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Opinión

Modelo «Sorista» para la tribuna

Por Mario Álvarez, concejal de Juntos Somos Río Negro de General Roca.

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Mostrar una manzana chilena por TV o aprovechar el mal momento que vive la fruticultura rionegrina para salir a pedir asistencia económica repitiendo un libreto tan remanido como la palabra «emergencia»…es pura «sarasa» oportunista.

Hace años que la fruticultura vive en emergencia. Todos lo sabemos. El transcurso del tiempo, obviamente, ha ido agravando esa situación, sin que los protagonistas activos del desmadre se dispongan seria y comprometidamente a tomar cartas en el asunto, y hacer lo que hay que hacer, sin más dilaciones.

Mucha gente lo viene señalando, cargando responsabilidades sobre las espaldas provinciales pero también sobre la falta de compromiso de los Municipios involucrados, así como de las distintas representaciones productivas y gremiales.

Hace poco presenté en el Deliberante un proyecto para crear un Organismo (Secretaría de la Producción) que a nivel Municipal se ocupe de ir diseñando nuevos rumbos productivos, recuperando y poniendo en valor la cantidad impresionante de hectáreas abandonadas que hoy se marchitan irremediablemente ante los ojos de todos nosotros.
Lo hice pensando en una diseñada diversificación productiva zonal, con participación activa del INTA, de la Provincia, del Municipio, de los gremios y de las diferentes Cámaras que circunscriben la vida económica local.

Mi propuesta imagina huertas, invernaderos, herramientas financieras alternativas, un Mercado Concentrador local de Frutas y Verduras (la comunidad boliviana nos está dando un ejemplo sobre el particular) para poder avanzar con un «compre local» que nos beneficie a todos y muchas otras medidas que surgirían dentro de un espacio coparticipado, apuntando no sólo a rescatar tierra ociosa, sino, precisamente, a inaugurar otros espacios productivos que generen divisas y nuevas alternativas de empleo digno, mejorando así la calidad de vida de muchos rionegrinos. Sin embargo, al hermano de la Diputada Soria, a cargo del Ejecutivo de nuestra ciudad, esa propuesta le pareció, sencillamente, «una gansada».

Para ser sincero…no esperaba mucho más del Intendente.

Roca es un Municipio parado sobre la más pura cosmética (gran parte de la sociedad roquense ya lo tiene asumido), y por eso ningún Soria habla de desarrollo territorial sustentable, de estrategias, de directrices generales, de programas y de proyectos coparticipados. Esas palabras no han sido incorporadas a su vocabulario.

Por eso se ningunea desde hace 12 años aquel bienintencionado Plan Director, diseñado allá por el año 2000 de manera comprometida a través de un acuerdo consensuado entre numerosas instituciones locales que se pusieron a pensar una ciudad diferente.

Por ese mismo «ninguneo» los hermanos Soria no emiten opinión respecto de las actividades extractivas en pleno corazón del Alto Valle, que también conspiran contra los intereses de los productores.

Por eso nunca les ha preocupado preservar las áreas productivas locales de tensiones inmobiliarias especulativas. Todo lo contrario.

Por los mismos motivos no se promueve un modelo de crecimiento local asentado sobre la base de la participación democràtica plural, porque según el «sorismo», a la gente no le interesa involucrarse.

Esa es la razón por la que descartaron las Juntas Vecinales como herramienta válida de expresión barrial, calcando una matriz prepotente que se utilizó para «freezar» expresiones genuinas de participación vecinal, tratando de reducirlas a su mínima expresión (como está ocurriendo actualmente con el IMBA)…o directamente logrando que desaparezcan (como sucedió en el Museo de Bellas Artes «Juan Sànchez»).

El objetivo central del Plan Director proponía que nuestra ciudad trabajara en pos de reafirmar su carácter de ciudad innovadora, a través del fortalecimiento de las capacidades locales en base a una economía diversificada, con equidad social, contribuyendo así al desarrollo sustentable de toda la región.

No es una tarea sencilla. Claro que no.

Es más fácil pedir una declaración de emergencia o mostrar una manzana chilena en un programa de TV donde todos hablan y nadie se escucha, sabiendo de antemano que a muchos les va a venir bien, obviamente, y porque ese tipo de propuesta siempre «garpa», como suele decirse.

Quede dicho que no estoy descartando eventuales apoyos estatales para paliar un evento climático «inatajable», como ocurriò con la tremenda tormenta que se abatió sobre el Valle Medio días pasados, claro que no.

Lo que quiero señalar es que más allá de esas contingencias eventuales, hay que poner a trabajar un poco el sentido común, pensando qué decisiones conviene adoptar para reencauzar definitivamente una actividad centenaria en terapia intensiva desde hace mucho tiempo, escuchar con humildad a los que saben y emprender decididamente nuevas formas de intervención sobre un territorio que está pidiendo a gritos nuevos soportes estructurales.

Eso implica, necesariamente, superar con inteligencia y espíritu creativo todas éstas visiones cortoplacistas como las que propone la Diputada Soria, ya que si bien procura una respuesta paliativa para una dificultad coyuntural (repetida hasta el hartazgo, hay que decirlo) no es propositiva, ni original, ni mucho menos dirige su mirada hacia la creación de herramientas innovadoras, que sirvan para dinamizar nuestra flaca economía local.

Acepto que no es tarea sencilla, pero es necesario abordarla seriamente, dejando de mirar para el lado de las luces de la tribuna electoral, porque es precisamente ese encandilamiento el que impide ver la realidad, que es la única verdad…como dijo el General.

 

Mario Álvarez.
Concejal de Juntos Somos Río Negro de General Roca.-

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Opinión

Las Universidades, para qué?

Nota de opinión por Federico Vasches, integrante del Observatorio de Políticas Públicas y Sociales de Río Negro.

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En estos días es habitual oír los problemas que enfrenta el sistema educativo, por el desfinanciamiento que está sufriendo. 

Y rápidamente podemos preguntarnos cuál sería el problema y por extensión, por el rol clave que deberían cumplir, en especial las universidades. 

En primera medida servir de espacio de contención socio cultural para quienes pretendan formarse y contar con nuevas herramientas para avanzar en la vida, y segunda y quizá tenida menos en cuenta, generar conocimientos valiosos para la comunidad en su conjunto. 

Si hay algo que uno espera de la educación superior, (de las universidades) ese lugar donde se produce el conocimiento, es que corran los límites, que vayan más allá, que incomoden todo aquello que sea necesario para poder avanzar. 

En este sentido, las ciencias sociales, esas con las que convivimos, ya que nos revisan en eso que nos define como sociedad, como individuos y como humanos, tendrán mucho para aportar. 

Claramente el estado, pero no únicamente el nacional, decide qué financiar y por ende qué no. Pensemos por un momento un gobierno provincial e inclusive algunos gobiernos locales (municipio y comunas), financiando proyectos de investigación en la creencia y seguridad de que eso que se investigue, aportará nuevas ideas, conocimientos y herramientas para su gestión. 

Pero claro, hoy pareciera que las cosas son distintas. Quienes ocupan cargos de gestión, con su trabajo cotidiano nos responden a la preguntá ¿qué se hace?, ya que es su cotidiano. Mientras que quienes investigan en políticas públicas, ciencias de la administración y todo lo referido a la administración pública, nos responderían a ¿qué se podría hacer? 

Hay algo hasta increíble en la separación que tiene hoy la academia con la gestión gubernamental, los investigadores en lo estatal por un lado y los cargos electivos y funcionarios por otros. Si bien son dos conocimientos diferentes, el que se consigue estudiando y el que se consigue haciendo, en algún momento deberían encontrarse. 

Pero claro, quién financiaría aquello que lo incomode, que lo exhiba, que revele sus falencias, inclusive aparece cierta complicidad por parte del sistema ya que esos avances pueden a las claras incomodar la capacidad de gestión de quienes ocupan cargos en las propias instituciones educativas. 

Complicidad de dos lados, dos caras de una moneda que lógicamente no se encuentra, más que en un borde que investiga y aporta sobre cosas cómodas, relatos de una historia sabida y que recopila los datos ya conocidos. 

En esa misma rueda, los trabajadores de la investigación atrapados, ya que se les reconoce y se los obliga a investigar y se les financia aquellas cosas que no molesten. 

Existen problemas de financiamiento, claro, pero ojo no son los únicos. 

Si queremos salir de los problemas que presenta el sistema, sin salir del sistema, deberemos cambiar lo que se deba, corregir lo que se necesite y abrir las administraciones. 

Conseguir que política y conocimiento se amiguen, caso contrario el pozo será cada vez más hondo y la falta de dinero, pasará a ser, el menor de los problemas. 

Federico Vasches
Integrante del Observatorio de Políticas Públicas y Sociales de Río Negro.

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Opinión

Del otro lado, nosotros

Nota de opinión por Federico Vasches, integrante del Observatorio de Políticas Públicas y Sociales de Río Negro.

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En estos tiempos tan veloces de vivir, son pocos los momentos en que nos detenemos a tratar de comprender qué nos pasa, más allá del bolsillo.

Ahora es fácil confundir el síntoma con la causa, la consecuencia con la fuente del problema. Seguir discutiendo en circularidad de lo obvio: el dinero no alcanza. Cuando, en realidad no somos capaces de repensar qué es lo que genera la situación.

Entonces traigo tres dicotomías tan vigentes y actuales (y pasadas, si lo son), como necesarias para incorporar, quizá mate mediante en un momento de reflexión:

La primera responde a la pregunta, ¿dónde estamos?

Rápidamente comprender que estamos inmersos en un sistema democrático, que es abonado por todas y todos, ejercido por las instituciones del estado, pero que muchas veces quien gobierna, impone, crea y establece las condiciones de gobernabilidad, traza las políticas e inclusive el plan de gobierno, es el poder económico privado. Nacional e internacional.

Lo que quiero aportar aquí es esta dicotomía de los “jugadores” de adentro y de afuera del sistema. Vecinas y vecinos serán de afuera, pudiendo aportar con sus participaciones a quienes sí están adentro, la clase dirigencial, políticos y funcionarios públicos. Pero ojo, no seamos tampoco ingenuos, porque quizá hasta ellos mismos, están afuera del sistema de decisión, del poder real. Su único diferencial es conocer el sistema, ser conscientes de su lugar y cumplir con su papel, hacer como que deciden, emular que pueden, abonar alguno de los dos lados de una grieta que no existe como tal.

Para la segunda pregunta, debemos pensar, ¿qué nos ofrecen?

Es que claro, si ellos que son quienes ocupan los cargos públicos, que los elegimos para que gobiernen, no pueden hacerlo porque a su vez son condicionados por los poderes económicos concentrados nacionales, qué nos queda esperar a los demás?

Por lo pronto comenzar a comprender esta segunda dicotomía en la que usualmente nos empantanamos al momento de relacionarnos con ellas/os, y que comprenderla nos dará la libertad de saber qué se nos dice. Esta dicotomía es doble, ya que confundimos los productos del accionar del estado con resultados de la política pública desarrollada y a la vez, el diagnóstico de la situación, con la posibilidad real de avanzar y construir propuestas.

Daré un breve ejemplo: una campaña de vacunación que alcance las 50 personas diarias evidentemente da cuentas de un trabajo (producto – personas vacunadas), pero no de un resultado ya que desconocemos el punto de partida, la situación problemática que se pretendía abordar y acaso el nivel de esfuerzo institucional comprometido y previsto (¿qué tasa pretendíamos mejorar con la vacunación? ¿Queríamos vacunar 50 o quizá el doble y no pudimos?). En este mismo sentido el diagnostico es necesario para saber dónde estamos, qué nos falta, cuál podría ser un punto de partida. Pero solo es eso, un estado de situación. Se requiere entonces avanzar, trascender, comprender que eso es la base a considerar para planificar propuestas que mejoren ese punto de partida. El diagnóstico lo podemos compartir casi todos, pero el plan de acción seguramente tenga lógicas y necesarias resistencias.

Para la tercera pregunta y la más complicada, debemos enfrentar un, ¿qué necesitamos?

Claramente es mi opinión, y parte de considerar que la mejor manera de cambiar las cosas, es participando activamente, conociendo las reglas y teniendo las herramientas y recursos contextuales para ser parte de una construcción que permita dar discusiones, debates e incidir en el diseño y ejecución de lo público.

Por ello, la tercera dicotomía propone que no necesitamos mártires, sino líderes. Esa idea remanente de los héroes en la historia que lo han dado todo por la liberación de los pueblos, de alguna manera invita a pensar en luchas colosales y sobresalientes de pocas/os iluminados y claramente la historia argentina de los últimos 200 años da cuenta que, si a esos proyectos no se los nutre de ideología de compromiso, se los oxigena con carne y participación, mueren antes de iniciar, o se extinguen con su fundador.

Aquí aportar otra dicotomía que se desprende del sistema y es actual en términos de no aportar más que nombres sin proyecto, y es que, no es lo mismo ganar una elección que gobernar. Esas alianzas que dicen lo que se quiere escuchar, o que apelan a lo que el otro ha hecho mal, por sobre proponer hacia dónde, ganan es cierto, pero rápidamente quedan expuestas al momento de tener que avanzar y resolver cómo y qué hacer dentro y desde el estado. Discursos biensonantes sobran, quizá lo que falta es conocimiento sobre el funcionamiento de la cosa pública, para tratar de comprender si eso que han planteado, es posible, probable, realismo mágico o acaso legal.

Poco tiene que ver la legitimidad que otorga un cargo ganado con la capacidad de gestionar programas y proyectos, todas/os votamos a un par que quizá nos cae bien, pero el haber sido votado no garantiza ni eleva a nadie por sobre la masa. Ese será el rol y desafío que el líder deba emprender en una comunidad politizada, conocedora y sobre todo con la claridad para defender lo propio.

Al final y del otro lado, nosotros tratando de comprender para dónde va la cosa, quizá no sea mucho, pero espero que alguna de estas ideas, de estos conceptos, de estos interrogantes queden resonando y permitan idolatrar un poco menos y comprometerse a debatir un poco más.

Federico Vasches
Integrante del Observatorio de Políticas Públicas y Sociales de Río Negro.

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Opinión

¿Por qué marchamos?

Nota de opinión por Nicolás Rochas, apoderado Frente Renovador Distrito Río Negro.

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Nunca nadie que haya llegado al cargo de Presidente había confesado abiertamente, que a su entender, el Estado Nación es «el problema». Porque destruir el Estado no nos hará libres, simplemente nos expondrá ante el mundo casi como bienes fungibles, una nueva especie de res nullius en un planeta organizado en torno a países soberanos.

Marchamos porque no se trata de estar «en contra», sino de advertir las consecuencias de decisiones nefastas y evitar pérdidas que serán irreparables.

Porque gobernar es asignar prioridades y no puede estar antes la ganancia de un banquero que la comida de la gente.

Porque la inflación no puede detenerse a fuerza de pulverizar el salario.

Porque la Cultura, la Ciencia, el Deporte o el Arte, nunca (jamás) son un gasto, sino la inversión a través de la que un pueblo se expresa, se identifica, se distingue y crece.

En poco más de un mes, el gobierno de Javier Milei devaluó en más del 100% la moneda, quitó subsidios, subió tarifas, frenó la obra pública, desfinanció al Estado (tanto Nacional como a las provincias) y desprotegió a todo inquilino, consumidor o usuario. El precio de los alimentos se dispara día a día, pero aún más se le adelantan los medicamentos. Hay una confesa pretensión de asignarle a la recesión la estrategia para frenar los precios (macabra convicción, la de pensar que «no hay inflación en los cementerios»).

En nuestra historia democrática jamás tuvimos un gobierno tan disociado de la realidad, tan ajeno al padecimiento, tan insensible y brutal.

Ganar el balotaje le otorgó la legitimidad para el ejercicio del Poder Ejecutivo, no la adquisición llave en mano de un país (que le avisamos: no está en venta). Ser el Presidente le da facultades para administrar los recursos del Estado, no la Suma del Poder Público, ni el cúmulo de facultades con que los constituyentes contaron en la conformación de la república. También por esto marchamos, para recordarle conceptos tan básicos que parecen habérsele olvidado; premisas tan antiguas como sus recetas económicas del siglo XIX.

Buena parte de la sociedad argentina lo votó en la esperanza de un cambio. Pero ese cambio debe serlo en la mejora del conjunto, no en la aniquilación de todo lo que a su criterio configura “un gasto”. Cuando hablamos de Patria, País o Estado, no nos referimos a cifras, variables o estadística, sino a personas, individuos, ciudadanos. Existencias reales que comen, sufren y sienten; no son likes, ni visualizaciones; son angustias de padres, pies descalzos y pancitas que chiflan si no hay pan sobre la mesa.

Marchamos por la responsabilidad histórica que importa proteger la soberanía y por la sensibilidad social de cuidar a los que menos tienen. Marchamos para advertir sobre las consecuencias que pueden ser aún más gravosas y para intentar corregir desequilibrios que se profundizarán de seguir el curso de las cosas. Marchamos porque es nuestro país el que están rifando, en un experimento en el que (como diría Serrat) «juegan con cosas que no tienen repuesto”. Por todo esto, y tantas otras cosas, el 24 de enero marchamos!

Nicolás Rochas
Apoderado Frente Renovador – Distrito Río Negro.

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