Opinión
Entre la sensación y el bolsillo, está la inflación
Nota de opinión por Federico Vasches, integrante del Observatorio de Políticas Públicas y Sociales de Río Negro.-
Vivir en Argentina es una de las cosas más lindas que como argentino podés experimentar, quien no nació aquí y no vive en esta tierra nunca lo entenderá. Quizá por ello, no son pocas las veces en que oímos que desde el exterior se cuestionan cómo es que nos apasiona tanto vivir acá, más aún cuando se enteran de esas situaciones, que por cotidianas vamos normalizando.
No hace falta que enumere, pero casi que nuestros días se desarrollan de una manera vertiginosa y similar a la siguiente: despertamos, nos trasladamos, trabajamos, nos formamos, criamos hijos, somos productivos, realizamos compras, cumplimos con nuestros compromisos cotidianos y quienes podemos tratamos de darnos nuestro tiempo. Hasta allí un relato común a muchas familias, pero sabemos que detrás de ello tenemos una preocupación que nos asecha, cuando no nos alcanza, e incluso nos inmoviliza: la inflación.
Entiendo que todos tenemos una idea formada sobre lo que sucede en el país, cuál es el mal que nos aqueja, aportando alguna respuesta a esa pregunta que nos resuena: ¿qué nos pasa que no podemos encontrar el rumbo económico?
Acordamos que la inflación está, existe y es tangible. Lo que también es cierto es que se nos presentan dos inflaciones, una de cada lado. Una es la de los medios, la de los análisis elocuentes y macroeconómicos, la de las explicaciones que provienen del exterior, la del ajuste y la urgente necesidad de achicar el estado; del otro lado está la de todos los días, la del bolsillo, la del comercio de cercanía, la del pan, la carne y la leche.
Esta situación que vivimos, nos atraviesa y por momentos pareciera que ponemos el ojo, la atención y la preocupación en cosas que no lo ameritan, es que, si la inflación se nos presenta como un fenómeno de difícil solución, debe entonces serlo también, de difícil comprensión.
Traigo una propuesta para revisar y acercarnos al asunto, para que podamos discutir luego del peso y los aumentos, mirando un poco más allá.
Un primer problema que advierto es el impacto por el aumento desmedido en el valor nominal de los productos. Esto es el choque, el susto y por momentos la angustia e indignación que nos genera el nuevo valor de eso que hace poco compramos a un precio inferior. Aquí me interesa que pensemos que luego de este sacudón por el nuevo precio de la cosa, tratemos de comprender que, si este incremento va acompasado a las paritarias, es decir al incremento de los salarios, no existe problema alguno. Si algo vale $100 y mi ingreso es de $1.000, y eso mismo pasa a valer $200 y mi ingreso se duplica de la misma forma alcanzando los $2.000, vemos una proporcionalidad entre uno y otro. Con lo cual, y en la medida de que al nuevo precio pueda seguir comprando lo mismo que antes, no habría mayor problema. Aunque sabemos que en estos tiempos las cosas no son así y vamos perdiendo.
Un segundo problema, es el de la pérdida de poder adquisitivo para las clases asalariadas. Es decir, esta pérdida de capacidad real, se compone de una inflación sobre los productos de consumo y servicios más una serie de paritarias en las que las negociaciones no han conseguido ni siquiera compensar esos aumentos. No hablamos de ganar, pero ni para el empate nos alcanza. Lo grave de esta situación es que se da en especial sobre los productos de la canasta básica de alimentos y que ello repercute particularmente en las familias de bajos recursos quienes son las que destinan mayor parte de sus ingresos a la adquisición de alimentos. Imaginemos que si bien la inflación es un promedio general, no es el mismo impacto que genera en familias de clase media asalariada en zonas periféricas, que en las de clase alta de grandes ciudades. Para las primeras los aumentos más sensibles serán los referidos a los alimentos (los cuales han alcanzado los más altos índices de incremento) y servicios básicos de agua, luz y gas y transporte; contra las segundas que seguramente se vean afectadas por los aumentos en medicinas prepagas, expensas de edificios, servicios de conectividad y televisión por cable, impuestos y tasas municipales, combustible, seguros y patente.
Cabe destacar que no me refiero a dueños de grandes empresas nacionales ni trasnacionales, de esas que tienen cuentas en monedas extranjeras en el exterior y cotizan en la bolsa de valores, tampoco a quienes han tenido la dicha de heredar grandes fortunas y/o con sus apellidos les basta, menos aún estoy pensando en quienes viven en barrios super privados con hasta tres empleadas de casa particulares más la propia con cama adentro. Si no que estoy pensando en personas de clase media asalariada, formadas y/o en formación siendo inclusive primera o segunda generación universitaria, con hijos, con casa propia con crédito hipotecario y/o alquilando, que con sus ingresos cubren sus gastos mensuales y dependen del ingreso próximo para continuar sus planes, es decir me refiero a la gran mayoría de la población.
Hoy quedan atrás esas historias de padres y abuelos que con el aguinaldo cambiaban el auto, de quienes con sus salarios podían comprar un terreno y con sus propias manos construir su casa para habitarla en familia como proyecto de vida, de quienes con esfuerzo propio montaban su empresa escalando a escala regional; actualmente tener un auto, comprar o construir una casa es prohibitivo para una gran proporción de la población.
Evidentemente son tiempos complejos, y si podemos afirmar que el futbol es la gran pasión nacional, la inflación es entonces el gran flagelo. Todo se agravaría de continuar en este carril y dejar que las cosas pasen. Porque pareciera que siempre lo hacen en detrimento de la gran mayoría, porque no seamos necios, si hay inflación es porque hay formadores de precios. Esos mismos a los que nos me refiero, esos mismos que generan nuevos precios y/o elevan los existentes son a quienes menos les afecta.
Si el estado no está presente con controles efectivos, con mano firme y compromisos que pueda y deba cumplir, trabajando del lado y con la ciudadanía para que seamos todos y todas componentes activos en lo que necesitamos que se venga, claramente seremos los perjudicados. Porque si el estado no interviene, y si no nos despertamos para que algunas cosas cambien, quienes ganen, serán los de siempre: serán ellos.
Federico Vasches – DNI: 32.991.877
Integrante del Observatorio de Políticas Públicas y Sociales de Río Negro.-
Opinión
Después de la autocrítica, las propuestas
Nota de opinión por Federico Vasches y Pedro Videla. Integrantes del Observatorio de Políticas Públicas y Sociales de Río Negro.
El resultado del domingo 13 de agosto en las PASO, amerita muchas reflexiones, algunos mea culpa y diferentes lecturas. Arrojando un mensaje contundente: el problema siempre lo tiene quien gobierna.
Estos días escuchamos críticas cruzadas en los medios, medidas a medias tintas, modelos inciertos de gobierno y concepciones contradictorias de estado.
Según el espacio, partido político o frente electoral, su permeabilidad, cuota de realidad, ganas y posibilidad de leer el contexto, habrán hecho su autocrítica.
Ahora bien, luego de los dolores y alegrías, los aciertos y errores, las heridas y fortalezas: ¿qué pasó con las propuestas?
Sin pretender ser exhaustivos (y sabiendo que la mayor responsabilidad siempre la tiene quien gobierna), traemos algunas recomendaciones sobre las que se podría fundar la reconstrucción, dirigida a octubre. Las cuales podemos resumir en: “tener un federalismo tangible, con agendas públicas abiertas y dónde la ciencia, la tecnología y el conocimiento, se socialicen y popularicen”.
I. Federalismo Tangible: no decimos nada nuevo con esta afirmación, ya que es una deuda abierta de más de 200 años.
Pero permitámonos imaginar espacios reales de coordinación entre estamentos, niveles y poderes del estado. Pensemos la potencia que tendría y cómo se notaría la “capilaridad social del estado” en palabras del Oszlak, si todos/as quienes integramos el estado tuviéramos la misma convicción e intención de poner nuestros mejores esfuerzos al servicio del/a otro/a, más allá de los signos políticos, partidarios y/o ideológicos.
Si las administraciones tuvieran la posibilidad de coordinar en los territorios con las organizaciones libres del pueblo, no con ánimos de modificarlas o encorsetarlas, sino de reconocerlas, de asociarse para trabajar y aprender de ellas; esto podría escalar regionalmente y reactivar un tejido social que se encuentra bastante deshilachado.
No queremos diseñar políticas federales desde un escritorio remoto, sino disponer de la capacidad de situarse, leyendo las necesidades y particularidades de los actores para trabajar.
II. Agendas Públicas Abiertas: sabemos de los tiempos y agendas apretadas de quienes integran los poderes del estado, en especial en el ejecutivo. Quienes tratan de publicitar sus actos de gobierno mediante comunicados oficiales y redes sociales.
No pretendemos comunicar una vez consumado, sino anticipar cuál será la agenda personal futura, los lugares, espacios, actos públicos en los que participarán. Posibilitando cierto control ciudadano y permitiendo conocer a las personas.
Si existe bastante apatía con la clase política, y en algunos actos por no “mover” a la tropa quedarían vacantes, cabe reclamar que nunca se sabe con antelación la posible visita del funcionario. Esto será una práctica que se construya en cada territorio, que arroje ganancias plenas, ya que nadie se esconderá y todas y todos nos nutriremos de con nuestras/os representantes cerca.
III. Ciencia, Tecnología y Conocimiento Socializado y Popularizado: nadie cuestiona la importancia de las Universidades ni desmerece el rol de la ciencia y la tecnología, pero debemos pensarlo en detalle, ya que le asunto es un poco más complejo.
Porque las Universidades (y el sistema educativo todo) cumple un rol innegable en la formación de nuevas/os profesionales y el sistema institucional de Ciencia y Tecnología aporta valor a la reflexión, a la comprensión y al desarrollo de nuevas soluciones. ¿Entonces dónde radica el problema?
Básicamente en la falta de información sobre esto, en no poder responder clara y abiertamente a la sociedad a las preguntas de ¿para qué sirve la investigación?, ¿qué se está investigando?, ¿cuáles son los avances y/o aportes tangibles en términos cotidianos y sociales para la/el vecina/o de a pie?
No se malinterprete, ya que no hay de fondo un cuestionamiento al rol de la CyT en el desarrollo de un país, sino a la incapacidad que este sistema ha presentado para vincularse y legitimarse con la sociedad; no es una crítica a quienes investigan, sino a quienes dirigen las instituciones.
¿Será posible pensar en jornadas de divulgación en los territorios, encuentros en bibliotecas barriales y/o centros comunitarios, mesas de trabajo con instituciones públicas y privadas? ¿Dar entonces esas discusiones incómodas y poner el valor de las investigaciones al servicio del vecino?
No hay recetas mágicas, sino un camino por delante el cual no se recorre únicamente en tiempos electorales, el que debe ser fundamento de debate y apropiación ideológica del estado y las políticas públicas que pretendemos para forjar la Patria Grande que necesitamos.
Federico Vasches y Pedro Videla.
Integrantes del Observatorio de Políticas Públicas y Sociales de Río Negro.
Opinión
Que no se hagan los sorprendidos
Nota de opinión por Ariel Rivero, presidente del Concejo Municipal de Campo Grande.
Nadie puede mostrarse sorprendido por la actitud asumida por el gobierno nacional respecto a la la finalización de las concesiones de las represas.
Razones históricas de permanente avasallamiento de los intereses provinciales, imposiciones, presiones, menosprecio, son actitudes que los gobiernos centrales han tenido a lo largo de los años sobre las provincias, especialmente las patagónicas.
Sin embargo no ha habido, salvo honrosas excepciones que datan de hace más de 50 o 60 años, acciones firmes y concretas ni de los poderes del Estado, ni de partidos políticos, ni de instituciones, ni de las fuerzas vivas de la región, para evitar tantos atropellos.
Solo frías apariciones mediáticas, tardías y débiles gestiones, cuyo resultado era absolutamente previsible. Claramente cuando las acciones son tímidas, como pidiendo permiso, la respuesta de la centralidad del poder nos demuestra la histórica e increíble realidad de una Argentina con una grave deformación demográfica, económica y política del país sobre sus mejores posibilidades.
Y aquí estamos otra vez los patagónicos aceptando sin condicionamientos, como resignados, los avances y contradicciones en un país de un federalismo meramente formal y un centralismo real que impone las condiciones desde la ciudad puerto a provincias periféricas con relativo poder y en su mayoría olvidadas.
Otra muestra más de la falta de previsiones, planificación y políticas acertadas. Lo dije hace unos días; el gobierno nacional estiró el proceso, esquivó respuestas, postergó decisiones y nuestros representantes lo dejaron actuar con displicencia para que ahora ni siquiera nos den la oportunidad de brindar opinión a quienes somos los propietarios de los recursos. Así que nadie se puede hacer el sorprendido o sorprendida.
Ahora bien, para no seguir llorando sobre la leche derramada.
¿Qué vamos a esperar ahora? Que este deficiente e incalificable gobierno nacional utilice estos últimos meses de gestión para incorporar directores, gerentes, personal administrativo, etc. a una nueva gran empresa pública que funcione en un gran edificio en la “city porteña” para ver como juntan el dinero que se genera a partir de nuestros recursos, y nos sigan obligándonos a subvencionarlos calladitos la boca, aunque su decisión es anticonstitucional, centralista y autoritaria?
¿Qué vamos a esperar? Que algún funcionario del gobierno nacional se digne a atender a nuestros representantes y los conforme con el nombramiento de algunos asesores en esa nueva empresa o con suerte como accionistas minoritarios.
¿Qué vamos a esperar? Que nos sigan utilizando “nuestra” agua discrecionalmente para recibir energía eléctrica en sus ciudades, sin tener en cuenta nuestra demanda
¿Qué vamos a esperar? Que el equipamiento, generadores, turbinas, que han recibido en 30 años un mantenimiento mínimo colapsen, poniendo en riesgo a las poblaciones que vivimos aguas abajo.
Propongo que nuestros actuales gobernantes provinciales y sus respectivos sucesores, junto a legisladores, intendentes, jueces, representantes de los partidos políticos, profesionales en la materia, técnicos y especialistas de ambas jurisdicciones, acordemos la necesidad de pelear de una vez por todas por nuestros derechos.
Utilicemos todos los mecanismos democráticos y judiciales para revertir este nuevo atropello y definamos en conjunto lo que se debe hacer con las represas, si las manejara el Estado o se vuelven a privatizar, establecer una retribución justa y equitativa del uso de “nuestra” agua, definir claramente las prioridades de su uso, el sistema tarifario, los beneficios para la región, la seguridad de las poblaciones, regalías, y en definitiva, establecer junto al gobierno nacional los marcos regulatorios del funcionamiento de las represas desde los ámbitos políticos, jurídicos, constitucionales, técnicos y económicos.
Ariel Rivero
Presidente del Concejo Municipal de Campo Grande.-
Gremios
El estado de situación en el que se encuentra nuestro gremio es un punto límite
Nota de opinión por Patricia Cetera, Hector Roncallo, Lúa Hernández y Marcelo Nervi, de la Lista Unidad Azul Arancibia de UnTER.
El estado de situación en el que se encuentra nuestro gremio es un punto límite. Nunca se vivió ya que siempre como organización gremial y como grupo que nos tocó conducir en varios períodos, apostamos al diálogo primero.
Como Agrupación queremos ser claros, no estamos de acuerdo que no se acate la conciliación por que como lo manifestamos en las asambleas, no sólo es una herramienta de lucha al permitir retrotraer cualquier definición que no nos favorezca. Sabemos que la conciliación dictada es un mamarracho, que es una apretada, consecuencia de un gobierno que para nada le interesa la educación y menos a los trabajadores y trabajadoras. Sólo les interesa captar amigos, y hasta supuestos opositores que disfrazados de lobo se convierten rápidamente en cordero cuando de lugares y oportunidades se trata. Contra este pulpo de la pésima política y del uso indebido del poder, también luchamos, cuando vemos quienes conducen la CTA y nos quieren dar clase de lucha y la gran mayoría son candidatos en los partidos políticos, lo que no está mal, lo que sí está mal es que no se corran en procesos electorales.
Cuando fundamos la CTA lo hicimos bajo la convicción de ir en contra de las malas prácticas sindicales y hoy nos sorprenden al igual que ayer. Somos conscientes que la letra de la legislación no la escribimos los trabajadores, esto es histórico desde hace mucho tiempo, antes de la llamada «conquista del desierto» y de tanto en tanto también reconocemos que algunas escrituras fueron y lo son favorables al pueblo trabajador, pero en estos momentos políticos de derechización casi todos actúan parecido, imponiendo el peso de la ley, aunque esté mal parida y puesta igual.
Como agrupación sabemos cuándo y cómo actuar a fondo, sabemos de antecedentes, por eso expresamos que había que aceptar y si el resultado no nos favorece ir a fondo en un paro indeterminado real.
Lamentablemente primó el esfuerzo opositor hoy con votos consecuencia de las mentiras en las redes, jugando al mejor «lawfare» que utiliza la oposición derechista, que por otra parte es histórico en nuestro país, y así no lograr serios resultados para los trabajadores y trabajadoras, sino con el claro fin de trabar a las conducciones de nuestra agrupación, de cerrarles el camino de la cordura, de logros, que, aunque sean en paso a paso, son logros que van mejorando nuestro estado laboral. De esta manera en la supuesta democracia se definió el todo o nada. Nunca fue así, nunca fue el todo o nada y esto también es histórico. Eso es lo que nos diferencia claramente y respetuosamente con quienes creen que están haciendo la guerra de guerrillas y quienes entendemos que en estas etapas del mundo que nos toca, es ir logrando paso a paso los resultados, sin el sacrificio de los compañeros a través de posibles descuentos, sanciones individuales, sanciones colectivas y gremiales, etc.
Estamos a favor de la participación partidaria y electoral de cada uno de los afiliados, pero no acordamos que utilicen (nadie) la estructura sindical, para hacerse ver en la combatividad.
Queremos dejar en claro por qué no acordamos esta postura de no a la conciliación, porque nunca lo hicimos, siempre primó el resguardo sindical, herramienta básica de defensa de los trabajadores, preservándola en su totalidad y no como algunos supuestos combativos que sólo encararon cuando fueron conducción, la retención de servicio como lo más extremo, y hoy dicen que prefieren un sindicato pequeño, sin jardines maternales, sin obra social, sin beneficios sociales, sin una estructura sindical con trabajadores y trabajadoras, sin centros recreativos, sin hoteles, etc, etc, porque afirman que todo debe ir a la lucha.
Ante semejante irresponsabilidad histórica, nosotros decimos que primero el diálogo y luego agotado, todos a la lucha total, pero siempre defendiendo el sindicato.
No queremos que los compañeros se encuentren perjudicados, no queremos construir en base al discurso del odio, sabemos que en el paso a paso logramos y seguiremos logrando un gremio respetuoso, de lucha y logros sindicales. Por eso insistimos y aunque no estén en acuerdo, dejar en claro nuestra postura: aceptar la conciliación no significa abandonar la lucha, es dar un paso estratégico para seguir luchando con toda la fuerza del sindicato unido.
De esta manera atándole los pies y las manos a una conducción no la dejan conducir y menos representar.
Patricia Cetera, Hector Roncallo, Lúa Hernández y Marcelo Nervi
Lista Unidad Azul Arancibia de UnTER.