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Opinión

En Río Negro no hay Justicia para los trabajadores, pero no estamos solos

Por Rodolfo Aguiar, Secretario General de la Asociación Trabajadores del Estado (ATE) Río Negro.

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La Justicia Rionegrina ostenta la triste marca de contar con más de 100 crímenes impunes. Crímenes que, en gran medida, cuentan con responsabilidad judicial y policial, por su participación, complicidad o, como mínimo, impericia a la hora de realizar las investigaciones.

Inicialmente, me gustaría detenerme en tres nombres que nos atraviesan, nos impactan, nos enfurecen a los trabajadores rionegrinos y que muestran cabalmente dónde estamos parados en esta provincia del norte de la Patagonia. Atahualpa Martínez Vinaya, Daniel Solano y Lucas Muñoz, casos que transitan el derrotero de la oscuridad, de la impunidad eterna.

El primero de ellos, un joven viedmense, hijo de una Delegada Sindical de la Asociación Trabajadores del Estado (ATE), fue asesinado con un disparo por la espalda el 15 de junio de 2008. Un pibe de barrio, trabajador, soñador y solidario. Junto a un grupo de vecinos, había tomado un terreno para su hermana, soltera y con un chico. Los delegados de la toma habían denunciado amenazas de muerte.

Daniel Solano, trabajador rural, desapareció en noviembre de 2011, fue ‘chupado’ por la policía rionegrina de un boliche de Choele Choel luego de que poco tiempo atrás comenzara a denunciar las irregularidades e injusticias que padecían los trabajadores de la Multinacional Expofrut.

En tanto que el más reciente de estos casos tiene como protagonista a un joven policía de la ciudad de San Carlos de Bariloche, secuestrado el 14 de julio pasado y asesinado 25 días después. Donde todas las pistas apuntan a la misma policía provincial quien, a priori, obstaculizó la investigación, borró y plantó pruebas.

Tres casos, tres vidas, tres ausencias que nos interpelan a todos los militantes sociales y populares.

La misma Policía que no cuida a nuestros pibes ni a nuestros trabajadores, que los persigue y que ni siquiera tiene reparos en matar a uno de ‘los suyos’ es la que durante el último tiempo se enorgullece en ser el brazo ejecutor de una Justicia adicta al poder, una Justicia flexible para los corruptos, los narcotraficantes y los responsables de la trata y dura con los trabajadores.

Los nombres siguen y las ausencias se multiplican. Un caso más, una mujer menos.

En esta primavera se cumplen diez años de la desaparición, secuestro, violación y posterior muerte de Otoño Uriarte, una chica de 16 años de la localidad de General Fernández Oro, en el Alto Valle rionegrino. El caso también camina hacia la impunidad, porque los seis acusados fueron sobreseídos por la Jueza Sonia Martín del Juzgado de Instrucción Dos, atento a la supuesta falta de pruebas suficientes para procesarlos. La familia asegura que, como mínimo, los seis imputados tuvieron participación, al tiempo que se destacan los errores en la investigación. El sobreseimiento fue apelado al Superior Tribunal de Justicia de la provincia y el caso será también presentado ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) en un clamor de Justicia de toda la comunidad.

En este contexto general, no es de extrañar que los trabajadores y militantes de las causas sociales y sindicales seamos constantemente apuntados, cuestionados, perseguidos. La policía y la Justicia –salvo casos excepcionales- se muestran prestos a perseguir al que denuncia las injusticas y lentos y torpes para investigar esas mismas injusticias.

Paralelamente, el poder de turno no sólo cuenta con ellos y sus servicios, también están quienes, detrás de un micrófono o una pantalla, se encargan de escribir la historia oficial, cuestionando las expresiones de bronca de los trabajadores empobrecidos sin tomar siquiera en cuenta qué produce tal bronca contenida.

Es así como el encarcelamiento del Delegado Sindical de los Municipales de Allen, Ramón Cayuqueo -chupado de su domicilio, golpeado, secuestrado durante más de 10 horas, hostigado hasta el hartazgo y amenazado de muerte en varias oportunidades- es justificado y fundamentado en el hecho que -con poco más de un metro y medio de altura y un contextura corporal mediana- el sindicalista mordió en reiteradas oportunidades a mastodontes de casi dos metros, armados hasta los dientes y protegidos con botas, chalecos antibalas y cascos.

En este reino del revés, la Justicia muestra su peor cara a los trabajadores, mientras sonríe a funcionarios y poderosos.

Ejemplo de ello, días atrás, en una de las tantas causas armadas por el Gobierno Provincial, la Policía y la Justicia me declararon en rebeldía y pidieron mi captura junto a las compañeras dirigentes de nuestra entidad sindical Rosa Ñanco y Dora Fernández. Es muy llamativo que, habiéndonos presentado en el mismísimo Juzgado donde tramita la causa, para ajustarnos a derecho, la Jueza Sonia Martín en persona nos prometiera que nos iba a meter presos. Un accionar cuestionado, incluso por otros jueces penales de la provincia.

Cabe hacer notar que la Jueza Sonia Martín, que demanda nuestra detención, es la misma que dejó libres a los seis acusados de arrebatarle la vida a Otoño Uriarte.

Desde nuestro sindicato enfrentamos un proceso creciente de judicialización de la protesta social, no por violentos ni antidemocráticos, lo hacemos porque no puede ser de otra manera en una provincia donde reina la impunidad, donde desaparece y muere gente todo el tiempo por razones desconocidas, donde nuestras niñas y niños son masacrados y arrebatados de sus familias, donde los jueces son cómplices y la policía mata.

El Código Penal no fue creado para resolver los conflictos sociales. A los conflictos sociales los debe resolver el poder político. En nuestra provincia estamos cansados de la intromisión de la Justicia en los reclamos sindicales. La intromisión de esta Justicia que ya nos encarceló una vez, nos dictó un pedido de captura hace 15 días y nos armó, hasta ahora, más de 18 causas en las que los únicos testigos son los propios agentes de la fuerza policial.

Pretenden infundir miedo, temor y disciplinarnos. Pero no lo van a lograr. Mientras exista un solo derecho vulnerado, nos seguiremos subiendo a la ruta tantas veces como sean necesarias.

Nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio cantaba el catalán. Esta verdad es la que nos muestra que vamos por el camino correcto. Estamos donde tenemos que estar, del lado de los oprimidos.

En estos tiempos difíciles para nosotros, tantas muestras de apoyo, solidaridad y acompañamiento le hace saber al poder político rionegrino que no estamos solos. Y es eso, en definitiva, lo que realmente importa.

Nos tendríamos que preocupar si las cosas fueran distintas. Parafraseando a nuestro querido Germán Abdala, el día que la Justicia y la Policía nos comiencen a proteger, si algún día eso pasara, tendríamos que empezar a preguntarnos cuándo fue que abandonamos a nuestro pueblo.

 

Rodolfo Aguiar.
Secretario General de la Asociación Trabajadores del Estado (ATE) Río Negro.-

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Opinión

La ‘Curva de Verani’: Huellas de una tragedia en Allen

Se cumplieron 30 años de la misteriosa desaparición de una joven en una chacra de Allen. Por Javier Galli.

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Foto: Javier Galli.

Cuando hablamos de fenómenos inexplicables, lo sobrenatural siempre parece rondar el límite entre lo real y lo imaginado. La historia que envuelve la chacra de la familia Menguelle, en la zona rural cercana a Guerrico, ha tomado una forma fantasmal en el imaginario popular de la región, transformándose en una leyenda que sigue inquietando a quienes la escuchan.

Todo comenzó hace más de 30 años atrás, el 12 de octubre de 1991, cuando la joven, Vanesa Menguelle, hija de una reconocida familia chacarera de la zona, desaparece inexplicablemente en las inmediaciones de la llamada ‘Curva de Verani’. La joven tenía algo en común con otros habitantes del área: una misteriosa enfermedad mental atribuida al uso de químicos para la cura de las tierras que rodeaban la chacra familiar. Con apenas 20 años, esta muchacha fue testigo de cómo su mente se distorsionaba, mientras el paisaje que la rodeaba parecía marchitarse al compás de su deterioro. Sus últimos días en la chacra fueron extraños, marcados por conductas erráticas. Algunos dicen que hablaba sola, otros aseguran que la vieron vagar entre los cultivos secos, como si buscara algo que nadie más podía ver.

Última aparición

Testigos aseguraban haber visto a Vanesa caminando sola la noche de su desaparición en dirección a la ‘Curva de Verani’. Sin embargo, nadie ha podido precisar lo que ocurrió después. Un vecino que circulaba en su camioneta la vio caminando con paso tambaleante cerca del galpón de su chacra, pero pensó que estaba volviendo a su casa. Esa fue la última vez que alguien la vio con vida.

La familia Menguelle denunció la desaparición de Vanesa al día siguiente, luego de que no regresara a casa esa noche. Las autoridades locales iniciaron una intensa búsqueda en los alrededores de la curva y la chacra, aunque sin resultados concluyentes. Personal policial de Allen y Guerrico, vecinos y trabajadores de la zona recorrieron a pie campos y galpones abandonados, sin encontrar rastro alguno de la joven.

Pero la historia de la joven no termina con su desaparición. Los accidentes en ese tramo de la ruta se incrementaron de forma alarmante tras su ausencia, pese a que las condiciones de la carretera y su iluminación eran óptimas. Testigos presenciales, en su mayoría automovilistas y camioneros, aseguran haber visto a una mujer caminando tambaleante en plena madrugada, vestida con un traje blanco que resplandece bajo las luces de los faros. El rostro siempre pálido, inexpresivo, pero lo suficientemente inquietante como para provocar distracción y, en muchos casos, accidentes.

Incluso hay quienes afirman que al detenerse para ayudarla, la joven desaparece en un abrir y cerrar de ojos, dejando tras de sí una sensación inexplicable de vacío y terror. Los informes policiales hablan de una curva en la que los accidentes no deberían ocurrir, y sin embargo, el misterio persiste. ¿Es la joven la responsable de estos siniestros? Nadie puede afirmarlo con certeza.

Los rumores en torno a la chacra maldita siguieron creciendo. Algunos habitantes del lugar cuentan que la joven no fue la única en desaparecer en ese sector. A lo largo de los años, otras historias similares han surgido. Una mujer, violada y asesinada, fue encontrada cerca de la chacra, y desde entonces, los fantasmas parecen habitar cada rincón de esas tierras.

Una versión particularmente espeluznante cuenta que algunos taxistas que recogieron a una muchacha pálida en las inmediaciones de la curva no volvieron a ser vistos con vida. Otros camioneros aseguran haber sido asaltados por la visión de una joven que, al principio, parece necesitar ayuda, pero pronto desaparece sin dejar rastro. En todos los casos, la figura de la joven vuelve a aparecer y desvanecerse, generando un temor que perdura incluso después de haber pasado por el lugar.

El tiempo ha pasado, y la chacra quedó destruida. Las paredes de la vieja casa, devoradas por el viento y la maleza, son el único testimonio de lo que alguna vez fue. Hoy, solo quedan ruinas, un espacio vacío donde la naturaleza ha reclamado lo que una vez fue suyo. Pero los rumores persisten, y los pocos que se atreven a acercarse al lugar aseguran sentir una presencia, un eco de lo que alguna vez fue la vida en ese rincón de campo. Las imágenes tomadas recientemente revelan rincones oscuros y sombríos, con detalles que parecen congelados en el tiempo. Estas fotografías, al igual que el recuerdo de Vanesa Menguelle, siguen evocando preguntas y susurrando historias que se niegan a desaparecer, como si algo aún habitara en esos parajes desolados de la ‘Curva de Verani’.

Por Javier Galli.
Artista. Fotógrafo.

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Opinión

Las Universidades, para qué?

Nota de opinión por Federico Vasches, integrante del Observatorio de Políticas Públicas y Sociales de Río Negro.

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En estos días es habitual oír los problemas que enfrenta el sistema educativo, por el desfinanciamiento que está sufriendo. 

Y rápidamente podemos preguntarnos cuál sería el problema y por extensión, por el rol clave que deberían cumplir, en especial las universidades. 

En primera medida servir de espacio de contención socio cultural para quienes pretendan formarse y contar con nuevas herramientas para avanzar en la vida, y segunda y quizá tenida menos en cuenta, generar conocimientos valiosos para la comunidad en su conjunto. 

Si hay algo que uno espera de la educación superior, (de las universidades) ese lugar donde se produce el conocimiento, es que corran los límites, que vayan más allá, que incomoden todo aquello que sea necesario para poder avanzar. 

En este sentido, las ciencias sociales, esas con las que convivimos, ya que nos revisan en eso que nos define como sociedad, como individuos y como humanos, tendrán mucho para aportar. 

Claramente el estado, pero no únicamente el nacional, decide qué financiar y por ende qué no. Pensemos por un momento un gobierno provincial e inclusive algunos gobiernos locales (municipio y comunas), financiando proyectos de investigación en la creencia y seguridad de que eso que se investigue, aportará nuevas ideas, conocimientos y herramientas para su gestión. 

Pero claro, hoy pareciera que las cosas son distintas. Quienes ocupan cargos de gestión, con su trabajo cotidiano nos responden a la preguntá ¿qué se hace?, ya que es su cotidiano. Mientras que quienes investigan en políticas públicas, ciencias de la administración y todo lo referido a la administración pública, nos responderían a ¿qué se podría hacer? 

Hay algo hasta increíble en la separación que tiene hoy la academia con la gestión gubernamental, los investigadores en lo estatal por un lado y los cargos electivos y funcionarios por otros. Si bien son dos conocimientos diferentes, el que se consigue estudiando y el que se consigue haciendo, en algún momento deberían encontrarse. 

Pero claro, quién financiaría aquello que lo incomode, que lo exhiba, que revele sus falencias, inclusive aparece cierta complicidad por parte del sistema ya que esos avances pueden a las claras incomodar la capacidad de gestión de quienes ocupan cargos en las propias instituciones educativas. 

Complicidad de dos lados, dos caras de una moneda que lógicamente no se encuentra, más que en un borde que investiga y aporta sobre cosas cómodas, relatos de una historia sabida y que recopila los datos ya conocidos. 

En esa misma rueda, los trabajadores de la investigación atrapados, ya que se les reconoce y se los obliga a investigar y se les financia aquellas cosas que no molesten. 

Existen problemas de financiamiento, claro, pero ojo no son los únicos. 

Si queremos salir de los problemas que presenta el sistema, sin salir del sistema, deberemos cambiar lo que se deba, corregir lo que se necesite y abrir las administraciones. 

Conseguir que política y conocimiento se amiguen, caso contrario el pozo será cada vez más hondo y la falta de dinero, pasará a ser, el menor de los problemas. 

Federico Vasches
Integrante del Observatorio de Políticas Públicas y Sociales de Río Negro.

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Opinión

Del otro lado, nosotros

Nota de opinión por Federico Vasches, integrante del Observatorio de Políticas Públicas y Sociales de Río Negro.

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En estos tiempos tan veloces de vivir, son pocos los momentos en que nos detenemos a tratar de comprender qué nos pasa, más allá del bolsillo.

Ahora es fácil confundir el síntoma con la causa, la consecuencia con la fuente del problema. Seguir discutiendo en circularidad de lo obvio: el dinero no alcanza. Cuando, en realidad no somos capaces de repensar qué es lo que genera la situación.

Entonces traigo tres dicotomías tan vigentes y actuales (y pasadas, si lo son), como necesarias para incorporar, quizá mate mediante en un momento de reflexión:

La primera responde a la pregunta, ¿dónde estamos?

Rápidamente comprender que estamos inmersos en un sistema democrático, que es abonado por todas y todos, ejercido por las instituciones del estado, pero que muchas veces quien gobierna, impone, crea y establece las condiciones de gobernabilidad, traza las políticas e inclusive el plan de gobierno, es el poder económico privado. Nacional e internacional.

Lo que quiero aportar aquí es esta dicotomía de los “jugadores” de adentro y de afuera del sistema. Vecinas y vecinos serán de afuera, pudiendo aportar con sus participaciones a quienes sí están adentro, la clase dirigencial, políticos y funcionarios públicos. Pero ojo, no seamos tampoco ingenuos, porque quizá hasta ellos mismos, están afuera del sistema de decisión, del poder real. Su único diferencial es conocer el sistema, ser conscientes de su lugar y cumplir con su papel, hacer como que deciden, emular que pueden, abonar alguno de los dos lados de una grieta que no existe como tal.

Para la segunda pregunta, debemos pensar, ¿qué nos ofrecen?

Es que claro, si ellos que son quienes ocupan los cargos públicos, que los elegimos para que gobiernen, no pueden hacerlo porque a su vez son condicionados por los poderes económicos concentrados nacionales, qué nos queda esperar a los demás?

Por lo pronto comenzar a comprender esta segunda dicotomía en la que usualmente nos empantanamos al momento de relacionarnos con ellas/os, y que comprenderla nos dará la libertad de saber qué se nos dice. Esta dicotomía es doble, ya que confundimos los productos del accionar del estado con resultados de la política pública desarrollada y a la vez, el diagnóstico de la situación, con la posibilidad real de avanzar y construir propuestas.

Daré un breve ejemplo: una campaña de vacunación que alcance las 50 personas diarias evidentemente da cuentas de un trabajo (producto – personas vacunadas), pero no de un resultado ya que desconocemos el punto de partida, la situación problemática que se pretendía abordar y acaso el nivel de esfuerzo institucional comprometido y previsto (¿qué tasa pretendíamos mejorar con la vacunación? ¿Queríamos vacunar 50 o quizá el doble y no pudimos?). En este mismo sentido el diagnostico es necesario para saber dónde estamos, qué nos falta, cuál podría ser un punto de partida. Pero solo es eso, un estado de situación. Se requiere entonces avanzar, trascender, comprender que eso es la base a considerar para planificar propuestas que mejoren ese punto de partida. El diagnóstico lo podemos compartir casi todos, pero el plan de acción seguramente tenga lógicas y necesarias resistencias.

Para la tercera pregunta y la más complicada, debemos enfrentar un, ¿qué necesitamos?

Claramente es mi opinión, y parte de considerar que la mejor manera de cambiar las cosas, es participando activamente, conociendo las reglas y teniendo las herramientas y recursos contextuales para ser parte de una construcción que permita dar discusiones, debates e incidir en el diseño y ejecución de lo público.

Por ello, la tercera dicotomía propone que no necesitamos mártires, sino líderes. Esa idea remanente de los héroes en la historia que lo han dado todo por la liberación de los pueblos, de alguna manera invita a pensar en luchas colosales y sobresalientes de pocas/os iluminados y claramente la historia argentina de los últimos 200 años da cuenta que, si a esos proyectos no se los nutre de ideología de compromiso, se los oxigena con carne y participación, mueren antes de iniciar, o se extinguen con su fundador.

Aquí aportar otra dicotomía que se desprende del sistema y es actual en términos de no aportar más que nombres sin proyecto, y es que, no es lo mismo ganar una elección que gobernar. Esas alianzas que dicen lo que se quiere escuchar, o que apelan a lo que el otro ha hecho mal, por sobre proponer hacia dónde, ganan es cierto, pero rápidamente quedan expuestas al momento de tener que avanzar y resolver cómo y qué hacer dentro y desde el estado. Discursos biensonantes sobran, quizá lo que falta es conocimiento sobre el funcionamiento de la cosa pública, para tratar de comprender si eso que han planteado, es posible, probable, realismo mágico o acaso legal.

Poco tiene que ver la legitimidad que otorga un cargo ganado con la capacidad de gestionar programas y proyectos, todas/os votamos a un par que quizá nos cae bien, pero el haber sido votado no garantiza ni eleva a nadie por sobre la masa. Ese será el rol y desafío que el líder deba emprender en una comunidad politizada, conocedora y sobre todo con la claridad para defender lo propio.

Al final y del otro lado, nosotros tratando de comprender para dónde va la cosa, quizá no sea mucho, pero espero que alguna de estas ideas, de estos conceptos, de estos interrogantes queden resonando y permitan idolatrar un poco menos y comprometerse a debatir un poco más.

Federico Vasches
Integrante del Observatorio de Políticas Públicas y Sociales de Río Negro.

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