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Opinión

La crisis es nuestra, las vaquitas son ajenas

Nota de opinión de Paolo Etchepareborda, Secretario Gremial del Comité Nacional del Partido Socialista.

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La crisis es nuestra, la vaquitas son ajenas; esta frase que parece una metáfora es quizás la que mas clarifica la actual situación que atraviesa nuestro país y la gran mayoría de las provincias; salvo excepciones, producto de las enormes regalías generadas por políticas extractivistas -que no dejan de ser pan para hoy y hambre para mañana-; la mayoría de las provincias de nuestro país sufren en forma directa la falta de decisiones que acompañen los discursos populares de nuestro gobierno nacional. Desde aquel anuncio de la expropiación de Vicentin, frustrado por la debilidad ideológica y los compromisos con algunos socios; hasta el pasado acuerdo con el FMI, este gobierno no deja de dar señales que demuestran que en los grandes temas aún siguen cogobernando los CEOS empresarios y el sistema financiero internacional.

Los cambios en el Ministerio de Economía y los recientes anuncios, de la nueva ministra, son la señal mas clara que la solución que propone el gobierno es para los mercados y no parecen indicar que el aumento de los precios o la relación desigual que existe entre estos y los salarios vaya a tener un cambio a favor de los/as trabajadores/as.

Por eso creo que trabajadores/as y fuerzas progresistas de nuestra sociedad debemos seguir insistiendo en que no hay solución posible ni receta aplicable que vengan del FMI, y mucho menos de un programa de gobierno ortodoxo y temeroso de correrse del camino que ofrece esta etapa del sistema capitalista.

Como gobierno se sigue esperando la solución en el marco de un modelo agroexportador con apenas un desarrollo industrial en áreas que no molestan a los intereses de los países desarrollados.

Creo que trabajadores/as, así como las grandes mayorías nacionales, necesitamos que se tomen medidas urgentes en favor de un crecimiento que incluya producción y trabajo, industrialización, control de precios y programas que generen la inclusión genuina de los sectores que hoy están fuera del sistema.

Todas estas medidas no pueden ser reales si se dan en el marco del campo de las estadísticas, es decir que no sirven si solo sirven para que el gobierno anuncie que bajo la desocupación a un 7% cuando la gran mayoría de esos trabajadores y esas trabajadoras cobran salarios por debajo de la línea de la pobreza; la mesa del salario en argentina debe necesariamente discutir un Salario Mínimo Vital y Móvil cuyo piso este por encima de la línea de pobreza que el INDEC señala para una familia tipo, todo lo demás es acompañar una lógica distributiva que solo puede generar mas pobreza estructural -la pobreza estructural en parte se genera por eso- y está claro que solo el gobierno puede modificar esta lógica ya que el mercado no lo tiene en sus planes.

En nuestra provincia el gobierno de Juntos Somos Rio Negro, no parece tener otro proyecto, mas que el de seguir haciendo uso y abuso de nuestros bienes naturales; en la gestión de Alberto Weretilneck profundizando la transformación del sistema productivo tradicional del Alto Valle rionegrino, arrasando la producción de frutas en importantes áreas, para extraer petróleo a través del fracking; en la actual gestión de Arabella Carreras, avanzando sobre las áreas naturales protegidas, para habilitar la instalación de la infraestructura necesaria para la producción del “hidrógeno verde”, proyecto que genera muchas dudas en gran parte del mundo científico y ambientalista.

Pero mas allá de sentirme lejos de cualquier proyecto económico-productivo que tenga como eje políticas extractivistas de desarrollo y generación de empleo -el ejemplo mas claro de esto es vaca muerta-, no veo que exista un proyecto económico que justifique el interés por esto; es decir que están destruyendo el ambiente solo para abastecer a las potencias del llamado mundo desarrollado, no para generar un desarrollo local que nos permita pensar en un futuro de país independiente.

Como podría el gobierno avanzar para resolver problemas actuales en nuestro país; uno de los ejes debería ser aplicar en su totalidad la Ley de Abastecimiento, esto le permitiría al Gobierno, intervenir una firma, obligarla a producir una cantidad determinada de productos, fijar precios y establecer márgenes de ganancias a las empresas, entre otras cuestiones; porque no se aplica? tiene dos respuestas posibles a mi entender, la primera es que no hay interés porque el gobierno responde a los intereses de los que mas tienen -respuesta que podría dar algún sector político con argumentos compartidos parcialmente-; otros señalan que no hay fortaleza política para aplicar leyes que van en contra de quienes concentran el poder económico que para algunos es el poder real; sin embargo por un motivo u otro no se esta haciendo y para que esto ocurra quedan dos caminos -para mí- uno sería trabajar para construir un alternativa política que supere a esta que no da las respuestas que prometió al electorado, por supuesto que esta alternativa debe ser por izquierda, las alternativas por derecha ya las conocemos y solo van a profundizar las desigualdades que hoy existen y que generaron gran parte de los problemas que hoy tiene este gobierno.

La otra alternativa, esta claro, pasa porque el actual gobierno asuma la difícil, pero posible, tarea de construir poder popular y comience a tomar las decisiones necesarias para cambiar el rumbo que hoy va camino a profundizar el cris que actualmente sufrimos las grandes mayorías nacionales; como se resuelve la crisis, metafóricamente, repartiendo las vaquitas.

Paolo Etchepareborda
Secretario Gremial del Comité Nacional del Partido Socialista.

Opinión

Las Universidades, para qué?

Nota de opinión por Federico Vasches, integrante del Observatorio de Políticas Públicas y Sociales de Río Negro.

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En estos días es habitual oír los problemas que enfrenta el sistema educativo, por el desfinanciamiento que está sufriendo. 

Y rápidamente podemos preguntarnos cuál sería el problema y por extensión, por el rol clave que deberían cumplir, en especial las universidades. 

En primera medida servir de espacio de contención socio cultural para quienes pretendan formarse y contar con nuevas herramientas para avanzar en la vida, y segunda y quizá tenida menos en cuenta, generar conocimientos valiosos para la comunidad en su conjunto. 

Si hay algo que uno espera de la educación superior, (de las universidades) ese lugar donde se produce el conocimiento, es que corran los límites, que vayan más allá, que incomoden todo aquello que sea necesario para poder avanzar. 

En este sentido, las ciencias sociales, esas con las que convivimos, ya que nos revisan en eso que nos define como sociedad, como individuos y como humanos, tendrán mucho para aportar. 

Claramente el estado, pero no únicamente el nacional, decide qué financiar y por ende qué no. Pensemos por un momento un gobierno provincial e inclusive algunos gobiernos locales (municipio y comunas), financiando proyectos de investigación en la creencia y seguridad de que eso que se investigue, aportará nuevas ideas, conocimientos y herramientas para su gestión. 

Pero claro, hoy pareciera que las cosas son distintas. Quienes ocupan cargos de gestión, con su trabajo cotidiano nos responden a la preguntá ¿qué se hace?, ya que es su cotidiano. Mientras que quienes investigan en políticas públicas, ciencias de la administración y todo lo referido a la administración pública, nos responderían a ¿qué se podría hacer? 

Hay algo hasta increíble en la separación que tiene hoy la academia con la gestión gubernamental, los investigadores en lo estatal por un lado y los cargos electivos y funcionarios por otros. Si bien son dos conocimientos diferentes, el que se consigue estudiando y el que se consigue haciendo, en algún momento deberían encontrarse. 

Pero claro, quién financiaría aquello que lo incomode, que lo exhiba, que revele sus falencias, inclusive aparece cierta complicidad por parte del sistema ya que esos avances pueden a las claras incomodar la capacidad de gestión de quienes ocupan cargos en las propias instituciones educativas. 

Complicidad de dos lados, dos caras de una moneda que lógicamente no se encuentra, más que en un borde que investiga y aporta sobre cosas cómodas, relatos de una historia sabida y que recopila los datos ya conocidos. 

En esa misma rueda, los trabajadores de la investigación atrapados, ya que se les reconoce y se los obliga a investigar y se les financia aquellas cosas que no molesten. 

Existen problemas de financiamiento, claro, pero ojo no son los únicos. 

Si queremos salir de los problemas que presenta el sistema, sin salir del sistema, deberemos cambiar lo que se deba, corregir lo que se necesite y abrir las administraciones. 

Conseguir que política y conocimiento se amiguen, caso contrario el pozo será cada vez más hondo y la falta de dinero, pasará a ser, el menor de los problemas. 

Federico Vasches
Integrante del Observatorio de Políticas Públicas y Sociales de Río Negro.

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Opinión

Del otro lado, nosotros

Nota de opinión por Federico Vasches, integrante del Observatorio de Políticas Públicas y Sociales de Río Negro.

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En estos tiempos tan veloces de vivir, son pocos los momentos en que nos detenemos a tratar de comprender qué nos pasa, más allá del bolsillo.

Ahora es fácil confundir el síntoma con la causa, la consecuencia con la fuente del problema. Seguir discutiendo en circularidad de lo obvio: el dinero no alcanza. Cuando, en realidad no somos capaces de repensar qué es lo que genera la situación.

Entonces traigo tres dicotomías tan vigentes y actuales (y pasadas, si lo son), como necesarias para incorporar, quizá mate mediante en un momento de reflexión:

La primera responde a la pregunta, ¿dónde estamos?

Rápidamente comprender que estamos inmersos en un sistema democrático, que es abonado por todas y todos, ejercido por las instituciones del estado, pero que muchas veces quien gobierna, impone, crea y establece las condiciones de gobernabilidad, traza las políticas e inclusive el plan de gobierno, es el poder económico privado. Nacional e internacional.

Lo que quiero aportar aquí es esta dicotomía de los “jugadores” de adentro y de afuera del sistema. Vecinas y vecinos serán de afuera, pudiendo aportar con sus participaciones a quienes sí están adentro, la clase dirigencial, políticos y funcionarios públicos. Pero ojo, no seamos tampoco ingenuos, porque quizá hasta ellos mismos, están afuera del sistema de decisión, del poder real. Su único diferencial es conocer el sistema, ser conscientes de su lugar y cumplir con su papel, hacer como que deciden, emular que pueden, abonar alguno de los dos lados de una grieta que no existe como tal.

Para la segunda pregunta, debemos pensar, ¿qué nos ofrecen?

Es que claro, si ellos que son quienes ocupan los cargos públicos, que los elegimos para que gobiernen, no pueden hacerlo porque a su vez son condicionados por los poderes económicos concentrados nacionales, qué nos queda esperar a los demás?

Por lo pronto comenzar a comprender esta segunda dicotomía en la que usualmente nos empantanamos al momento de relacionarnos con ellas/os, y que comprenderla nos dará la libertad de saber qué se nos dice. Esta dicotomía es doble, ya que confundimos los productos del accionar del estado con resultados de la política pública desarrollada y a la vez, el diagnóstico de la situación, con la posibilidad real de avanzar y construir propuestas.

Daré un breve ejemplo: una campaña de vacunación que alcance las 50 personas diarias evidentemente da cuentas de un trabajo (producto – personas vacunadas), pero no de un resultado ya que desconocemos el punto de partida, la situación problemática que se pretendía abordar y acaso el nivel de esfuerzo institucional comprometido y previsto (¿qué tasa pretendíamos mejorar con la vacunación? ¿Queríamos vacunar 50 o quizá el doble y no pudimos?). En este mismo sentido el diagnostico es necesario para saber dónde estamos, qué nos falta, cuál podría ser un punto de partida. Pero solo es eso, un estado de situación. Se requiere entonces avanzar, trascender, comprender que eso es la base a considerar para planificar propuestas que mejoren ese punto de partida. El diagnóstico lo podemos compartir casi todos, pero el plan de acción seguramente tenga lógicas y necesarias resistencias.

Para la tercera pregunta y la más complicada, debemos enfrentar un, ¿qué necesitamos?

Claramente es mi opinión, y parte de considerar que la mejor manera de cambiar las cosas, es participando activamente, conociendo las reglas y teniendo las herramientas y recursos contextuales para ser parte de una construcción que permita dar discusiones, debates e incidir en el diseño y ejecución de lo público.

Por ello, la tercera dicotomía propone que no necesitamos mártires, sino líderes. Esa idea remanente de los héroes en la historia que lo han dado todo por la liberación de los pueblos, de alguna manera invita a pensar en luchas colosales y sobresalientes de pocas/os iluminados y claramente la historia argentina de los últimos 200 años da cuenta que, si a esos proyectos no se los nutre de ideología de compromiso, se los oxigena con carne y participación, mueren antes de iniciar, o se extinguen con su fundador.

Aquí aportar otra dicotomía que se desprende del sistema y es actual en términos de no aportar más que nombres sin proyecto, y es que, no es lo mismo ganar una elección que gobernar. Esas alianzas que dicen lo que se quiere escuchar, o que apelan a lo que el otro ha hecho mal, por sobre proponer hacia dónde, ganan es cierto, pero rápidamente quedan expuestas al momento de tener que avanzar y resolver cómo y qué hacer dentro y desde el estado. Discursos biensonantes sobran, quizá lo que falta es conocimiento sobre el funcionamiento de la cosa pública, para tratar de comprender si eso que han planteado, es posible, probable, realismo mágico o acaso legal.

Poco tiene que ver la legitimidad que otorga un cargo ganado con la capacidad de gestionar programas y proyectos, todas/os votamos a un par que quizá nos cae bien, pero el haber sido votado no garantiza ni eleva a nadie por sobre la masa. Ese será el rol y desafío que el líder deba emprender en una comunidad politizada, conocedora y sobre todo con la claridad para defender lo propio.

Al final y del otro lado, nosotros tratando de comprender para dónde va la cosa, quizá no sea mucho, pero espero que alguna de estas ideas, de estos conceptos, de estos interrogantes queden resonando y permitan idolatrar un poco menos y comprometerse a debatir un poco más.

Federico Vasches
Integrante del Observatorio de Políticas Públicas y Sociales de Río Negro.

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Opinión

¿Por qué marchamos?

Nota de opinión por Nicolás Rochas, apoderado Frente Renovador Distrito Río Negro.

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Nunca nadie que haya llegado al cargo de Presidente había confesado abiertamente, que a su entender, el Estado Nación es «el problema». Porque destruir el Estado no nos hará libres, simplemente nos expondrá ante el mundo casi como bienes fungibles, una nueva especie de res nullius en un planeta organizado en torno a países soberanos.

Marchamos porque no se trata de estar «en contra», sino de advertir las consecuencias de decisiones nefastas y evitar pérdidas que serán irreparables.

Porque gobernar es asignar prioridades y no puede estar antes la ganancia de un banquero que la comida de la gente.

Porque la inflación no puede detenerse a fuerza de pulverizar el salario.

Porque la Cultura, la Ciencia, el Deporte o el Arte, nunca (jamás) son un gasto, sino la inversión a través de la que un pueblo se expresa, se identifica, se distingue y crece.

En poco más de un mes, el gobierno de Javier Milei devaluó en más del 100% la moneda, quitó subsidios, subió tarifas, frenó la obra pública, desfinanció al Estado (tanto Nacional como a las provincias) y desprotegió a todo inquilino, consumidor o usuario. El precio de los alimentos se dispara día a día, pero aún más se le adelantan los medicamentos. Hay una confesa pretensión de asignarle a la recesión la estrategia para frenar los precios (macabra convicción, la de pensar que «no hay inflación en los cementerios»).

En nuestra historia democrática jamás tuvimos un gobierno tan disociado de la realidad, tan ajeno al padecimiento, tan insensible y brutal.

Ganar el balotaje le otorgó la legitimidad para el ejercicio del Poder Ejecutivo, no la adquisición llave en mano de un país (que le avisamos: no está en venta). Ser el Presidente le da facultades para administrar los recursos del Estado, no la Suma del Poder Público, ni el cúmulo de facultades con que los constituyentes contaron en la conformación de la república. También por esto marchamos, para recordarle conceptos tan básicos que parecen habérsele olvidado; premisas tan antiguas como sus recetas económicas del siglo XIX.

Buena parte de la sociedad argentina lo votó en la esperanza de un cambio. Pero ese cambio debe serlo en la mejora del conjunto, no en la aniquilación de todo lo que a su criterio configura “un gasto”. Cuando hablamos de Patria, País o Estado, no nos referimos a cifras, variables o estadística, sino a personas, individuos, ciudadanos. Existencias reales que comen, sufren y sienten; no son likes, ni visualizaciones; son angustias de padres, pies descalzos y pancitas que chiflan si no hay pan sobre la mesa.

Marchamos por la responsabilidad histórica que importa proteger la soberanía y por la sensibilidad social de cuidar a los que menos tienen. Marchamos para advertir sobre las consecuencias que pueden ser aún más gravosas y para intentar corregir desequilibrios que se profundizarán de seguir el curso de las cosas. Marchamos porque es nuestro país el que están rifando, en un experimento en el que (como diría Serrat) «juegan con cosas que no tienen repuesto”. Por todo esto, y tantas otras cosas, el 24 de enero marchamos!

Nicolás Rochas
Apoderado Frente Renovador – Distrito Río Negro.

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