradas por el viento y la maleza, son el único testimonio de lo que alguna vez fue. Hoy, solo quedan ruinas, un espacio vacío donde la naturaleza ha reclamado lo que una vez fue suyo. Pero los rumores persisten, y los pocos que se atreven a acercarse al lugar aseguran sentir una presencia, un eco de lo que alguna vez fue la vida en ese rincón de campo. Las imágenes tomadas recientemente revelan rincones oscuros y sombríos, con detalles que parecen congelados en el tiempo. Estas fotografías, al igual que el recuerdo de Vanesa Menguelle, siguen evocando preguntas y susurrando historias que se niegan a desaparecer, como si algo aún habitara en esos parajes desolados de la ‘Curva de Verani’.

Por Javier Galli.
Artista. Fotógrafo.

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Opinión

Las Universidades, para qué?

Nota de opinión por Federico Vasches, integrante del Observatorio de Políticas Públicas y Sociales de Río Negro.

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En estos días es habitual oír los problemas que enfrenta el sistema educativo, por el desfinanciamiento que está sufriendo. 

Y rápidamente podemos preguntarnos cuál sería el problema y por extensión, por el rol clave que deberían cumplir, en especial las universidades. 

En primera medida servir de espacio de contención socio cultural para quienes pretendan formarse y contar con nuevas herramientas para avanzar en la vida, y segunda y quizá tenida menos en cuenta, generar conocimientos valiosos para la comunidad en su conjunto. 

Si hay algo que uno espera de la educación superior, (de las universidades) ese lugar donde se produce el conocimiento, es que corran los límites, que vayan más allá, que incomoden todo aquello que sea necesario para poder avanzar. 

En este sentido, las ciencias sociales, esas con las que convivimos, ya que nos revisan en eso que nos define como sociedad, como individuos y como humanos, tendrán mucho para aportar. 

Claramente el estado, pero no únicamente el nacional, decide qué financiar y por ende qué no. Pensemos por un momento un gobierno provincial e inclusive algunos gobiernos locales (municipio y comunas), financiando proyectos de investigación en la creencia y seguridad de que eso que se investigue, aportará nuevas ideas, conocimientos y herramientas para su gestión. 

Pero claro, hoy pareciera que las cosas son distintas. Quienes ocupan cargos de gestión, con su trabajo cotidiano nos responden a la preguntá ¿qué se hace?, ya que es su cotidiano. Mientras que quienes investigan en políticas públicas, ciencias de la administración y todo lo referido a la administración pública, nos responderían a ¿qué se podría hacer? 

Hay algo hasta increíble en la separación que tiene hoy la academia con la gestión gubernamental, los investigadores en lo estatal por un lado y los cargos electivos y funcionarios por otros. Si bien son dos conocimientos diferentes, el que se consigue estudiando y el que se consigue haciendo, en algún momento deberían encontrarse. 

Pero claro, quién financiaría aquello que lo incomode, que lo exhiba, que revele sus falencias, inclusive aparece cierta complicidad por parte del sistema ya que esos avances pueden a las claras incomodar la capacidad de gestión de quienes ocupan cargos en las propias instituciones educativas. 

Complicidad de dos lados, dos caras de una moneda que lógicamente no se encuentra, más que en un borde que investiga y aporta sobre cosas cómodas, relatos de una historia sabida y que recopila los datos ya conocidos. 

En esa misma rueda, los trabajadores de la investigación atrapados, ya que se les reconoce y se los obliga a investigar y se les financia aquellas cosas que no molesten. 

Existen problemas de financiamiento, claro, pero ojo no son los únicos. 

Si queremos salir de los problemas que presenta el sistema, sin salir del sistema, deberemos cambiar lo que se deba, corregir lo que se necesite y abrir las administraciones. 

Conseguir que política y conocimiento se amiguen, caso contrario el pozo será cada vez más hondo y la falta de dinero, pasará a ser, el menor de los problemas. 

Federico Vasches
Integrante del Observatorio de Políticas Públicas y Sociales de Río Negro.

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Opinión

Del otro lado, nosotros

Nota de opinión por Federico Vasches, integrante del Observatorio de Políticas Públicas y Sociales de Río Negro.

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En estos tiempos tan veloces de vivir, son pocos los momentos en que nos detenemos a tratar de comprender qué nos pasa, más allá del bolsillo.

Ahora es fácil confundir el síntoma con la causa, la consecuencia con la fuente del problema. Seguir discutiendo en circularidad de lo obvio: el dinero no alcanza. Cuando, en realidad no somos capaces de repensar qué es lo que genera la situación.

Entonces traigo tres dicotomías tan vigentes y actuales (y pasadas, si lo son), como necesarias para incorporar, quizá mate mediante en un momento de reflexión:

La primera responde a la pregunta, ¿dónde estamos?

Rápidamente comprender que estamos inmersos en un sistema democrático, que es abonado por todas y todos, ejercido por las instituciones del estado, pero que muchas veces quien gobierna, impone, crea y establece las condiciones de gobernabilidad, traza las políticas e inclusive el plan de gobierno, es el poder económico privado. Nacional e internacional.

Lo que quiero aportar aquí es esta dicotomía de los “jugadores” de adentro y de afuera del sistema. Vecinas y vecinos serán de afuera, pudiendo aportar con sus participaciones a quienes sí están adentro, la clase dirigencial, políticos y funcionarios públicos. Pero ojo, no seamos tampoco ingenuos, porque quizá hasta ellos mismos, están afuera del sistema de decisión, del poder real. Su único diferencial es conocer el sistema, ser conscientes de su lugar y cumplir con su papel, hacer como que deciden, emular que pueden, abonar alguno de los dos lados de una grieta que no existe como tal.

Para la segunda pregunta, debemos pensar, ¿qué nos ofrecen?

Es que claro, si ellos que son quienes ocupan los cargos públicos, que los elegimos para que gobiernen, no pueden hacerlo porque a su vez son condicionados por los poderes económicos concentrados nacionales, qué nos queda esperar a los demás?

Por lo pronto comenzar a comprender esta segunda dicotomía en la que usualmente nos empantanamos al momento de relacionarnos con ellas/os, y que comprenderla nos dará la libertad de saber qué se nos dice. Esta dicotomía es doble, ya que confundimos los productos del accionar del estado con resultados de la política pública desarrollada y a la vez, el diagnóstico de la situación, con la posibilidad real de avanzar y construir propuestas.

Daré un breve ejemplo: una campaña de vacunación que alcance las 50 personas diarias evidentemente da cuentas de un trabajo (producto – personas vacunadas), pero no de un resultado ya que desconocemos el punto de partida, la situación problemática que se pretendía abordar y acaso el nivel de esfuerzo institucional comprometido y previsto (¿qué tasa pretendíamos mejorar con la vacunación? ¿Queríamos vacunar 50 o quizá el doble y no pudimos?). En este mismo sentido el diagnostico es necesario para saber dónde estamos, qué nos falta, cuál podría ser un punto de partida. Pero solo es eso, un estado de situación. Se requiere entonces avanzar, trascender, comprender que eso es la base a considerar para planificar propuestas que mejoren ese punto de partida. El diagnóstico lo podemos compartir casi todos, pero el plan de acción seguramente tenga lógicas y necesarias resistencias.

Para la tercera pregunta y la más complicada, debemos enfrentar un, ¿qué necesitamos?

Claramente es mi opinión, y parte de considerar que la mejor manera de cambiar las cosas, es participando activamente, conociendo las reglas y teniendo las herramientas y recursos contextuales para ser parte de una construcción que permita dar discusiones, debates e incidir en el diseño y ejecución de lo público.

Por ello, la tercera dicotomía propone que no necesitamos mártires, sino líderes. Esa idea remanente de los héroes en la historia que lo han dado todo por la liberación de los pueblos, de alguna manera invita a pensar en luchas colosales y sobresalientes de pocas/os iluminados y claramente la historia argentina de los últimos 200 años da cuenta que, si a esos proyectos no se los nutre de ideología de compromiso, se los oxigena con carne y participación, mueren antes de iniciar, o se extinguen con su fundador.

Aquí aportar otra dicotomía que se desprende del sistema y es actual en términos de no aportar más que nombres sin proyecto, y es que, no es lo mismo ganar una elección que gobernar. Esas alianzas que dicen lo que se quiere escuchar, o que apelan a lo que el otro ha hecho mal, por sobre proponer hacia dónde, ganan es cierto, pero rápidamente quedan expuestas al momento de tener que avanzar y resolver cómo y qué hacer dentro y desde el estado. Discursos biensonantes sobran, quizá lo que falta es conocimiento sobre el funcionamiento de la cosa pública, para tratar de comprender si eso que han planteado, es posible, probable, realismo mágico o acaso legal.

Poco tiene que ver la legitimidad que otorga un cargo ganado con la capacidad de gestionar programas y proyectos, todas/os votamos a un par que quizá nos cae bien, pero el haber sido votado no garantiza ni eleva a nadie por sobre la masa. Ese será el rol y desafío que el líder deba emprender en una comunidad politizada, conocedora y sobre todo con la claridad para defender lo propio.

Al final y del otro lado, nosotros tratando de comprender para dónde va la cosa, quizá no sea mucho, pero espero que alguna de estas ideas, de estos conceptos, de estos interrogantes queden resonando y permitan idolatrar un poco menos y comprometerse a debatir un poco más.

Federico Vasches
Integrante del Observatorio de Políticas Públicas y Sociales de Río Negro.

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