Opinión
«Desorientados». Al pan, pan, y al vino, vino
Por Juan José Tealdi, Secretario de DDHH del Partido Socialista de Río Negro.
Representantes del Poder Económico Concentrado, coherentes en el tiempo, ayer a través del fraude y las dictaduras, hoy a través de sus personeros en democracia. Partidos Populares, ayer claramente identificados con el pueblo, hoy “desorientados”.
En nuestro país, el sistema capitalista se consolidó a fines del siglo XIX configurando una composición social distintiva, diferente en tiempo y espacio respecto a la región. La clase de los terratenientes de la provincia de Buenos Aires que usurparon sus tierras a los pobladores originarios y que, con el correr del tiempo, irían entrelazando sus apellidos como gerentes de las grandes industrias y bancos de capital extranjero. La clase trabajadora, inicialmente conformada por inmigrantes europeos pero que para mediados del siglo XX ya era mayoritariamente conformada por migrantes internos y la clase media, inicialmente también proveniente de la inmigración europea, dedicada a la intermediación y los servicios.
Desde el inicio mismo de este sistema económico y social comenzó la lucha por el poder político entre estos sectores para defender los intereses de uno u otro. De esta manera los sectores medios crearon la Unión Cívica Radical en 1890, los trabajadores crearon el Partido Socialista en 1896 y coparticiparon de la conformación del Partido Justicialista a partir de 1945 y los terratenientes apelaron a los golpes de Estado luego de que la lucha de los primeros les arrebatara la ley de Voto Universal y Secreto, y se les terminara la posibilidad del fraude a través del voto cantado.
Cada sector, cuando llegó al poder o cuando pudo influir en el mismo, desarrolló políticas caracterizadas. Los gobiernos identificados con los sectores medios y los trabajadores fueron nacionalistas, defendieron la democracia y ampliaron derechos de los trabajadores y las grandes mayorías. Hubo casos de violencia política y abusos de poder pero respetaron el Estado de Derecho. Los terratenientes, asociados al capital extranjero, redujeron derechos laborales y sociales, violaron la democracia, reprimieron ejerciendo el denominado Terrorismo de Estado en cada golpe con mayor crueldad, destruyeron empleo y entregaron el patrimonio nacional. Llegaron a través de los golpes de 1930, 1955, 1966 y 1976 y también hicieron varios intentos de tener su propio partido entre los cuales estuvo la Nueva Fuerza y la UCD, ambas de la familia Alsogaray, que no logró llegar por los votos pero sí a través del peronismo menemista. Recién en 2015 logran llegar por primera vez al poder político en democracia y con su propio partido: el PRO del presidente Macri.
¿Qué dice Macri? 30.000 desaparecidos… 9.000 desaparecidos… no sé,… son los que están en un muro… guerra sucia… ¿Qué hace Macri? Quita de retenciones a los exportadores de soja y minería, pago a fondos buitres estafadores, ley de blanqueo de capitales, tarifazo, aumento de las tasas de interés, reintegro de potestad en ascensos intermedios a los integrantes de las fuerzas armadas, desfinanciamiento de la Anses, 35 % de pobreza, economía cerca de la estanflación, incumplimiento de promesas de campaña de eliminar el impuesto a las ganancias a trabajadores, tiene dinero ilegal en paraísos fiscales…Para los sectores marginados de la economía, para el sector trabajador y las capas medias hay inflación, destrucción de empleo, reducción de subsidios y promesas de represión si protestan.
Basta analizar las medidas económicas y la cultura instalada en cada gobierno dictatorial del siglo XX así como durante la década neoliberal del peronismo menemista para encontrar un total paralelismo con las que lleva adelante el gobierno de gerentes que encabeza Macri.
La conformación de las clases sociales en la actualidad no es exactamente la del siglo XX pero tampoco demasiado diferente. Se ha consolidado una minoría de enorme poder económico, siempre asociada a intereses extranjeros, cuyos intereses son totalmente opuestos a la del resto de la población. Desde el inicio del sistema instalado a fines del siglo XIX, lo que siempre estuvo en discusión es la forma de generar y repartir la riqueza. Lamentablemente, a pesar de muchos avances sociales durante los gobiernos populares en ese sentido el resultado hoy es que se ha concentrado muchísima riqueza para unos pocos y para las grandes mayorías existe una distribución desigual que va desde el extremo de quienes padecen desocupación estructural hasta quienes están en mejores condiciones porque poseen una mediana o pequeña empresa, pasando por quienes trabajan manual e intelectualmente. Las diferencias entre estos últimos sectores son infinitamente menores a la existente entre ellos y los pocos dueños del gran capital.
A pesar de que esta distribución injusta ha sido y es clara a lo largo de nuestra historia, los partidos que históricamente representaron a las mayorías populares han sufrido retrocesos programáticos e ideológicos acercándose demasiado a la ideología, la cultura y la forma de gobernar que han impuesto quienes detentan el poder económico. Esto explica que un peronista como Menem haya destruido trabajo y haya desnacionalizado y destruido muchas instituciones que su propio partido ayudó a construir. Esto también explica por qué durante los doce años de peronismo Kirchnerista -con excelentes condiciones económicas a favor- no se haya reconstruido lo destruido por aquel. Esto también explica el desenlace en el actual gobierno del poder económico concentrado apoyado por el radicalismo de Sanz.
Las declaraciones y la acción de gobierno de Macri no deberían sorprender a nadie porque son totalmente coherentes y responden a los intereses que representa. Lo que no tiene coherencia es que los partidos populares desarrollen, más allá del discurso, políticas similares y, lo que es más preocupante es que tengan liderazgos actuales y potenciales que prometen más de lo mismo.
Separemos las aguas. Como dice el dicho popular: Al pan, pan y al vino, vino. Es hora de reacomodar las instituciones y reconstruir un espacio político que defienda los intereses de la Nación y de quienes trabajan. Es hora de construir igualdad. El Partido Socialista, que nunca logró llegar al poder político de la Nación, tiene hoy una enorme responsabilidad en esta tarea y no puede ni debe caer en la misma “desorientación” programática e ideológica que ha hecho retroceder al justicialismo y al radicalismo en su condición de representantes de los verdaderos intereses de las mayorías nacionales.
Juan José Tealdi.
Secretario de Derechos Humanos – Mesa Ejecutiva Nacional del Partido Socialista de Río Negro.-
Opinión
Después de la autocrítica, las propuestas
Nota de opinión por Federico Vasches y Pedro Videla. Integrantes del Observatorio de Políticas Públicas y Sociales de Río Negro.
El resultado del domingo 13 de agosto en las PASO, amerita muchas reflexiones, algunos mea culpa y diferentes lecturas. Arrojando un mensaje contundente: el problema siempre lo tiene quien gobierna.
Estos días escuchamos críticas cruzadas en los medios, medidas a medias tintas, modelos inciertos de gobierno y concepciones contradictorias de estado.
Según el espacio, partido político o frente electoral, su permeabilidad, cuota de realidad, ganas y posibilidad de leer el contexto, habrán hecho su autocrítica.
Ahora bien, luego de los dolores y alegrías, los aciertos y errores, las heridas y fortalezas: ¿qué pasó con las propuestas?
Sin pretender ser exhaustivos (y sabiendo que la mayor responsabilidad siempre la tiene quien gobierna), traemos algunas recomendaciones sobre las que se podría fundar la reconstrucción, dirigida a octubre. Las cuales podemos resumir en: “tener un federalismo tangible, con agendas públicas abiertas y dónde la ciencia, la tecnología y el conocimiento, se socialicen y popularicen”.
I. Federalismo Tangible: no decimos nada nuevo con esta afirmación, ya que es una deuda abierta de más de 200 años.
Pero permitámonos imaginar espacios reales de coordinación entre estamentos, niveles y poderes del estado. Pensemos la potencia que tendría y cómo se notaría la “capilaridad social del estado” en palabras del Oszlak, si todos/as quienes integramos el estado tuviéramos la misma convicción e intención de poner nuestros mejores esfuerzos al servicio del/a otro/a, más allá de los signos políticos, partidarios y/o ideológicos.
Si las administraciones tuvieran la posibilidad de coordinar en los territorios con las organizaciones libres del pueblo, no con ánimos de modificarlas o encorsetarlas, sino de reconocerlas, de asociarse para trabajar y aprender de ellas; esto podría escalar regionalmente y reactivar un tejido social que se encuentra bastante deshilachado.
No queremos diseñar políticas federales desde un escritorio remoto, sino disponer de la capacidad de situarse, leyendo las necesidades y particularidades de los actores para trabajar.
II. Agendas Públicas Abiertas: sabemos de los tiempos y agendas apretadas de quienes integran los poderes del estado, en especial en el ejecutivo. Quienes tratan de publicitar sus actos de gobierno mediante comunicados oficiales y redes sociales.
No pretendemos comunicar una vez consumado, sino anticipar cuál será la agenda personal futura, los lugares, espacios, actos públicos en los que participarán. Posibilitando cierto control ciudadano y permitiendo conocer a las personas.
Si existe bastante apatía con la clase política, y en algunos actos por no “mover” a la tropa quedarían vacantes, cabe reclamar que nunca se sabe con antelación la posible visita del funcionario. Esto será una práctica que se construya en cada territorio, que arroje ganancias plenas, ya que nadie se esconderá y todas y todos nos nutriremos de con nuestras/os representantes cerca.
III. Ciencia, Tecnología y Conocimiento Socializado y Popularizado: nadie cuestiona la importancia de las Universidades ni desmerece el rol de la ciencia y la tecnología, pero debemos pensarlo en detalle, ya que le asunto es un poco más complejo.
Porque las Universidades (y el sistema educativo todo) cumple un rol innegable en la formación de nuevas/os profesionales y el sistema institucional de Ciencia y Tecnología aporta valor a la reflexión, a la comprensión y al desarrollo de nuevas soluciones. ¿Entonces dónde radica el problema?
Básicamente en la falta de información sobre esto, en no poder responder clara y abiertamente a la sociedad a las preguntas de ¿para qué sirve la investigación?, ¿qué se está investigando?, ¿cuáles son los avances y/o aportes tangibles en términos cotidianos y sociales para la/el vecina/o de a pie?
No se malinterprete, ya que no hay de fondo un cuestionamiento al rol de la CyT en el desarrollo de un país, sino a la incapacidad que este sistema ha presentado para vincularse y legitimarse con la sociedad; no es una crítica a quienes investigan, sino a quienes dirigen las instituciones.
¿Será posible pensar en jornadas de divulgación en los territorios, encuentros en bibliotecas barriales y/o centros comunitarios, mesas de trabajo con instituciones públicas y privadas? ¿Dar entonces esas discusiones incómodas y poner el valor de las investigaciones al servicio del vecino?
No hay recetas mágicas, sino un camino por delante el cual no se recorre únicamente en tiempos electorales, el que debe ser fundamento de debate y apropiación ideológica del estado y las políticas públicas que pretendemos para forjar la Patria Grande que necesitamos.
Federico Vasches y Pedro Videla.
Integrantes del Observatorio de Políticas Públicas y Sociales de Río Negro.
Opinión
Que no se hagan los sorprendidos
Nota de opinión por Ariel Rivero, presidente del Concejo Municipal de Campo Grande.
Nadie puede mostrarse sorprendido por la actitud asumida por el gobierno nacional respecto a la la finalización de las concesiones de las represas.
Razones históricas de permanente avasallamiento de los intereses provinciales, imposiciones, presiones, menosprecio, son actitudes que los gobiernos centrales han tenido a lo largo de los años sobre las provincias, especialmente las patagónicas.
Sin embargo no ha habido, salvo honrosas excepciones que datan de hace más de 50 o 60 años, acciones firmes y concretas ni de los poderes del Estado, ni de partidos políticos, ni de instituciones, ni de las fuerzas vivas de la región, para evitar tantos atropellos.
Solo frías apariciones mediáticas, tardías y débiles gestiones, cuyo resultado era absolutamente previsible. Claramente cuando las acciones son tímidas, como pidiendo permiso, la respuesta de la centralidad del poder nos demuestra la histórica e increíble realidad de una Argentina con una grave deformación demográfica, económica y política del país sobre sus mejores posibilidades.
Y aquí estamos otra vez los patagónicos aceptando sin condicionamientos, como resignados, los avances y contradicciones en un país de un federalismo meramente formal y un centralismo real que impone las condiciones desde la ciudad puerto a provincias periféricas con relativo poder y en su mayoría olvidadas.
Otra muestra más de la falta de previsiones, planificación y políticas acertadas. Lo dije hace unos días; el gobierno nacional estiró el proceso, esquivó respuestas, postergó decisiones y nuestros representantes lo dejaron actuar con displicencia para que ahora ni siquiera nos den la oportunidad de brindar opinión a quienes somos los propietarios de los recursos. Así que nadie se puede hacer el sorprendido o sorprendida.
Ahora bien, para no seguir llorando sobre la leche derramada.
¿Qué vamos a esperar ahora? Que este deficiente e incalificable gobierno nacional utilice estos últimos meses de gestión para incorporar directores, gerentes, personal administrativo, etc. a una nueva gran empresa pública que funcione en un gran edificio en la “city porteña” para ver como juntan el dinero que se genera a partir de nuestros recursos, y nos sigan obligándonos a subvencionarlos calladitos la boca, aunque su decisión es anticonstitucional, centralista y autoritaria?
¿Qué vamos a esperar? Que algún funcionario del gobierno nacional se digne a atender a nuestros representantes y los conforme con el nombramiento de algunos asesores en esa nueva empresa o con suerte como accionistas minoritarios.
¿Qué vamos a esperar? Que nos sigan utilizando “nuestra” agua discrecionalmente para recibir energía eléctrica en sus ciudades, sin tener en cuenta nuestra demanda
¿Qué vamos a esperar? Que el equipamiento, generadores, turbinas, que han recibido en 30 años un mantenimiento mínimo colapsen, poniendo en riesgo a las poblaciones que vivimos aguas abajo.
Propongo que nuestros actuales gobernantes provinciales y sus respectivos sucesores, junto a legisladores, intendentes, jueces, representantes de los partidos políticos, profesionales en la materia, técnicos y especialistas de ambas jurisdicciones, acordemos la necesidad de pelear de una vez por todas por nuestros derechos.
Utilicemos todos los mecanismos democráticos y judiciales para revertir este nuevo atropello y definamos en conjunto lo que se debe hacer con las represas, si las manejara el Estado o se vuelven a privatizar, establecer una retribución justa y equitativa del uso de “nuestra” agua, definir claramente las prioridades de su uso, el sistema tarifario, los beneficios para la región, la seguridad de las poblaciones, regalías, y en definitiva, establecer junto al gobierno nacional los marcos regulatorios del funcionamiento de las represas desde los ámbitos políticos, jurídicos, constitucionales, técnicos y económicos.
Ariel Rivero
Presidente del Concejo Municipal de Campo Grande.-
Opinión
Entre la sensación y el bolsillo, está la inflación
Nota de opinión por Federico Vasches, integrante del Observatorio de Políticas Públicas y Sociales de Río Negro.-
Vivir en Argentina es una de las cosas más lindas que como argentino podés experimentar, quien no nació aquí y no vive en esta tierra nunca lo entenderá. Quizá por ello, no son pocas las veces en que oímos que desde el exterior se cuestionan cómo es que nos apasiona tanto vivir acá, más aún cuando se enteran de esas situaciones, que por cotidianas vamos normalizando.
No hace falta que enumere, pero casi que nuestros días se desarrollan de una manera vertiginosa y similar a la siguiente: despertamos, nos trasladamos, trabajamos, nos formamos, criamos hijos, somos productivos, realizamos compras, cumplimos con nuestros compromisos cotidianos y quienes podemos tratamos de darnos nuestro tiempo. Hasta allí un relato común a muchas familias, pero sabemos que detrás de ello tenemos una preocupación que nos asecha, cuando no nos alcanza, e incluso nos inmoviliza: la inflación.
Entiendo que todos tenemos una idea formada sobre lo que sucede en el país, cuál es el mal que nos aqueja, aportando alguna respuesta a esa pregunta que nos resuena: ¿qué nos pasa que no podemos encontrar el rumbo económico?
Acordamos que la inflación está, existe y es tangible. Lo que también es cierto es que se nos presentan dos inflaciones, una de cada lado. Una es la de los medios, la de los análisis elocuentes y macroeconómicos, la de las explicaciones que provienen del exterior, la del ajuste y la urgente necesidad de achicar el estado; del otro lado está la de todos los días, la del bolsillo, la del comercio de cercanía, la del pan, la carne y la leche.
Esta situación que vivimos, nos atraviesa y por momentos pareciera que ponemos el ojo, la atención y la preocupación en cosas que no lo ameritan, es que, si la inflación se nos presenta como un fenómeno de difícil solución, debe entonces serlo también, de difícil comprensión.
Traigo una propuesta para revisar y acercarnos al asunto, para que podamos discutir luego del peso y los aumentos, mirando un poco más allá.
Un primer problema que advierto es el impacto por el aumento desmedido en el valor nominal de los productos. Esto es el choque, el susto y por momentos la angustia e indignación que nos genera el nuevo valor de eso que hace poco compramos a un precio inferior. Aquí me interesa que pensemos que luego de este sacudón por el nuevo precio de la cosa, tratemos de comprender que, si este incremento va acompasado a las paritarias, es decir al incremento de los salarios, no existe problema alguno. Si algo vale $100 y mi ingreso es de $1.000, y eso mismo pasa a valer $200 y mi ingreso se duplica de la misma forma alcanzando los $2.000, vemos una proporcionalidad entre uno y otro. Con lo cual, y en la medida de que al nuevo precio pueda seguir comprando lo mismo que antes, no habría mayor problema. Aunque sabemos que en estos tiempos las cosas no son así y vamos perdiendo.
Un segundo problema, es el de la pérdida de poder adquisitivo para las clases asalariadas. Es decir, esta pérdida de capacidad real, se compone de una inflación sobre los productos de consumo y servicios más una serie de paritarias en las que las negociaciones no han conseguido ni siquiera compensar esos aumentos. No hablamos de ganar, pero ni para el empate nos alcanza. Lo grave de esta situación es que se da en especial sobre los productos de la canasta básica de alimentos y que ello repercute particularmente en las familias de bajos recursos quienes son las que destinan mayor parte de sus ingresos a la adquisición de alimentos. Imaginemos que si bien la inflación es un promedio general, no es el mismo impacto que genera en familias de clase media asalariada en zonas periféricas, que en las de clase alta de grandes ciudades. Para las primeras los aumentos más sensibles serán los referidos a los alimentos (los cuales han alcanzado los más altos índices de incremento) y servicios básicos de agua, luz y gas y transporte; contra las segundas que seguramente se vean afectadas por los aumentos en medicinas prepagas, expensas de edificios, servicios de conectividad y televisión por cable, impuestos y tasas municipales, combustible, seguros y patente.
Cabe destacar que no me refiero a dueños de grandes empresas nacionales ni trasnacionales, de esas que tienen cuentas en monedas extranjeras en el exterior y cotizan en la bolsa de valores, tampoco a quienes han tenido la dicha de heredar grandes fortunas y/o con sus apellidos les basta, menos aún estoy pensando en quienes viven en barrios super privados con hasta tres empleadas de casa particulares más la propia con cama adentro. Si no que estoy pensando en personas de clase media asalariada, formadas y/o en formación siendo inclusive primera o segunda generación universitaria, con hijos, con casa propia con crédito hipotecario y/o alquilando, que con sus ingresos cubren sus gastos mensuales y dependen del ingreso próximo para continuar sus planes, es decir me refiero a la gran mayoría de la población.
Hoy quedan atrás esas historias de padres y abuelos que con el aguinaldo cambiaban el auto, de quienes con sus salarios podían comprar un terreno y con sus propias manos construir su casa para habitarla en familia como proyecto de vida, de quienes con esfuerzo propio montaban su empresa escalando a escala regional; actualmente tener un auto, comprar o construir una casa es prohibitivo para una gran proporción de la población.
Evidentemente son tiempos complejos, y si podemos afirmar que el futbol es la gran pasión nacional, la inflación es entonces el gran flagelo. Todo se agravaría de continuar en este carril y dejar que las cosas pasen. Porque pareciera que siempre lo hacen en detrimento de la gran mayoría, porque no seamos necios, si hay inflación es porque hay formadores de precios. Esos mismos a los que nos me refiero, esos mismos que generan nuevos precios y/o elevan los existentes son a quienes menos les afecta.
Si el estado no está presente con controles efectivos, con mano firme y compromisos que pueda y deba cumplir, trabajando del lado y con la ciudadanía para que seamos todos y todas componentes activos en lo que necesitamos que se venga, claramente seremos los perjudicados. Porque si el estado no interviene, y si no nos despertamos para que algunas cosas cambien, quienes ganen, serán los de siempre: serán ellos.
Federico Vasches – DNI: 32.991.877
Integrante del Observatorio de Políticas Públicas y Sociales de Río Negro.-