Opinión
A 71 años del 17 de octubre: Quien quiera oír que oiga
Por Juan José Tealdi, Coordinador Corriente Nacional “Igualdad y Participación” del Partido Socialista.
La revolución francesa fue una rebelión protagonizada por las clases populares que derrotó el absolutismo de la realeza para liberar las trabas al desarrollo de la economía. Bajo la proclama de libertad, igualdad y fraternidad los siervos pasaron a ser trabajadores libres y la burguesía fue la gran ganadora de ese proceso.
El 17 de octubre de 1945, en nuestro país, fue una movilización de los trabajadores que capitalizó la naciente burguesía nacional ante la momentánea ausencia de la burguesía inglesa, ocupada en salir de la guerra europea y sus consecuencias.
Ambos procesos, salvando distancias temporales y geográficas, trajeron grandes avances sociales pero no eliminaron las diferencias de clase ni las injusticias. Redefinieron los ganadores y los perdedores del sistema. En ambos hay ganadores y perdedores.
Esto no empaña lo positivo de este tipo de procesos inscriptos en los avances sociales que siempre abren nuevas oportunidades cual caja de Pandora, pero los ubica en su justa medida.
La gran guerra por el reparto del mundo que se libró en Europa entre 1939 y 1945 absorbió todas las energías y preocupaciones de los países europeos que colonizaron y explotaron nuestras tierras y nuestro trabajo desde los años 1500. Especialmente Inglaterra, que colocaba sus productos industriales a cambio de las exportaciones del campo de la oligarquía argentina dejó de lado momentáneamente sus intereses en esta región por obvias razones de supervivencia. Algo muy parecido a lo sucedido a principios del siglo XIX cuando Napoleón invadió España y las colonias “abandonadas” por sus amos se animaron a recorrer el camino de la independencia, no necesariamente cambiando formas de gobierno y correlaciones de fuerza internas, aunque iniciado el camino de libertad se abrieron oportunidades de cambios sociales.
Volviendo a 1945, durante esa guerra, y hasta diez años después, América Latina quedó librada a su suerte, “por suerte”. Esto permitió que surgieran los gobiernos de las burguesías locales en formación que incluyeron importantes avances para los trabajadores también. Esto funcionó sin demasiados sobresaltos hasta que los EEUU reemplazaron a Europa en el dominio del mundo y una vez terminadas de acomodar las economías afectadas por la guerra volvieron a poner, “por desgracia”, los ojos sobre nuestra región.
Durante esos años de “libertad” de post guerra fueron posibles procesos encabezados por Getulio Vargas en Brasil, José María Velasco Ibarra en Ecuador, Alberto Lleras Camargo en Colombia, Carlos Ibáñez del Campo en Chile y Juan Domingo Perón en Argentina. En otros países de la región esta posibilidad se dio unos años más tarde con similares características y liderazgos.
En Argentina, el desarrollo vertiginoso e improvisado de la industria, gracias al obligado proceso de sustitución de importaciones, generó un crecimiento exponencial de la clase trabajadora industrial que reclamaba sus derechos y una sustancial mejora en sus condiciones de vida, cosa que era justa y posible en un proceso de crecimiento de las fuerzas productivas y de riquezas acumuladas en un país que exportaba mucho e importaba poco.
El 17 de octubre fue un grito popular exigiendo derechos que fue interpretado por nuevos actores ante la distracción de los partidos y sindicatos de la izquierda, que venían dando grandes luchas por los derechos de los trabajadores pero, influenciados por el pensamiento eurocéntrico, estaban más preocupados por el fascismo en Europa que por la dependencia en nuestro suelo. Los vacíos en política no existen. Había una demanda y no había una respuesta acorde que interpretara el momento que se vivía.
Esta demanda fue interpretada por un militar que, por decisión propia y muy inteligente por cierto, integraba en segundas filas el gobierno militar que había desplazado del poder a los protagonistas de la década infame y así surgió lo que más tarde sería el Partido Justicialista. Sus propios protagonistas de ayer y de hoy lo interpretan como un movimiento que vino a armonizar el capital con el trabajo, aunque su marcha habla de combatir al capital.
Durante esos primeros diez años fue posible esa armonización por las condiciones de mercado imperante pero cuando Inglaterra y EEUU volvieron a poner el ojo sobre nuestra región esa armonía comenzó a resquebrajarse y volvió la “normalidad” del sistema capitalista. Vino el desarrollismo con su plan de enajenación de nuestra economía y el proceso de la dependencia se fue profundizando, con avances y retrocesos sociales, por la fuerza o condicionando la democracia. Como siempre, el capital extranjero, encontró sus aliados en la oligarquía forjada por Rosas y Roca durante el proceso de expulsión de los pueblos originarios de la pampa húmeda.
Hoy somos un país dependiente con una economía fuertemente extranjerizada. Eso ha sido habilitado por las dictaduras y también, lamentablemente, por los gobiernos democráticos de radicales y peronistas hasta nuestros días.
A 71 años de aquella gesta popular queremos rescatar su contenido popular y su empuje para mejorar las condiciones de vida de nuestra sociedad. Queremos plantear la necesaria autocrítica que el socialismo y la izquierda debe hacerse por no haber estado a la altura de las circunstancias y no haber interpretado lo que estaba pasando en nuestra sociedad. Queremos también señalar las limitaciones del partido que institucionalizó y capitalizó aquella movilización en cuanto a que tampoco interpretó que, al terminarse el momento económico favorable, iban a venir tiempos difíciles para los cuales había que plantearse cambios más profundos.
Como reflexión a modo de enseñanza colectiva, fuera de todo interés partidario o sectario, tal vez la gran deuda de ese proceso fue no haber confiado más en la participación activa e informada de la sociedad para tomar decisiones, en esencia la gran deuda es el ejercicio profundo de la democracia, único camino que tienen las mayorías para entenderse y tomar decisiones con autonomía y libertad. Los personalismos y las estructuras verticales pueden tener un momento de auge pero a mediano y largo plazo son una limitación a sus propios objetivos de justicia social proclamados, como lo muestra la historia universal.
Nuestra sociedad, más desigual y dependiente que nunca, necesita avanzar hacia la independencia con igualdad en armonía con el resto de la naturaleza. En ese marco de participación ciudadana el socialismo tiene la gran responsabilidad de contribuir a superar las limitaciones propias y de la experiencia social que hoy conmemoramos.
Juan José Tealdi.
Coordinador Corriente Nacional “Igualdad y Participación” del Partido Socialista.-
Opinión
La ‘Curva de Verani’: Huellas de una tragedia en Allen
Se cumplieron 30 años de la misteriosa desaparición de una joven en una chacra de Allen. Por Javier Galli.
Cuando hablamos de fenómenos inexplicables, lo sobrenatural siempre parece rondar el límite entre lo real y lo imaginado. La historia que envuelve la chacra de la familia Menguelle, en la zona rural cercana a Guerrico, ha tomado una forma fantasmal en el imaginario popular de la región, transformándose en una leyenda que sigue inquietando a quienes la escuchan.
Todo comenzó hace más de 30 años atrás, el 12 de octubre de 1991, cuando la joven, Vanesa Menguelle, hija de una reconocida familia chacarera de la zona, desaparece inexplicablemente en las inmediaciones de la llamada ‘Curva de Verani’. La joven tenía algo en común con otros habitantes del área: una misteriosa enfermedad mental atribuida al uso de químicos para la cura de las tierras que rodeaban la chacra familiar. Con apenas 20 años, esta muchacha fue testigo de cómo su mente se distorsionaba, mientras el paisaje que la rodeaba parecía marchitarse al compás de su deterioro. Sus últimos días en la chacra fueron extraños, marcados por conductas erráticas. Algunos dicen que hablaba sola, otros aseguran que la vieron vagar entre los cultivos secos, como si buscara algo que nadie más podía ver.
Última aparición
Testigos aseguraban haber visto a Vanesa caminando sola la noche de su desaparición en dirección a la ‘Curva de Verani’. Sin embargo, nadie ha podido precisar lo que ocurrió después. Un vecino que circulaba en su camioneta la vio caminando con paso tambaleante cerca del galpón de su chacra, pero pensó que estaba volviendo a su casa. Esa fue la última vez que alguien la vio con vida.
La familia Menguelle denunció la desaparición de Vanesa al día siguiente, luego de que no regresara a casa esa noche. Las autoridades locales iniciaron una intensa búsqueda en los alrededores de la curva y la chacra, aunque sin resultados concluyentes. Personal policial de Allen y Guerrico, vecinos y trabajadores de la zona recorrieron a pie campos y galpones abandonados, sin encontrar rastro alguno de la joven.
Pero la historia de la joven no termina con su desaparición. Los accidentes en ese tramo de la ruta se incrementaron de forma alarmante tras su ausencia, pese a que las condiciones de la carretera y su iluminación eran óptimas. Testigos presenciales, en su mayoría automovilistas y camioneros, aseguran haber visto a una mujer caminando tambaleante en plena madrugada, vestida con un traje blanco que resplandece bajo las luces de los faros. El rostro siempre pálido, inexpresivo, pero lo suficientemente inquietante como para provocar distracción y, en muchos casos, accidentes.
Incluso hay quienes afirman que al detenerse para ayudarla, la joven desaparece en un abrir y cerrar de ojos, dejando tras de sí una sensación inexplicable de vacío y terror. Los informes policiales hablan de una curva en la que los accidentes no deberían ocurrir, y sin embargo, el misterio persiste. ¿Es la joven la responsable de estos siniestros? Nadie puede afirmarlo con certeza.
Los rumores en torno a la chacra maldita siguieron creciendo. Algunos habitantes del lugar cuentan que la joven no fue la única en desaparecer en ese sector. A lo largo de los años, otras historias similares han surgido. Una mujer, violada y asesinada, fue encontrada cerca de la chacra, y desde entonces, los fantasmas parecen habitar cada rincón de esas tierras.
Una versión particularmente espeluznante cuenta que algunos taxistas que recogieron a una muchacha pálida en las inmediaciones de la curva no volvieron a ser vistos con vida. Otros camioneros aseguran haber sido asaltados por la visión de una joven que, al principio, parece necesitar ayuda, pero pronto desaparece sin dejar rastro. En todos los casos, la figura de la joven vuelve a aparecer y desvanecerse, generando un temor que perdura incluso después de haber pasado por el lugar.
El tiempo ha pasado, y la chacra quedó destruida. Las paredes de la vieja casa, devoradas por el viento y la maleza, son el único testimonio de lo que alguna vez fue. Hoy, solo quedan ruinas, un espacio vacío donde la naturaleza ha reclamado lo que una vez fue suyo. Pero los rumores persisten, y los pocos que se atreven a acercarse al lugar aseguran sentir una presencia, un eco de lo que alguna vez fue la vida en ese rincón de campo. Las imágenes tomadas recientemente revelan rincones oscuros y sombríos, con detalles que parecen congelados en el tiempo. Estas fotografías, al igual que el recuerdo de Vanesa Menguelle, siguen evocando preguntas y susurrando historias que se niegan a desaparecer, como si algo aún habitara en esos parajes desolados de la ‘Curva de Verani’.
Por Javier Galli.
Artista. Fotógrafo.
Opinión
Las Universidades, para qué?
Nota de opinión por Federico Vasches, integrante del Observatorio de Políticas Públicas y Sociales de Río Negro.
En estos días es habitual oír los problemas que enfrenta el sistema educativo, por el desfinanciamiento que está sufriendo.
Y rápidamente podemos preguntarnos cuál sería el problema y por extensión, por el rol clave que deberían cumplir, en especial las universidades.
En primera medida servir de espacio de contención socio cultural para quienes pretendan formarse y contar con nuevas herramientas para avanzar en la vida, y segunda y quizá tenida menos en cuenta, generar conocimientos valiosos para la comunidad en su conjunto.
Si hay algo que uno espera de la educación superior, (de las universidades) ese lugar donde se produce el conocimiento, es que corran los límites, que vayan más allá, que incomoden todo aquello que sea necesario para poder avanzar.
En este sentido, las ciencias sociales, esas con las que convivimos, ya que nos revisan en eso que nos define como sociedad, como individuos y como humanos, tendrán mucho para aportar.
Claramente el estado, pero no únicamente el nacional, decide qué financiar y por ende qué no. Pensemos por un momento un gobierno provincial e inclusive algunos gobiernos locales (municipio y comunas), financiando proyectos de investigación en la creencia y seguridad de que eso que se investigue, aportará nuevas ideas, conocimientos y herramientas para su gestión.
Pero claro, hoy pareciera que las cosas son distintas. Quienes ocupan cargos de gestión, con su trabajo cotidiano nos responden a la preguntá ¿qué se hace?, ya que es su cotidiano. Mientras que quienes investigan en políticas públicas, ciencias de la administración y todo lo referido a la administración pública, nos responderían a ¿qué se podría hacer?
Hay algo hasta increíble en la separación que tiene hoy la academia con la gestión gubernamental, los investigadores en lo estatal por un lado y los cargos electivos y funcionarios por otros. Si bien son dos conocimientos diferentes, el que se consigue estudiando y el que se consigue haciendo, en algún momento deberían encontrarse.
Pero claro, quién financiaría aquello que lo incomode, que lo exhiba, que revele sus falencias, inclusive aparece cierta complicidad por parte del sistema ya que esos avances pueden a las claras incomodar la capacidad de gestión de quienes ocupan cargos en las propias instituciones educativas.
Complicidad de dos lados, dos caras de una moneda que lógicamente no se encuentra, más que en un borde que investiga y aporta sobre cosas cómodas, relatos de una historia sabida y que recopila los datos ya conocidos.
En esa misma rueda, los trabajadores de la investigación atrapados, ya que se les reconoce y se los obliga a investigar y se les financia aquellas cosas que no molesten.
Existen problemas de financiamiento, claro, pero ojo no son los únicos.
Si queremos salir de los problemas que presenta el sistema, sin salir del sistema, deberemos cambiar lo que se deba, corregir lo que se necesite y abrir las administraciones.
Conseguir que política y conocimiento se amiguen, caso contrario el pozo será cada vez más hondo y la falta de dinero, pasará a ser, el menor de los problemas.
Federico Vasches
Integrante del Observatorio de Políticas Públicas y Sociales de Río Negro.
Opinión
Del otro lado, nosotros
Nota de opinión por Federico Vasches, integrante del Observatorio de Políticas Públicas y Sociales de Río Negro.
En estos tiempos tan veloces de vivir, son pocos los momentos en que nos detenemos a tratar de comprender qué nos pasa, más allá del bolsillo.
Ahora es fácil confundir el síntoma con la causa, la consecuencia con la fuente del problema. Seguir discutiendo en circularidad de lo obvio: el dinero no alcanza. Cuando, en realidad no somos capaces de repensar qué es lo que genera la situación.
Entonces traigo tres dicotomías tan vigentes y actuales (y pasadas, si lo son), como necesarias para incorporar, quizá mate mediante en un momento de reflexión:
La primera responde a la pregunta, ¿dónde estamos?
Rápidamente comprender que estamos inmersos en un sistema democrático, que es abonado por todas y todos, ejercido por las instituciones del estado, pero que muchas veces quien gobierna, impone, crea y establece las condiciones de gobernabilidad, traza las políticas e inclusive el plan de gobierno, es el poder económico privado. Nacional e internacional.
Lo que quiero aportar aquí es esta dicotomía de los “jugadores” de adentro y de afuera del sistema. Vecinas y vecinos serán de afuera, pudiendo aportar con sus participaciones a quienes sí están adentro, la clase dirigencial, políticos y funcionarios públicos. Pero ojo, no seamos tampoco ingenuos, porque quizá hasta ellos mismos, están afuera del sistema de decisión, del poder real. Su único diferencial es conocer el sistema, ser conscientes de su lugar y cumplir con su papel, hacer como que deciden, emular que pueden, abonar alguno de los dos lados de una grieta que no existe como tal.
Para la segunda pregunta, debemos pensar, ¿qué nos ofrecen?
Es que claro, si ellos que son quienes ocupan los cargos públicos, que los elegimos para que gobiernen, no pueden hacerlo porque a su vez son condicionados por los poderes económicos concentrados nacionales, qué nos queda esperar a los demás?
Por lo pronto comenzar a comprender esta segunda dicotomía en la que usualmente nos empantanamos al momento de relacionarnos con ellas/os, y que comprenderla nos dará la libertad de saber qué se nos dice. Esta dicotomía es doble, ya que confundimos los productos del accionar del estado con resultados de la política pública desarrollada y a la vez, el diagnóstico de la situación, con la posibilidad real de avanzar y construir propuestas.
Daré un breve ejemplo: una campaña de vacunación que alcance las 50 personas diarias evidentemente da cuentas de un trabajo (producto – personas vacunadas), pero no de un resultado ya que desconocemos el punto de partida, la situación problemática que se pretendía abordar y acaso el nivel de esfuerzo institucional comprometido y previsto (¿qué tasa pretendíamos mejorar con la vacunación? ¿Queríamos vacunar 50 o quizá el doble y no pudimos?). En este mismo sentido el diagnostico es necesario para saber dónde estamos, qué nos falta, cuál podría ser un punto de partida. Pero solo es eso, un estado de situación. Se requiere entonces avanzar, trascender, comprender que eso es la base a considerar para planificar propuestas que mejoren ese punto de partida. El diagnóstico lo podemos compartir casi todos, pero el plan de acción seguramente tenga lógicas y necesarias resistencias.
Para la tercera pregunta y la más complicada, debemos enfrentar un, ¿qué necesitamos?
Claramente es mi opinión, y parte de considerar que la mejor manera de cambiar las cosas, es participando activamente, conociendo las reglas y teniendo las herramientas y recursos contextuales para ser parte de una construcción que permita dar discusiones, debates e incidir en el diseño y ejecución de lo público.
Por ello, la tercera dicotomía propone que no necesitamos mártires, sino líderes. Esa idea remanente de los héroes en la historia que lo han dado todo por la liberación de los pueblos, de alguna manera invita a pensar en luchas colosales y sobresalientes de pocas/os iluminados y claramente la historia argentina de los últimos 200 años da cuenta que, si a esos proyectos no se los nutre de ideología de compromiso, se los oxigena con carne y participación, mueren antes de iniciar, o se extinguen con su fundador.
Aquí aportar otra dicotomía que se desprende del sistema y es actual en términos de no aportar más que nombres sin proyecto, y es que, no es lo mismo ganar una elección que gobernar. Esas alianzas que dicen lo que se quiere escuchar, o que apelan a lo que el otro ha hecho mal, por sobre proponer hacia dónde, ganan es cierto, pero rápidamente quedan expuestas al momento de tener que avanzar y resolver cómo y qué hacer dentro y desde el estado. Discursos biensonantes sobran, quizá lo que falta es conocimiento sobre el funcionamiento de la cosa pública, para tratar de comprender si eso que han planteado, es posible, probable, realismo mágico o acaso legal.
Poco tiene que ver la legitimidad que otorga un cargo ganado con la capacidad de gestionar programas y proyectos, todas/os votamos a un par que quizá nos cae bien, pero el haber sido votado no garantiza ni eleva a nadie por sobre la masa. Ese será el rol y desafío que el líder deba emprender en una comunidad politizada, conocedora y sobre todo con la claridad para defender lo propio.
Al final y del otro lado, nosotros tratando de comprender para dónde va la cosa, quizá no sea mucho, pero espero que alguna de estas ideas, de estos conceptos, de estos interrogantes queden resonando y permitan idolatrar un poco menos y comprometerse a debatir un poco más.
Federico Vasches
Integrante del Observatorio de Políticas Públicas y Sociales de Río Negro.