La víctima murió en galpón de empaque de Huergo. Ella convivía con él, pero no estaban casados legalmente.
El resumen le llegaba a su casilla de correo electrónico, pero el domicilio era diferente. Aunque buscó incansablemente obtener respuestas por parte de la entidad bancaria, fue imposible.
Tuvo que intervenir la Justicia para solucionar un problema entre vecinos.
El hombre ejercía una fuerte influencia sobre la víctima a través de creencias espirituales y prácticas esotéricas.
Deberá quedar internado en los dispositivos existentes para su edad.
Tras una discusión, le comunicaron verbalmente que no debía volver al lugar de trabajo.
Se espera la declaración de más de 20 testigos, entre familiares del niño que murió en el Sanatorio Juan XXIII y médicos y profesionales de la clínica privada.