Opinión
Coronavirus: Una moneda con dos caras
Nota de opinión por Pablo Gustavo Díaz, consultor político.

«Si el dilema es la economía o la vida, yo elijo la vida. Una economía que se cae se levanta, pero una vida que se pierde no se recupera más«, dijo el presidente Alberto Fernández en su último discurso televisado por la crisis pandémica del Coronavirus.
“Al fin un presidente que se preocupa por la gente y no por los mercados”, estallaron los aplausos en la tribuna digital neoalbertista.
La retórica es la técnica discursiva mas poderosa que tiene la política para persuadir a las masas. Y Alberto es un gran retórico. Con un conocimiento y dominio del ethos, el pathos y el logos como pocos. Incluso mejor que el de su propia madrina. Y ese discurso, en mi humilde nivel de conocimiento narrativo, tuvo todo lo que tiene que tener un gran discurso… de campaña.
“Voy a ensayar la improvisación del discurso de mañana”, decía otro espléndido orador llamado Winston Churchill.
Como todo gran discurso, el pronunciado el 29 de marzo, no tuvo nada de improvisación. Ni siquiera la presencia del agraciado jefe de gabinete, en remera deportiva, sentado a su lado para el deleite de les twitteres femenines. Por el contrario, todo estuvo fríamente calculado y las palabras usadas perfectamente elegidas.
«Yo soy yo y mi circunstancia y si no la salvo a ella no me salvo yo«, escribió José Ortega y Gasset en su ensayo Meditaciones del Quijote de 1914.
Entre las circunstancias que motivaron la narrativa del discurso presidencial encuentro en el gran miedo a la muerte, la gran adhesión a la cuarentena como profilaxis, y la altísima imagen positiva personal y aprobación de gestión presidencial (datos manifestados por la sociedad en la mayoría de las encuestas de opinión pública que se han hecho estos días) sumado a la oportunidad histórica que se le presentaba al animal político intrínseco en el presidente para posicionarse como el líder indiscutido del país, las más importantes.

Las gráficas ilustrativas de mi argumentación anterior corresponden a encuestas hechas por mi consultora rionegrina y otras destacadas consultoras nacionales, en los últimos días.



Nada es casual en política. Todo es causal. Y estas causas eran lo suficientemente importantes y significativas como para desatenderlas y desaprovecharlas… pero… (si, siempre encontramos un ‘pero’ los librepensadores y escépticos investigadores de la cosa pública, solo para molestar a los alcahuetes fanáticos del “si jefesismo”)… el respeto a la enfermedad es una de las caras de esta moneda llamada coronavirus. La otra cara es la vida misma, la cotidiana, las cosas que hacemos por deber o placer los seres humanos para satisfacer nuestras necesidades. Como por ejemplo trabajar para comer.
Cuando al principio de esta nota dije que este ultimo discurso de Alberto Fernández era una gran pieza narrativa de campaña, me refería a que para mi no fue el mensaje de un estadista que le hablara a todo el pueblo argentino. Le habló a los propios y a los convencidos. Le habló a los que solo ven uno de los lados de la moneda. No les habló a los que ven o están en el otro.
“I have nothing to otferbut blood, toil, tears and sweat” (“Nada puedo ofrecer aparte de sangre, esfuerzo, lágrimas y sudor”), pronunció Winston Churchill ante la Cámara de los Comunes, al asumir el cargo de primer ministro británico el 13 de mayo de 1940.
Esa (aunque no suya, ya expliqué las razones anteriormente) es la frase de un estadísta que sabe que no pudiendo conformar a todos los iguala en el sacrificio.
“A pesar de que grandes extensiones de Europa y muchos Estados antiguos y famosos han caído o pueden caer en las garras de la Gestapo y todo el aparato odioso del gobierno Nazi, no vamos a languidecer o fallar. Llegaremos hasta el final, lucharemos en Francia, lucharemos en los mares y océanos, lucharemos con creciente confianza y creciente fuerza en el aire, defenderemos nuestra isla, cualquiera que sea el costo, lucharemos en las playas, lucharemos en las pistas de aterrizaje, lucharemos en los campos y en las calles, lucharemos en las colinas, y ¡nunca, nunca, nunca, nunca, pero nunca, nos rendiremos!”
Las bombas caían para todos en aquella Londres de 1940. Y las muertes en el campo de batalla en el continente europeo no distinguían edad, ni raza, ni condición social.
Uso este paralelismo con la guerra porque fue el propio presidente Alberto Fernández el que nos habló de “librar la batalla contra este enemigo invisible que es virus”. Pero en esta batalla, no toda la gente ni toda la tropa es igual. Hay algunos menos iguales que otros. Por lo menos así lo manifiestan muchos argentinos en las encuestas y en los foros de internet que consultamos los investigadores sociales.
Hay quienes tienen un salario asegurado y pase lo que pase, hagan lo que hagan, a fin de mes recibirán su depósito bancario. Hay quienes reciben asistencia económica del estado y además en este caso excepcional la misma ha sido incrementada. Y hay quienes no tienen salarios ni reciben nada.
Esos excluidos del sistema de reparto de ayudas estatal son los autónomos, monotributistas clase ‘C’ en adelante, emprendedores, pequeños empresarios industriales, comerciantes, cuentapropistas, con tanta vocación y derecho de hacer la misma cuarentena que el resto de sus convecinos, pero les cuesta más que a ellos por no tener asegurado su futuro como los demás.
Son mayoritariamente gente que vive al día, que no posee ahorros económicos, sostenes de hogar/familia, con empleados (informales o con altas deudas impositivas patronales), altamente endeudados con proveedores, bancos o usureros financistas de los que no mandan carta documento para intimar sus cobros.
Son gente que no discuten la medida de cuarentena dispuesta. Pero que exige igual condiciones que el resto para cumplirlas.
Son gente con muchas problemas económicos y que no llegan al 13 de abril, ni mucho menos a fines de mayo o junio, como puede verse en estas gráficas de encuestas realizadas por mi consultora rionegrina y otras importantes consultoras nacionales.



Es gente que, auscultándola un poquito nomás, descubrimos que formó parte de los cacerolazos del 19 y 20 de diciembre de 2001 que terminaron con el gobierno de Fernando De la Rúa. Qué no forman parte de la grieta fanática. Que votaron a Mauricio en el ballotage de 2015 y luego le retiraron su voto para dárselo a Alberto en 2019.
Es la curva al final de la recta que tendría que ver el gobierno, en esta aceleración a fondo que emprendió. La otra cara de la moneda del coronavirus.
Pablo Gustavo Díaz.
Consultor político.
Opinión
El problema de la Argentina, es político
Nota de opinión por Federico Vasches, integrante del Observatorio de Políticas Públicas y Sociales de Río Negro.

Me pregunté bastante estos últimos días de qué manera podría colaborar, no tanto en un caso puntual como el de una colecta de insumos necesarios para atender un incendio en la zona del el Bolsón, sino en general, para llevar un poco de luz al momento que estamos atravesando.
Básicamente, me pregunté ¿qué se puede aportar en tiempos de desregulación, inclusive del sentido?
Si acordamos que el año pasado (2024) fue el de buscar culpables institucionales o sociales y por ende emprender batallas generales, este todavía no queda claro por donde podría transcurrir.
No nos olvidemos de las masivas marchas por el financiamiento universitario, los gobernadores dando aviso de diferencias, diputados y senadores haciendo lo suyo por el quorum, reclamos multitudinarios en las calles, privatizaciones, cierres de empresas y reparticiones, despidos masivos, sindicatos en alza e inclusive la CGT que se rompió.
Ha pasado tanto en tan poco tiempo que parece que fuera una película lejana y si bien poco sentido tendría que yo se las cuente (porque todos la vivimos), estoy casi seguro que el común denominador ha sido la poca reflexión al respecto.
No me embarco en una discusión electoral (aún cuando este sea un año para ello), sino en algo más profundo, algo del sentido de las cosas, de la esencia de un sistema que a pesar y al pasar los nombres se orada y nos deja a los ciudadanos siempre en la base.
En este sentido me parece oportuno, traer esa clasificación bastante consensuada en el campo de las ciencias políticas, sobre las concepciones de la palabra “política”. Una primera “polity” que daría cuenta de la función de distribución de poder en la sociedad (algo así como el sistema político), una segunda “politics” como el juego cotidiano de actores por espacios de poder e influencia (en particular con el ejercicio de la política, negociaciones y arte de lo posible) y por último la “policy” como la acción de gobierno (en nuestro caso conocido como políticas públicas.
Este triángulo de conceptos que se interrelacionan y recobran sentido, nos permite pensar que las acciones de un gobierno democrático, electo por la mayoría, que ejerce en sus libertades y posibilidades legales el poder político con acompañamiento social, puede inclusive gobernar en detrimento de mayorías y por ende beneficiar en particular a pequeños grupos.
Este es un gobierno que no escondió, ni esconde el sentido de lo que hace, no prometió nada que no fuera a cumplir, de hecho, está honrando sus compromisos de campaña con creces.
¿Entonces dónde radica el conflicto?
A mi entender en dos aspectos que si se entrelazan aportan claridad, pero que pueden ser presentados como dos frentes de lucha casi objetivamente irrenunciables.
Me refiero por un lado el desfinanciamiento de la ciencia y la tecnología en especial, las ciencias sociales y por otro el echar culpas constantes y “embarrar” la cancha sectorial, como los únicos y grandes culpables de un sistema que no pueden cambiar esos actores.
El pensar en un modelo de desarrollo y crecimiento del país desde la inversión en ciencia y tecnología, implica no únicamente apostar a las ciencias duras o de trayectorias más reconocidas y antiguas, y a las emergentes para la innovación, modernización, sino no dejar de lado a las ciencias sociales. Castigadas, seguro, poco reconocidas también, aunque el debate puede ser extenso, pretendo que nos detengamos en considerar algo en especial. En momentos como estos en los cuales “desregular” el mercado implica a la vez poner techo a las paritarias y liberar que las empresas de telefonía, servicios, alquileres, prepagas de medicina aumenten libremente, es lo mismo que achicar el bolsillo de las/os trabajadoras/es, y este tipo de visualizaciones contextuales claramente son campo de estudio, de comunicación, de divulgación y de consolidación desde la ciencias sociales; por lo que desfinanciarlas es clave para silenciar voces calificadas.
Por otro lado, los ataques sectoriales permiten ganar tiempo para tomar mientras, medidas de fondo, llevar la atención hacia ese segmento generando discursos, odios y enojos contra los supuestos beneficios de tal o cual. Ojo que al final de cuentas y luego de tantos culpables, inclusive habiendo dejado sin trabajo a más de 70.000 empleados, los problemas (esos que les endilgaban), no se resolvieron por sí solos y hasta quizá se agravaron.
Si se está jugando un juego, quienes son dueños del tablero tienen conocimiento de las reglas, y todos los demás lo jugamos sin sentido, sin comprender, pero apurados, entregándonos por momentos y combatiendo con la claridad de quien pisa la pelota y levanta la cabeza.
Ya lo denunciaba Borges en su poema Ajedrez cuando se consultaba por la mano que movía la pieza, por el político que dentro de un sistema político juega a la política con sus propias reglas y negocia esas políticas públicas que a cuenta gotas, y pocas veces nos benefician.
Si al final de estas líneas, como yo creen que el problema de la Argentina es político (en todos sus sentidos), habrá bastante más posibilidad de diseñar una reconstrucción nacional que nos contenga, que nos represente, pero que sobre todo nos de oportunidades y claridad para entender por dónde y para dónde van a ir las cosas.
Federico Vasches
Integrante del Observatorio de Políticas Públicas y Sociales de Río Negro.
Opinión
Cicatrix Maledictum: Secretos del Valle de la Luna
Las grietas de la tierra esconden historias que van más allá de lo visible. Por Javier Galli.

En lo profundo del Valle de la Luna, un paisaje que desafía al tiempo, las grietas de la tierra esconden historias que van más allá de lo visible. Las formaciones sedimentarias, moldeadas por milenios, guardan cicatrices que podrían ser el eco de un cataclismo hídrico que transformó esta región hace miles de años.
Según documentos atribuidos a una expedición científica de mediados del siglo XX, las capas de roca en el Valle no solo revelan eventos geológicos únicos, sino también patrones simbólicos que han despertado interrogantes. ¿Son simples caprichos de la naturaleza o vestigios de una civilización perdida? Entre los hallazgos reportados se encuentran conchas marinas en alturas improbables, grietas que se entrelazan formando diseños geométricos y fragmentos de lo que parecen ser estructuras petrificadas. Todo esto contribuye a la teoría del «Diluvio Negro», un evento mítico que habría devastado esta región, dejando tras de sí un paisaje marcado por la devastación y el misterio.

La serie fotográfica Cicatrix Maledictum captura la esencia de estos paisajes, transformando las bardas erosionadas y los valles desérticos en un escenario donde la naturaleza se convierte en memoria y códice. Cada imagen invita al espectador a explorar las grietas como si fueran las páginas de un libro antiguo, cargadas de significados ocultos.

«El Valle de la Luna es mucho más que un testigo geológico del tiempo. Es un espacio donde las marcas en la tierra dialogan con nuestras propias preguntas sobre el pasado y el futuro. Estas cicatrices nos hablan de eventos que superan nuestra escala humana», reflexiona el autor de la serie.

Esta propuesta artística no busca dar respuestas definitivas, sino plantear interrogantes: ¿Qué historias se esconden bajo las capas del tiempo? ¿Es posible que un cataclismo tan devastador haya dejado huellas no solo en la tierra, sino también en nuestra memoria colectiva? Las fotografías de Cicatrix Maledictum no solo retratan un paisaje, sino que invitan a una experiencia sensorial y filosófica sobre los secretos que la naturaleza guarda bajo llave.

Próximamente, la serie podrá ser apreciada en diferentes espacios culturales de la región, donde se abrirá un diálogo entre arte, ciencia y la historia invisible que yace en el Valle de la Luna.

Por Javier Galli.
Artista. Fotógrafo.
Opinión
La ‘Curva de Verani’: Huellas de una tragedia en Allen
Se cumplieron 30 años de la misteriosa desaparición de una joven en una chacra de Allen. Por Javier Galli.

Cuando hablamos de fenómenos inexplicables, lo sobrenatural siempre parece rondar el límite entre lo real y lo imaginado. La historia que envuelve la chacra de la familia Menguelle, en la zona rural cercana a Guerrico, ha tomado una forma fantasmal en el imaginario popular de la región, transformándose en una leyenda que sigue inquietando a quienes la escuchan.
Todo comenzó hace más de 30 años atrás, el 12 de octubre de 1991, cuando la joven, Vanesa Menguelle, hija de una reconocida familia chacarera de la zona, desaparece inexplicablemente en las inmediaciones de la llamada ‘Curva de Verani’. La joven tenía algo en común con otros habitantes del área: una misteriosa enfermedad mental atribuida al uso de químicos para la cura de las tierras que rodeaban la chacra familiar. Con apenas 20 años, esta muchacha fue testigo de cómo su mente se distorsionaba, mientras el paisaje que la rodeaba parecía marchitarse al compás de su deterioro. Sus últimos días en la chacra fueron extraños, marcados por conductas erráticas. Algunos dicen que hablaba sola, otros aseguran que la vieron vagar entre los cultivos secos, como si buscara algo que nadie más podía ver.
Última aparición
Testigos aseguraban haber visto a Vanesa caminando sola la noche de su desaparición en dirección a la ‘Curva de Verani’. Sin embargo, nadie ha podido precisar lo que ocurrió después. Un vecino que circulaba en su camioneta la vio caminando con paso tambaleante cerca del galpón de su chacra, pero pensó que estaba volviendo a su casa. Esa fue la última vez que alguien la vio con vida.
La familia Menguelle denunció la desaparición de Vanesa al día siguiente, luego de que no regresara a casa esa noche. Las autoridades locales iniciaron una intensa búsqueda en los alrededores de la curva y la chacra, aunque sin resultados concluyentes. Personal policial de Allen y Guerrico, vecinos y trabajadores de la zona recorrieron a pie campos y galpones abandonados, sin encontrar rastro alguno de la joven.
Pero la historia de la joven no termina con su desaparición. Los accidentes en ese tramo de la ruta se incrementaron de forma alarmante tras su ausencia, pese a que las condiciones de la carretera y su iluminación eran óptimas. Testigos presenciales, en su mayoría automovilistas y camioneros, aseguran haber visto a una mujer caminando tambaleante en plena madrugada, vestida con un traje blanco que resplandece bajo las luces de los faros. El rostro siempre pálido, inexpresivo, pero lo suficientemente inquietante como para provocar distracción y, en muchos casos, accidentes.
Incluso hay quienes afirman que al detenerse para ayudarla, la joven desaparece en un abrir y cerrar de ojos, dejando tras de sí una sensación inexplicable de vacío y terror. Los informes policiales hablan de una curva en la que los accidentes no deberían ocurrir, y sin embargo, el misterio persiste. ¿Es la joven la responsable de estos siniestros? Nadie puede afirmarlo con certeza.
Los rumores en torno a la chacra maldita siguieron creciendo. Algunos habitantes del lugar cuentan que la joven no fue la única en desaparecer en ese sector. A lo largo de los años, otras historias similares han surgido. Una mujer, violada y asesinada, fue encontrada cerca de la chacra, y desde entonces, los fantasmas parecen habitar cada rincón de esas tierras.
Una versión particularmente espeluznante cuenta que algunos taxistas que recogieron a una muchacha pálida en las inmediaciones de la curva no volvieron a ser vistos con vida. Otros camioneros aseguran haber sido asaltados por la visión de una joven que, al principio, parece necesitar ayuda, pero pronto desaparece sin dejar rastro. En todos los casos, la figura de la joven vuelve a aparecer y desvanecerse, generando un temor que perdura incluso después de haber pasado por el lugar.
El tiempo ha pasado, y la chacra quedó destruida. Las paredes de la vieja casa, devoradas por el viento y la maleza, son el único testimonio de lo que alguna vez fue. Hoy, solo quedan ruinas, un espacio vacío donde la naturaleza ha reclamado lo que una vez fue suyo. Pero los rumores persisten, y los pocos que se atreven a acercarse al lugar aseguran sentir una presencia, un eco de lo que alguna vez fue la vida en ese rincón de campo. Las imágenes tomadas recientemente revelan rincones oscuros y sombríos, con detalles que parecen congelados en el tiempo. Estas fotografías, al igual que el recuerdo de Vanesa Menguelle, siguen evocando preguntas y susurrando historias que se niegan a desaparecer, como si algo aún habitara en esos parajes desolados de la ‘Curva de Verani’.





Por Javier Galli.
Artista. Fotógrafo.