Opinión
La espontaneidad los muestra tal cual son: Macri y los «desaparecidos», Bullrich y la «conquista al desierto»
Por Juan José Tealdi, Coordinador Corriente Nacional «Igualdad y Participación» del Partido Socialista.
Al ser consultado sobre si fueron 30 mil los desaparecidos durante la última dictadura, el presidente Mauricio Macri respondió: «Es un debate en el que no voy a entrar. No tengo idea si fueron 9 o 30 mil. Si son los que están anotados en un muro o son muchos más. Es una discusión que no tiene sentido». (infobae, 10-08-16).
Cuando el gobernador Weretilneck invitó -fuera de protocolo- al Ministro de Educación y Cultura de la Nación, Esteban Bullrich a decir unas palabras en el marco de la inauguración de instalaciones de la Universidad Nacional de Río Negro en Choele Choel, el pasado 15 de setiembre, dijo “Hace muy poquito cumplimos 200 años de nuestra independencia y planteábamos con el presidente [Mauricio Macri], que no puede haber independencia sin educación, y tratando de pensar en el futuro, esta es la nueva Campaña del Desierto, pero no con la espada sino con la educación” (La Nación, 16-09-2016).
Mauricio Macri, millonario de nacimiento y gerente de empresas beneficiadas por la política económica de la última dictadura lleva en su sangre la idea que esa terrible noche que asoló a nuestra Patria entre 1976 y 1983 no fue tan terrible. Por ello ni sus graves e inéditas violaciones a los derechos humanos ni la espantosa herencia económica que nos dejó son para él un problema. Tal es así que cuando una situación lo saca de su impostura de presidente “bueno y democrático” muestra lo que es en realidad: Un empresario conservador, profundamente reaccionario, lejano a todo sentimiento popular y al que dictadura o democracia no le representan instancias demasiadas diferentes, siempre que estén garantizadas las máximas ganancias de sus empresas y la de sus pares, muchos de los cuales integran su gobierno.
Esteban Bullrich es descendiente de Adolfo Bullrich, fundador en 1867 de la casa de remates Adolfo Bullrich y Cía. (hoy Patio Bullrich) donde remataban el ganado proveniente de las vastas tierras saqueadas a los pueblos originarios durante la Campaña al Desierto. Quien por su amistad con Julio Argentino Roca llegó a ser intendente de la Ciudad de Buenos Aires durante su segunda presidencia (síntesis del artículo del Profesor Martín Díaz en adn 19-09-16). Al igual que el presidente Macri lleva en su ADN el pensamiento de los integrantes de la oligarquía que se apropió de esas tierras y para ello llevaron adelante aquel verdadero genocidio.
Coherencia histórica
Entre el genocidio que generó la casta de “propietarios de la tierra o terratenientes” y su consecuente riqueza en el siglo XIX y el del siglo XX, que favoreció el enriquecimiento de tantos empresarios, pasó justo un siglo y, salvando las distancias, podemos encontrar muchas coincidencias y la existencia de una estrecha relación entre ambos.
La llamada “Conquista del Desierto” fue la campaña militar por la cual el “gobierno de la República Argentina”, entre 1878 y 1885, ingresó al territorio y derrotó a los pueblos mapuche, ranquel y tehuelche. Si bien no hay cifras oficiales de la cantidad de víctimas hay estimaciones que hacia 1870 los habitantes originarios de la región de La Pampa y la Patagonia argentina eran unos 30.000, que al finalizar la invasión se vieron despojados de su tierra. Tierra que, negocio mediante de los “conquistadores – hoy oligarquía terrateniente” pasó a servir al mercado internacional que demandaba alimentos.
Nació de esa manera una clase privilegiada que manejó el Estado, y por tanto las decisiones ejecutivas, las leyes y la justicia, hasta que se logró el voto universal y secreto. A partir de esta conquista el pueblo comenzó a influir en las decisiones del Estado obteniendo conquistas y recortando ganancias al sector del privilegio. Por ello éste recurrió a los golpes de Estado de 1930, 1955, 1966 y 1976 para recuperar ese manejo.
Como vemos hay una relación de causa efecto y de métodos entre los hechos descriptos y sus consecuencias a pesar del transcurso de los años.
De tal palo tal astilla
Macri, hombre del empresariado favorecido por la política de Martínez de Hoz y Cavallo no puede evitar ser un continuador de estas ideas. Esteban Bullrich, heredero de la oligarquía que se benefició con el saqueo de tierras a los pueblos originarios no puede evitar hacerse cargo y reconocer que aquella “conquista” fue a punta de espada a favor de una minoría. No es casual que integren el mismo gobierno y que defiendan las mismas ideas y acciones.
Uno es hijo del empresariado “moderno” y otro de la tradicional “oligarquía terrateniente”, sectores que concentran el poder económico nacional, asociado al internacional. Sectores que a lo largo de nuestra historia tuvieron algunos frenos a sus apetitos de ganancia y poder durante gobiernos populares, lo que los llevó a golpear los cuarteles para recuperar terreno. Hoy, ante el fracaso de los gobiernos populares, han logrado seducir al electorado llegando al gobierno por las urnas.
Por ello, su accionar económico, como lo muestran estos primeros diez meses, ha generado más ganancias a la oligarquía -mediante la quita de retenciones-, ha generado más ganancias a las empresas de servicios, que nunca hicieron una inversión, mediante el tarifazo, ha generado más ganancias al sector financiero con medidas del banco central y de la macro economía, ha decidido cumplir a rajatabla con la deuda externa heredada de la dictadura pagando a los fondos buitres, etc. etc. Todo ello a costa del incremento de la pobreza que ya supera el 35 %, de la indigencia y del despido de más de cien mil trabajadores del Estado, lo que alentó despidos de similar magnitud en el sector privado.
Oportunidad para un espacio alternativo de izquierda democrática
La derrota electoral del peronismo en su versión Kirchnerista y la puesta en evidencia de sus aspectos corruptos y de muchas políticas “no populares”, como los acuerdos YPF Chevron -que hoy salen a la luz gracias a la valentía del ex senador socialista Rubén Giustiniani- así como sus vinculaciones con la minería del saqueo económico y ambiental, generan grandes dificultades a ese sector para volver a ponerse el saco del progresismo, más allá de los logros que le granjearon el fuerte respaldo popular que llegó a tener.
La diputada del GEN Margarita Stolbizer, que fue una digna candidata del espacio progresista no peronista ni radical de la última elección presidencial dijo que está «convencida» de que el país «está mejor» desde que gobierna Mauricio Macri y en términos políticos personales afirmó que no descarta «absolutamente nada» sobre eventuales acuerdos con otros sectores e incluso con su propia postulación en las elecciones legislativas de 2017 (La Nación 25-9-16). Estas expresiones, sumadas al accionar del oficialismo del propio Partido Socialista, ratifican en el terreno ideológico la derrota electoral de los principales protagonistas del espacio que ella decidió dejar de representar.
Así las cosas, con un gobierno de empresarios que buscan maximizar sus ganancias, con una oposición peronista de similar ideología y propuestas y un ex progresismo asimilado a ambos, el espacio alternativo que representa las ideas y la práctica de la izquierda democrática está más vacante que nunca. Ese es el espacio que el Partido Socialista debe contribuir a fortalecer y resignificar con una programática acorde a las demandas sociales y la realidad económica, ambiental y política de hoy, junto a espacios políticos y sociales afines a esta posición.
En ese camino trabajamos quienes integramos la Corriente Nacional Igualdad y Participación del Partido Socialista.
Juan José Tealdi.
Coordinador Corriente Nacional «Igualdad y Participación» del Partido Socialista.-
Opinión
Las Universidades, para qué?
Nota de opinión por Federico Vasches, integrante del Observatorio de Políticas Públicas y Sociales de Río Negro.
En estos días es habitual oír los problemas que enfrenta el sistema educativo, por el desfinanciamiento que está sufriendo.
Y rápidamente podemos preguntarnos cuál sería el problema y por extensión, por el rol clave que deberían cumplir, en especial las universidades.
En primera medida servir de espacio de contención socio cultural para quienes pretendan formarse y contar con nuevas herramientas para avanzar en la vida, y segunda y quizá tenida menos en cuenta, generar conocimientos valiosos para la comunidad en su conjunto.
Si hay algo que uno espera de la educación superior, (de las universidades) ese lugar donde se produce el conocimiento, es que corran los límites, que vayan más allá, que incomoden todo aquello que sea necesario para poder avanzar.
En este sentido, las ciencias sociales, esas con las que convivimos, ya que nos revisan en eso que nos define como sociedad, como individuos y como humanos, tendrán mucho para aportar.
Claramente el estado, pero no únicamente el nacional, decide qué financiar y por ende qué no. Pensemos por un momento un gobierno provincial e inclusive algunos gobiernos locales (municipio y comunas), financiando proyectos de investigación en la creencia y seguridad de que eso que se investigue, aportará nuevas ideas, conocimientos y herramientas para su gestión.
Pero claro, hoy pareciera que las cosas son distintas. Quienes ocupan cargos de gestión, con su trabajo cotidiano nos responden a la preguntá ¿qué se hace?, ya que es su cotidiano. Mientras que quienes investigan en políticas públicas, ciencias de la administración y todo lo referido a la administración pública, nos responderían a ¿qué se podría hacer?
Hay algo hasta increíble en la separación que tiene hoy la academia con la gestión gubernamental, los investigadores en lo estatal por un lado y los cargos electivos y funcionarios por otros. Si bien son dos conocimientos diferentes, el que se consigue estudiando y el que se consigue haciendo, en algún momento deberían encontrarse.
Pero claro, quién financiaría aquello que lo incomode, que lo exhiba, que revele sus falencias, inclusive aparece cierta complicidad por parte del sistema ya que esos avances pueden a las claras incomodar la capacidad de gestión de quienes ocupan cargos en las propias instituciones educativas.
Complicidad de dos lados, dos caras de una moneda que lógicamente no se encuentra, más que en un borde que investiga y aporta sobre cosas cómodas, relatos de una historia sabida y que recopila los datos ya conocidos.
En esa misma rueda, los trabajadores de la investigación atrapados, ya que se les reconoce y se los obliga a investigar y se les financia aquellas cosas que no molesten.
Existen problemas de financiamiento, claro, pero ojo no son los únicos.
Si queremos salir de los problemas que presenta el sistema, sin salir del sistema, deberemos cambiar lo que se deba, corregir lo que se necesite y abrir las administraciones.
Conseguir que política y conocimiento se amiguen, caso contrario el pozo será cada vez más hondo y la falta de dinero, pasará a ser, el menor de los problemas.
Federico Vasches
Integrante del Observatorio de Políticas Públicas y Sociales de Río Negro.
Opinión
Del otro lado, nosotros
Nota de opinión por Federico Vasches, integrante del Observatorio de Políticas Públicas y Sociales de Río Negro.
En estos tiempos tan veloces de vivir, son pocos los momentos en que nos detenemos a tratar de comprender qué nos pasa, más allá del bolsillo.
Ahora es fácil confundir el síntoma con la causa, la consecuencia con la fuente del problema. Seguir discutiendo en circularidad de lo obvio: el dinero no alcanza. Cuando, en realidad no somos capaces de repensar qué es lo que genera la situación.
Entonces traigo tres dicotomías tan vigentes y actuales (y pasadas, si lo son), como necesarias para incorporar, quizá mate mediante en un momento de reflexión:
La primera responde a la pregunta, ¿dónde estamos?
Rápidamente comprender que estamos inmersos en un sistema democrático, que es abonado por todas y todos, ejercido por las instituciones del estado, pero que muchas veces quien gobierna, impone, crea y establece las condiciones de gobernabilidad, traza las políticas e inclusive el plan de gobierno, es el poder económico privado. Nacional e internacional.
Lo que quiero aportar aquí es esta dicotomía de los “jugadores” de adentro y de afuera del sistema. Vecinas y vecinos serán de afuera, pudiendo aportar con sus participaciones a quienes sí están adentro, la clase dirigencial, políticos y funcionarios públicos. Pero ojo, no seamos tampoco ingenuos, porque quizá hasta ellos mismos, están afuera del sistema de decisión, del poder real. Su único diferencial es conocer el sistema, ser conscientes de su lugar y cumplir con su papel, hacer como que deciden, emular que pueden, abonar alguno de los dos lados de una grieta que no existe como tal.
Para la segunda pregunta, debemos pensar, ¿qué nos ofrecen?
Es que claro, si ellos que son quienes ocupan los cargos públicos, que los elegimos para que gobiernen, no pueden hacerlo porque a su vez son condicionados por los poderes económicos concentrados nacionales, qué nos queda esperar a los demás?
Por lo pronto comenzar a comprender esta segunda dicotomía en la que usualmente nos empantanamos al momento de relacionarnos con ellas/os, y que comprenderla nos dará la libertad de saber qué se nos dice. Esta dicotomía es doble, ya que confundimos los productos del accionar del estado con resultados de la política pública desarrollada y a la vez, el diagnóstico de la situación, con la posibilidad real de avanzar y construir propuestas.
Daré un breve ejemplo: una campaña de vacunación que alcance las 50 personas diarias evidentemente da cuentas de un trabajo (producto – personas vacunadas), pero no de un resultado ya que desconocemos el punto de partida, la situación problemática que se pretendía abordar y acaso el nivel de esfuerzo institucional comprometido y previsto (¿qué tasa pretendíamos mejorar con la vacunación? ¿Queríamos vacunar 50 o quizá el doble y no pudimos?). En este mismo sentido el diagnostico es necesario para saber dónde estamos, qué nos falta, cuál podría ser un punto de partida. Pero solo es eso, un estado de situación. Se requiere entonces avanzar, trascender, comprender que eso es la base a considerar para planificar propuestas que mejoren ese punto de partida. El diagnóstico lo podemos compartir casi todos, pero el plan de acción seguramente tenga lógicas y necesarias resistencias.
Para la tercera pregunta y la más complicada, debemos enfrentar un, ¿qué necesitamos?
Claramente es mi opinión, y parte de considerar que la mejor manera de cambiar las cosas, es participando activamente, conociendo las reglas y teniendo las herramientas y recursos contextuales para ser parte de una construcción que permita dar discusiones, debates e incidir en el diseño y ejecución de lo público.
Por ello, la tercera dicotomía propone que no necesitamos mártires, sino líderes. Esa idea remanente de los héroes en la historia que lo han dado todo por la liberación de los pueblos, de alguna manera invita a pensar en luchas colosales y sobresalientes de pocas/os iluminados y claramente la historia argentina de los últimos 200 años da cuenta que, si a esos proyectos no se los nutre de ideología de compromiso, se los oxigena con carne y participación, mueren antes de iniciar, o se extinguen con su fundador.
Aquí aportar otra dicotomía que se desprende del sistema y es actual en términos de no aportar más que nombres sin proyecto, y es que, no es lo mismo ganar una elección que gobernar. Esas alianzas que dicen lo que se quiere escuchar, o que apelan a lo que el otro ha hecho mal, por sobre proponer hacia dónde, ganan es cierto, pero rápidamente quedan expuestas al momento de tener que avanzar y resolver cómo y qué hacer dentro y desde el estado. Discursos biensonantes sobran, quizá lo que falta es conocimiento sobre el funcionamiento de la cosa pública, para tratar de comprender si eso que han planteado, es posible, probable, realismo mágico o acaso legal.
Poco tiene que ver la legitimidad que otorga un cargo ganado con la capacidad de gestionar programas y proyectos, todas/os votamos a un par que quizá nos cae bien, pero el haber sido votado no garantiza ni eleva a nadie por sobre la masa. Ese será el rol y desafío que el líder deba emprender en una comunidad politizada, conocedora y sobre todo con la claridad para defender lo propio.
Al final y del otro lado, nosotros tratando de comprender para dónde va la cosa, quizá no sea mucho, pero espero que alguna de estas ideas, de estos conceptos, de estos interrogantes queden resonando y permitan idolatrar un poco menos y comprometerse a debatir un poco más.
Federico Vasches
Integrante del Observatorio de Políticas Públicas y Sociales de Río Negro.
Opinión
¿Por qué marchamos?
Nota de opinión por Nicolás Rochas, apoderado Frente Renovador Distrito Río Negro.
Nunca nadie que haya llegado al cargo de Presidente había confesado abiertamente, que a su entender, el Estado Nación es «el problema». Porque destruir el Estado no nos hará libres, simplemente nos expondrá ante el mundo casi como bienes fungibles, una nueva especie de res nullius en un planeta organizado en torno a países soberanos.
Marchamos porque no se trata de estar «en contra», sino de advertir las consecuencias de decisiones nefastas y evitar pérdidas que serán irreparables.
Porque gobernar es asignar prioridades y no puede estar antes la ganancia de un banquero que la comida de la gente.
Porque la inflación no puede detenerse a fuerza de pulverizar el salario.
Porque la Cultura, la Ciencia, el Deporte o el Arte, nunca (jamás) son un gasto, sino la inversión a través de la que un pueblo se expresa, se identifica, se distingue y crece.
En poco más de un mes, el gobierno de Javier Milei devaluó en más del 100% la moneda, quitó subsidios, subió tarifas, frenó la obra pública, desfinanció al Estado (tanto Nacional como a las provincias) y desprotegió a todo inquilino, consumidor o usuario. El precio de los alimentos se dispara día a día, pero aún más se le adelantan los medicamentos. Hay una confesa pretensión de asignarle a la recesión la estrategia para frenar los precios (macabra convicción, la de pensar que «no hay inflación en los cementerios»).
En nuestra historia democrática jamás tuvimos un gobierno tan disociado de la realidad, tan ajeno al padecimiento, tan insensible y brutal.
Ganar el balotaje le otorgó la legitimidad para el ejercicio del Poder Ejecutivo, no la adquisición llave en mano de un país (que le avisamos: no está en venta). Ser el Presidente le da facultades para administrar los recursos del Estado, no la Suma del Poder Público, ni el cúmulo de facultades con que los constituyentes contaron en la conformación de la república. También por esto marchamos, para recordarle conceptos tan básicos que parecen habérsele olvidado; premisas tan antiguas como sus recetas económicas del siglo XIX.
Buena parte de la sociedad argentina lo votó en la esperanza de un cambio. Pero ese cambio debe serlo en la mejora del conjunto, no en la aniquilación de todo lo que a su criterio configura “un gasto”. Cuando hablamos de Patria, País o Estado, no nos referimos a cifras, variables o estadística, sino a personas, individuos, ciudadanos. Existencias reales que comen, sufren y sienten; no son likes, ni visualizaciones; son angustias de padres, pies descalzos y pancitas que chiflan si no hay pan sobre la mesa.
Marchamos por la responsabilidad histórica que importa proteger la soberanía y por la sensibilidad social de cuidar a los que menos tienen. Marchamos para advertir sobre las consecuencias que pueden ser aún más gravosas y para intentar corregir desequilibrios que se profundizarán de seguir el curso de las cosas. Marchamos porque es nuestro país el que están rifando, en un experimento en el que (como diría Serrat) «juegan con cosas que no tienen repuesto”. Por todo esto, y tantas otras cosas, el 24 de enero marchamos!
Nicolás Rochas
Apoderado Frente Renovador – Distrito Río Negro.