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Opinión

Que no se repita la historia del Censo 2010

Nota de opinión por Eduardo Luis Fernández.

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Realmente, es muy importante tener estadísticas confiables y reales. Son necesarias para llevar adelante políticas públicas a todo nivel, nacionales, provinciales y municipales. Importantes para que el sector privado planifique acciones empresariales.

La salud, la educación, la justicia, los presupuestos oficiales, las obras públicas, las viviendas, los recintos educativos, las inversiones privadas, la generación de puestos de trabajo, etc. todo lo que quiera agregar necesita de estadísticas fiables para tomar decisiones.

Tuvimos algunos períodos en los que fueron degradadas las estadísticas oficiales y esto, aunque muchos tratan de disimularlo u ocultarlo, generó muchos problemas. Uno de los más graves fue el descreimiento en las cifras de censos y estadísticas. En los últimos años, hay que ser y parecer, fueron reconstruyendo al principal organismo nacional que elabora estos datos fundamentales.

Los datos del Censo 2010 fueron mal elaborados, no es un secreto, y como un país necesita tener información básica fueron tomados como válidos, otros no había.

Con estos datos se distribuyeron durante doce años los presupuestos oficiales, las coparticipaciones de Nación a las provincias y de éstas a las distintas localidades. Y, asimismo, se deberían haber adjudicado viviendas, edificios y elementos para la salud y educación, rutas, etc. todo lo que se debe distribuir a nivel nacional o provincial.

Siendo autorreferencial, creo, sin duda, que el Censo 2010 fue muy mal realizado. En la cuadra donde se encuentra FM La Súper, Mitre al 1600 de General Roca, había trece viviendas habitadas, las conté personalmente y además consulté si habían sido censadas. La respuesta fue negativa, ninguna fue visitada por los censistas a pesar de que estuvimos un día y medio esperándolos. Más tarde, volví a consultar si había sucedido con ellos como con mi vivienda, si alguna persona había solucionado el error y la respuesta también fue negativa.

Ya con esta mala impresión comencé a preguntar y averiguar. Esto había sucedido en muchos casos más. En ocasiones, a los periodistas nos suelen contar cosas que jamás lo harían en público, por ello no tuve las pruebas necesarias. Lo que me dijeron y ya era también la impresión que ya tenía, los datos poblacionales habrían sido distorsionados para castigar a la ciudad de General Roca. ¿Cómo? Con menos habitantes habría menores envíos de partidas coparticipables y todo aquello que deba ser distribuido.

Esto es posible, cuando la política mete la cola en donde no debiera. En estos días, varios municipios del Gran Buenos Aires denunciaron que el Partido de la Matanza recibió decenas de miles de millones de pesos de más por datos poblacionales que habrían sido adulterados en su beneficio.

Recordemos que en esos momentos había una difícil relación entre el entonces intendente de General Roca, Carlos Soria, y el gobernador provincial, Miguel Saiz. Una relación demasiado conflictiva y que permite pensar que no sería imposible que los datos poblacionales del Censo 2010 habrían perjudicado a General Roca durante todos estos años. ¿Por qué no? Hubo discusiones sobre los datos de J.J. Gómez y Stefenelli que estaban separados y por pobladores de Paso Córdoba que no habían sido incluidos.

No voy a ocultar que este tema también lo hablé y consulté con el entonces intendente Carlos Soria, mi planteo lo sorprendió pero le pareció posible. No agregaré más sobre esta conversación pues está fallecido.

Los censos nacionales son organizados por Estadísticas y Censos a nivel nacional pero los realiza efectivamente la dependencia especializada de la Provincia de Río Negro. Así fue en el 2010 y es, ahora, en el 2022. Luego, envía la información recogida a Buenos Aires.

Haciendo un poco más de historia, en el 2001 el sindicato docente Unter manifestó “su rechazo al censo nacional porque desde lo político y técnico no refleja las necesidades del pueblo trabajador, no indaga sobre la realidad de las minorías oprimidas, esconde el trabajo de los menores, oculta la explotación del trabajo en negro y los contratos a término, desvía la mirada sobre la desarticulación de la producción, falsea la distribución de la renta nacional.” Los docentes eran la base del amplio número de censistas que necesitaba el operativo. Un porcentaje importante no participó del mismo.

Hace unos días, el jefe comunal de San Carlos de Bariloche, ingeniero Gustavo Gennuso, afirmó que las estimaciones municipales son de 145.000 habitantes, en el Censo 2010 tenía 112.887 ¿No se debería tomar como una marca, una cifra, que esa ciudad pone sobre los próximos datos del censo?

María Emilia Soria, actual intendente roquense, afirmó públicamente que realizan una proyección poblacional con un piso de 110.000 personas, estimando que el próximo censo registrará unos 130.000 habitantes.

Es evidente que algunos jefes comunales tienen en cuenta la importancia de las estadísticas y observo que miran críticamente los datos surgidos del Censo 2010. Es importante ver de qué modo se controla para que no se repita.

Me parece que sería conveniente que cada ciudadano que no es censado lo manifieste públicamente o lo denuncie a la autoridad municipal y ésta que ejerza el mayor control posible.

Yendo a la base del problema, el organismo de Estadísticas y Censos debería ser absolutamente independiente, con su propio presupuesto y ley que lo regule, con sus funcionarios seleccionados por concurso y sin que la política y sus intereses metan la cola. Su trabajo e informaciones son muy importantes para un país en serio.

Eduardo Luis Fernández
DNI 7.691.903

Opinión

Las Universidades, para qué?

Nota de opinión por Federico Vasches, integrante del Observatorio de Políticas Públicas y Sociales de Río Negro.

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En estos días es habitual oír los problemas que enfrenta el sistema educativo, por el desfinanciamiento que está sufriendo. 

Y rápidamente podemos preguntarnos cuál sería el problema y por extensión, por el rol clave que deberían cumplir, en especial las universidades. 

En primera medida servir de espacio de contención socio cultural para quienes pretendan formarse y contar con nuevas herramientas para avanzar en la vida, y segunda y quizá tenida menos en cuenta, generar conocimientos valiosos para la comunidad en su conjunto. 

Si hay algo que uno espera de la educación superior, (de las universidades) ese lugar donde se produce el conocimiento, es que corran los límites, que vayan más allá, que incomoden todo aquello que sea necesario para poder avanzar. 

En este sentido, las ciencias sociales, esas con las que convivimos, ya que nos revisan en eso que nos define como sociedad, como individuos y como humanos, tendrán mucho para aportar. 

Claramente el estado, pero no únicamente el nacional, decide qué financiar y por ende qué no. Pensemos por un momento un gobierno provincial e inclusive algunos gobiernos locales (municipio y comunas), financiando proyectos de investigación en la creencia y seguridad de que eso que se investigue, aportará nuevas ideas, conocimientos y herramientas para su gestión. 

Pero claro, hoy pareciera que las cosas son distintas. Quienes ocupan cargos de gestión, con su trabajo cotidiano nos responden a la preguntá ¿qué se hace?, ya que es su cotidiano. Mientras que quienes investigan en políticas públicas, ciencias de la administración y todo lo referido a la administración pública, nos responderían a ¿qué se podría hacer? 

Hay algo hasta increíble en la separación que tiene hoy la academia con la gestión gubernamental, los investigadores en lo estatal por un lado y los cargos electivos y funcionarios por otros. Si bien son dos conocimientos diferentes, el que se consigue estudiando y el que se consigue haciendo, en algún momento deberían encontrarse. 

Pero claro, quién financiaría aquello que lo incomode, que lo exhiba, que revele sus falencias, inclusive aparece cierta complicidad por parte del sistema ya que esos avances pueden a las claras incomodar la capacidad de gestión de quienes ocupan cargos en las propias instituciones educativas. 

Complicidad de dos lados, dos caras de una moneda que lógicamente no se encuentra, más que en un borde que investiga y aporta sobre cosas cómodas, relatos de una historia sabida y que recopila los datos ya conocidos. 

En esa misma rueda, los trabajadores de la investigación atrapados, ya que se les reconoce y se los obliga a investigar y se les financia aquellas cosas que no molesten. 

Existen problemas de financiamiento, claro, pero ojo no son los únicos. 

Si queremos salir de los problemas que presenta el sistema, sin salir del sistema, deberemos cambiar lo que se deba, corregir lo que se necesite y abrir las administraciones. 

Conseguir que política y conocimiento se amiguen, caso contrario el pozo será cada vez más hondo y la falta de dinero, pasará a ser, el menor de los problemas. 

Federico Vasches
Integrante del Observatorio de Políticas Públicas y Sociales de Río Negro.

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Opinión

Del otro lado, nosotros

Nota de opinión por Federico Vasches, integrante del Observatorio de Políticas Públicas y Sociales de Río Negro.

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En estos tiempos tan veloces de vivir, son pocos los momentos en que nos detenemos a tratar de comprender qué nos pasa, más allá del bolsillo.

Ahora es fácil confundir el síntoma con la causa, la consecuencia con la fuente del problema. Seguir discutiendo en circularidad de lo obvio: el dinero no alcanza. Cuando, en realidad no somos capaces de repensar qué es lo que genera la situación.

Entonces traigo tres dicotomías tan vigentes y actuales (y pasadas, si lo son), como necesarias para incorporar, quizá mate mediante en un momento de reflexión:

La primera responde a la pregunta, ¿dónde estamos?

Rápidamente comprender que estamos inmersos en un sistema democrático, que es abonado por todas y todos, ejercido por las instituciones del estado, pero que muchas veces quien gobierna, impone, crea y establece las condiciones de gobernabilidad, traza las políticas e inclusive el plan de gobierno, es el poder económico privado. Nacional e internacional.

Lo que quiero aportar aquí es esta dicotomía de los “jugadores” de adentro y de afuera del sistema. Vecinas y vecinos serán de afuera, pudiendo aportar con sus participaciones a quienes sí están adentro, la clase dirigencial, políticos y funcionarios públicos. Pero ojo, no seamos tampoco ingenuos, porque quizá hasta ellos mismos, están afuera del sistema de decisión, del poder real. Su único diferencial es conocer el sistema, ser conscientes de su lugar y cumplir con su papel, hacer como que deciden, emular que pueden, abonar alguno de los dos lados de una grieta que no existe como tal.

Para la segunda pregunta, debemos pensar, ¿qué nos ofrecen?

Es que claro, si ellos que son quienes ocupan los cargos públicos, que los elegimos para que gobiernen, no pueden hacerlo porque a su vez son condicionados por los poderes económicos concentrados nacionales, qué nos queda esperar a los demás?

Por lo pronto comenzar a comprender esta segunda dicotomía en la que usualmente nos empantanamos al momento de relacionarnos con ellas/os, y que comprenderla nos dará la libertad de saber qué se nos dice. Esta dicotomía es doble, ya que confundimos los productos del accionar del estado con resultados de la política pública desarrollada y a la vez, el diagnóstico de la situación, con la posibilidad real de avanzar y construir propuestas.

Daré un breve ejemplo: una campaña de vacunación que alcance las 50 personas diarias evidentemente da cuentas de un trabajo (producto – personas vacunadas), pero no de un resultado ya que desconocemos el punto de partida, la situación problemática que se pretendía abordar y acaso el nivel de esfuerzo institucional comprometido y previsto (¿qué tasa pretendíamos mejorar con la vacunación? ¿Queríamos vacunar 50 o quizá el doble y no pudimos?). En este mismo sentido el diagnostico es necesario para saber dónde estamos, qué nos falta, cuál podría ser un punto de partida. Pero solo es eso, un estado de situación. Se requiere entonces avanzar, trascender, comprender que eso es la base a considerar para planificar propuestas que mejoren ese punto de partida. El diagnóstico lo podemos compartir casi todos, pero el plan de acción seguramente tenga lógicas y necesarias resistencias.

Para la tercera pregunta y la más complicada, debemos enfrentar un, ¿qué necesitamos?

Claramente es mi opinión, y parte de considerar que la mejor manera de cambiar las cosas, es participando activamente, conociendo las reglas y teniendo las herramientas y recursos contextuales para ser parte de una construcción que permita dar discusiones, debates e incidir en el diseño y ejecución de lo público.

Por ello, la tercera dicotomía propone que no necesitamos mártires, sino líderes. Esa idea remanente de los héroes en la historia que lo han dado todo por la liberación de los pueblos, de alguna manera invita a pensar en luchas colosales y sobresalientes de pocas/os iluminados y claramente la historia argentina de los últimos 200 años da cuenta que, si a esos proyectos no se los nutre de ideología de compromiso, se los oxigena con carne y participación, mueren antes de iniciar, o se extinguen con su fundador.

Aquí aportar otra dicotomía que se desprende del sistema y es actual en términos de no aportar más que nombres sin proyecto, y es que, no es lo mismo ganar una elección que gobernar. Esas alianzas que dicen lo que se quiere escuchar, o que apelan a lo que el otro ha hecho mal, por sobre proponer hacia dónde, ganan es cierto, pero rápidamente quedan expuestas al momento de tener que avanzar y resolver cómo y qué hacer dentro y desde el estado. Discursos biensonantes sobran, quizá lo que falta es conocimiento sobre el funcionamiento de la cosa pública, para tratar de comprender si eso que han planteado, es posible, probable, realismo mágico o acaso legal.

Poco tiene que ver la legitimidad que otorga un cargo ganado con la capacidad de gestionar programas y proyectos, todas/os votamos a un par que quizá nos cae bien, pero el haber sido votado no garantiza ni eleva a nadie por sobre la masa. Ese será el rol y desafío que el líder deba emprender en una comunidad politizada, conocedora y sobre todo con la claridad para defender lo propio.

Al final y del otro lado, nosotros tratando de comprender para dónde va la cosa, quizá no sea mucho, pero espero que alguna de estas ideas, de estos conceptos, de estos interrogantes queden resonando y permitan idolatrar un poco menos y comprometerse a debatir un poco más.

Federico Vasches
Integrante del Observatorio de Políticas Públicas y Sociales de Río Negro.

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Opinión

¿Por qué marchamos?

Nota de opinión por Nicolás Rochas, apoderado Frente Renovador Distrito Río Negro.

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Nunca nadie que haya llegado al cargo de Presidente había confesado abiertamente, que a su entender, el Estado Nación es «el problema». Porque destruir el Estado no nos hará libres, simplemente nos expondrá ante el mundo casi como bienes fungibles, una nueva especie de res nullius en un planeta organizado en torno a países soberanos.

Marchamos porque no se trata de estar «en contra», sino de advertir las consecuencias de decisiones nefastas y evitar pérdidas que serán irreparables.

Porque gobernar es asignar prioridades y no puede estar antes la ganancia de un banquero que la comida de la gente.

Porque la inflación no puede detenerse a fuerza de pulverizar el salario.

Porque la Cultura, la Ciencia, el Deporte o el Arte, nunca (jamás) son un gasto, sino la inversión a través de la que un pueblo se expresa, se identifica, se distingue y crece.

En poco más de un mes, el gobierno de Javier Milei devaluó en más del 100% la moneda, quitó subsidios, subió tarifas, frenó la obra pública, desfinanció al Estado (tanto Nacional como a las provincias) y desprotegió a todo inquilino, consumidor o usuario. El precio de los alimentos se dispara día a día, pero aún más se le adelantan los medicamentos. Hay una confesa pretensión de asignarle a la recesión la estrategia para frenar los precios (macabra convicción, la de pensar que «no hay inflación en los cementerios»).

En nuestra historia democrática jamás tuvimos un gobierno tan disociado de la realidad, tan ajeno al padecimiento, tan insensible y brutal.

Ganar el balotaje le otorgó la legitimidad para el ejercicio del Poder Ejecutivo, no la adquisición llave en mano de un país (que le avisamos: no está en venta). Ser el Presidente le da facultades para administrar los recursos del Estado, no la Suma del Poder Público, ni el cúmulo de facultades con que los constituyentes contaron en la conformación de la república. También por esto marchamos, para recordarle conceptos tan básicos que parecen habérsele olvidado; premisas tan antiguas como sus recetas económicas del siglo XIX.

Buena parte de la sociedad argentina lo votó en la esperanza de un cambio. Pero ese cambio debe serlo en la mejora del conjunto, no en la aniquilación de todo lo que a su criterio configura “un gasto”. Cuando hablamos de Patria, País o Estado, no nos referimos a cifras, variables o estadística, sino a personas, individuos, ciudadanos. Existencias reales que comen, sufren y sienten; no son likes, ni visualizaciones; son angustias de padres, pies descalzos y pancitas que chiflan si no hay pan sobre la mesa.

Marchamos por la responsabilidad histórica que importa proteger la soberanía y por la sensibilidad social de cuidar a los que menos tienen. Marchamos para advertir sobre las consecuencias que pueden ser aún más gravosas y para intentar corregir desequilibrios que se profundizarán de seguir el curso de las cosas. Marchamos porque es nuestro país el que están rifando, en un experimento en el que (como diría Serrat) «juegan con cosas que no tienen repuesto”. Por todo esto, y tantas otras cosas, el 24 de enero marchamos!

Nicolás Rochas
Apoderado Frente Renovador – Distrito Río Negro.

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