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Opinión

Reflexiones de los Juegos Olímpicos: Financiamiento público, coordinación federal y participación ciudadana

Nota de opinión por Federico Vasches, Lic. en Administración Pública, Doctorando en Ciencias Sociales y Humanidades UNRN.

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Por estos días están finalizando los Juegos Olímpicos 2020, retrasados por la pandemia y desarrollados en Tokio durante este Julio – Agosto 2021.

Ciertamente extraña la situación de inmensos estadios vacíos, o con el público que día tras día de competencia finalizada, han ido cubriendo los mismos deportistas de las delegaciones nacionales. Eso sí, por más restricciones y acostumbramiento que hayamos podido ir generando frente a esta situación de aislamiento y tensión social, nada nos quita a los argentinos las ganas de que nuestros representados ganen.

Esta última semana se vivió un debate que rápidamente pareciera necesario, pero sobre el cual quisiera realizar algunos aportes para su comprensión o su abordaje de manera más general. El problema: la falta de resultados y de medallas que obtiene Argentina.

En primera medida encontraríamos como acuerdo, la falta y la necesidad de Financiamiento Público para las actividades deportivas federadas y las formativas. Este tema se deslizó en las últimas horas en redes sociales, recordando la extinción, modificación y/o absorción del impuesto del 1% a la telefonía celular acaecido en la gestión pasada y desde dónde se financiaba directamente el deporte argentino.

Ahora bien, sería cómodo y pecaría de simplista al afirmar que únicamente se trata de una cuestión de recursos, y ya que el dinero no es todo aparece otro desafío: Coordinación Federal.

Hace unos días, me permito la breve licencia, tuve la posibilidad de consultarle al inmenso Horacio Cao en el marco del Ciclo «Perspectivas sobre el Estado y las Políticas Públicas», organizado por la Asociación Argentina de Estudios de Administración Pública, sobre qué tipo de reflexión entendía que se podía realizar sobre el federalismo argentino en relación a la gestión de la vacunación en el territorio nacional.

Su respuesta fue categórica, afirmando con alegría el funcionamiento del federalismo, dando cuenta del acierto de las acciones y la preeminencia de la política (la cual había sabido dejar de lado las mezquindades y surfear los escollos de la oposición), para avivar los mejores ejemplos de coordinación y garantizar la provisión de la vacuna en cada lugar de este extenso y hermoso país.

Permitámonos imaginar si este tipo de acuerdos (logrados de forma extraordinaria por los tiempos y presiones particulares de la pandemia), se pudieran construir en otros planos, como el deporte por ejemplo. Imaginemos el Gobierno Nacional desarrollando programas deportivos que impacten en los territorios, pero que no compitan con las incumbencias provinciales, sino que por el contrario las potencien y que tengan como eje a los Gobiernos Locales, sus ligas, sus clubes barriales y sus juntas vecinales abarrotadas de niñas y niños. Pareciera lejano pero posible, si hemos conseguido poder hacer grandes cosas frente a una enfermedad desconocida, ¿por qué no aventurarnos en garantizar las estructuras y las carreras deportivas que nuestros atletas nos demandan?.

Otro asunto de igual trascendencia es el de la reconversión necesaria de las administraciones, los servicios públicos y la sociedad luego del tamaño sacudón que nos está significando este Covid-19.

Esa tan necesaria coordinación que expresé tuvo una materialización institucional, en muchos lugares conocidos como Comités Locales de Crisis Sanitarias, los cuales nos han permitido (no únicamente), ver qué hacer, sino ir haciendo sobre la urgencia.

Quizá un buen aprendizaje de este corto tiempo sean este tipo de construcciones, las cuales congregaron a diferentes actores en los territorios, dotándolos de las potestades y generando posibilidades de acción más allá de la mera sumatoria de sus esfuerzos, por separado.

Entonces hay quienes sentimos que si en plena pandemia pudimos juntarnos para determinar qué convenía hacer, cómo no vamos a hacerlo luego y repensar y potenciar las política públicas, las agendas y los gobiernos a través de la participación ciudadana plena.

Al respecto Rocío Annunziata propone una muy interesante categorización de los instrumentos participativos, unos ejecutivos (quizá el más conocido sea la audiencia pública) los cuales pueden ser vinculantes o no y los legislativos (ejemplo de ello es la banca abierta, o banca del vecino) los cuales propone que deberían ser consultivos y sobre los cuales quisiera en particular realizar una mención.

Esto importa porque lo que se busca es sumar una nueva voz a la discusión, es decir no ejecutar políticas públicas desde la rutina del financiamiento y acción, sino tener la posibilidad de nutrir los diagnósticos, las acciones y las evaluaciones de la población objetiva, de los ciudadanos, de los vecinos, de quienes sobre los que recae la política.

Es que si es importante de forma general y permite repensar las agendas públicas, tender puentes con la sociedad, transparentar las administraciones y generar confianza en la clase política, ¿qué estamos esperando para trabajar de esta manera en el deporte argentino?

Permitámonos un último ejercicio de imaginación: Recursos públicos suficientes y garantizados en el tiempo aplicados al deporte argentino, espacios de coordinación maduros con actores comprometidos que asumen sus responsabilidades y dan cuenta de ellas, mecanismos de participación ciudadana vigentes en los cuales encontremos madres, padres, niñas, niños, jóvenes y adolescentes, deportistas profesionales y amateurs, comerciantes y profesionales, todos realizando sus mejores aportes.

Entiendo que parece lejano, quizá más de cuatro años a la distancia, pero quién sabe, estas cosas están supuestas a ser y quizá la realidad y las voluntades puedan encontrarse, a la vuelta de una medalla.

Federico Vasches
Lic. en Administración Pública, Doctorando en Ciencias Sociales y Humanidades UNRN.

Opinión

Las Universidades, para qué?

Nota de opinión por Federico Vasches, integrante del Observatorio de Políticas Públicas y Sociales de Río Negro.

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En estos días es habitual oír los problemas que enfrenta el sistema educativo, por el desfinanciamiento que está sufriendo. 

Y rápidamente podemos preguntarnos cuál sería el problema y por extensión, por el rol clave que deberían cumplir, en especial las universidades. 

En primera medida servir de espacio de contención socio cultural para quienes pretendan formarse y contar con nuevas herramientas para avanzar en la vida, y segunda y quizá tenida menos en cuenta, generar conocimientos valiosos para la comunidad en su conjunto. 

Si hay algo que uno espera de la educación superior, (de las universidades) ese lugar donde se produce el conocimiento, es que corran los límites, que vayan más allá, que incomoden todo aquello que sea necesario para poder avanzar. 

En este sentido, las ciencias sociales, esas con las que convivimos, ya que nos revisan en eso que nos define como sociedad, como individuos y como humanos, tendrán mucho para aportar. 

Claramente el estado, pero no únicamente el nacional, decide qué financiar y por ende qué no. Pensemos por un momento un gobierno provincial e inclusive algunos gobiernos locales (municipio y comunas), financiando proyectos de investigación en la creencia y seguridad de que eso que se investigue, aportará nuevas ideas, conocimientos y herramientas para su gestión. 

Pero claro, hoy pareciera que las cosas son distintas. Quienes ocupan cargos de gestión, con su trabajo cotidiano nos responden a la preguntá ¿qué se hace?, ya que es su cotidiano. Mientras que quienes investigan en políticas públicas, ciencias de la administración y todo lo referido a la administración pública, nos responderían a ¿qué se podría hacer? 

Hay algo hasta increíble en la separación que tiene hoy la academia con la gestión gubernamental, los investigadores en lo estatal por un lado y los cargos electivos y funcionarios por otros. Si bien son dos conocimientos diferentes, el que se consigue estudiando y el que se consigue haciendo, en algún momento deberían encontrarse. 

Pero claro, quién financiaría aquello que lo incomode, que lo exhiba, que revele sus falencias, inclusive aparece cierta complicidad por parte del sistema ya que esos avances pueden a las claras incomodar la capacidad de gestión de quienes ocupan cargos en las propias instituciones educativas. 

Complicidad de dos lados, dos caras de una moneda que lógicamente no se encuentra, más que en un borde que investiga y aporta sobre cosas cómodas, relatos de una historia sabida y que recopila los datos ya conocidos. 

En esa misma rueda, los trabajadores de la investigación atrapados, ya que se les reconoce y se los obliga a investigar y se les financia aquellas cosas que no molesten. 

Existen problemas de financiamiento, claro, pero ojo no son los únicos. 

Si queremos salir de los problemas que presenta el sistema, sin salir del sistema, deberemos cambiar lo que se deba, corregir lo que se necesite y abrir las administraciones. 

Conseguir que política y conocimiento se amiguen, caso contrario el pozo será cada vez más hondo y la falta de dinero, pasará a ser, el menor de los problemas. 

Federico Vasches
Integrante del Observatorio de Políticas Públicas y Sociales de Río Negro.

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Opinión

Del otro lado, nosotros

Nota de opinión por Federico Vasches, integrante del Observatorio de Políticas Públicas y Sociales de Río Negro.

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En estos tiempos tan veloces de vivir, son pocos los momentos en que nos detenemos a tratar de comprender qué nos pasa, más allá del bolsillo.

Ahora es fácil confundir el síntoma con la causa, la consecuencia con la fuente del problema. Seguir discutiendo en circularidad de lo obvio: el dinero no alcanza. Cuando, en realidad no somos capaces de repensar qué es lo que genera la situación.

Entonces traigo tres dicotomías tan vigentes y actuales (y pasadas, si lo son), como necesarias para incorporar, quizá mate mediante en un momento de reflexión:

La primera responde a la pregunta, ¿dónde estamos?

Rápidamente comprender que estamos inmersos en un sistema democrático, que es abonado por todas y todos, ejercido por las instituciones del estado, pero que muchas veces quien gobierna, impone, crea y establece las condiciones de gobernabilidad, traza las políticas e inclusive el plan de gobierno, es el poder económico privado. Nacional e internacional.

Lo que quiero aportar aquí es esta dicotomía de los “jugadores” de adentro y de afuera del sistema. Vecinas y vecinos serán de afuera, pudiendo aportar con sus participaciones a quienes sí están adentro, la clase dirigencial, políticos y funcionarios públicos. Pero ojo, no seamos tampoco ingenuos, porque quizá hasta ellos mismos, están afuera del sistema de decisión, del poder real. Su único diferencial es conocer el sistema, ser conscientes de su lugar y cumplir con su papel, hacer como que deciden, emular que pueden, abonar alguno de los dos lados de una grieta que no existe como tal.

Para la segunda pregunta, debemos pensar, ¿qué nos ofrecen?

Es que claro, si ellos que son quienes ocupan los cargos públicos, que los elegimos para que gobiernen, no pueden hacerlo porque a su vez son condicionados por los poderes económicos concentrados nacionales, qué nos queda esperar a los demás?

Por lo pronto comenzar a comprender esta segunda dicotomía en la que usualmente nos empantanamos al momento de relacionarnos con ellas/os, y que comprenderla nos dará la libertad de saber qué se nos dice. Esta dicotomía es doble, ya que confundimos los productos del accionar del estado con resultados de la política pública desarrollada y a la vez, el diagnóstico de la situación, con la posibilidad real de avanzar y construir propuestas.

Daré un breve ejemplo: una campaña de vacunación que alcance las 50 personas diarias evidentemente da cuentas de un trabajo (producto – personas vacunadas), pero no de un resultado ya que desconocemos el punto de partida, la situación problemática que se pretendía abordar y acaso el nivel de esfuerzo institucional comprometido y previsto (¿qué tasa pretendíamos mejorar con la vacunación? ¿Queríamos vacunar 50 o quizá el doble y no pudimos?). En este mismo sentido el diagnostico es necesario para saber dónde estamos, qué nos falta, cuál podría ser un punto de partida. Pero solo es eso, un estado de situación. Se requiere entonces avanzar, trascender, comprender que eso es la base a considerar para planificar propuestas que mejoren ese punto de partida. El diagnóstico lo podemos compartir casi todos, pero el plan de acción seguramente tenga lógicas y necesarias resistencias.

Para la tercera pregunta y la más complicada, debemos enfrentar un, ¿qué necesitamos?

Claramente es mi opinión, y parte de considerar que la mejor manera de cambiar las cosas, es participando activamente, conociendo las reglas y teniendo las herramientas y recursos contextuales para ser parte de una construcción que permita dar discusiones, debates e incidir en el diseño y ejecución de lo público.

Por ello, la tercera dicotomía propone que no necesitamos mártires, sino líderes. Esa idea remanente de los héroes en la historia que lo han dado todo por la liberación de los pueblos, de alguna manera invita a pensar en luchas colosales y sobresalientes de pocas/os iluminados y claramente la historia argentina de los últimos 200 años da cuenta que, si a esos proyectos no se los nutre de ideología de compromiso, se los oxigena con carne y participación, mueren antes de iniciar, o se extinguen con su fundador.

Aquí aportar otra dicotomía que se desprende del sistema y es actual en términos de no aportar más que nombres sin proyecto, y es que, no es lo mismo ganar una elección que gobernar. Esas alianzas que dicen lo que se quiere escuchar, o que apelan a lo que el otro ha hecho mal, por sobre proponer hacia dónde, ganan es cierto, pero rápidamente quedan expuestas al momento de tener que avanzar y resolver cómo y qué hacer dentro y desde el estado. Discursos biensonantes sobran, quizá lo que falta es conocimiento sobre el funcionamiento de la cosa pública, para tratar de comprender si eso que han planteado, es posible, probable, realismo mágico o acaso legal.

Poco tiene que ver la legitimidad que otorga un cargo ganado con la capacidad de gestionar programas y proyectos, todas/os votamos a un par que quizá nos cae bien, pero el haber sido votado no garantiza ni eleva a nadie por sobre la masa. Ese será el rol y desafío que el líder deba emprender en una comunidad politizada, conocedora y sobre todo con la claridad para defender lo propio.

Al final y del otro lado, nosotros tratando de comprender para dónde va la cosa, quizá no sea mucho, pero espero que alguna de estas ideas, de estos conceptos, de estos interrogantes queden resonando y permitan idolatrar un poco menos y comprometerse a debatir un poco más.

Federico Vasches
Integrante del Observatorio de Políticas Públicas y Sociales de Río Negro.

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Opinión

¿Por qué marchamos?

Nota de opinión por Nicolás Rochas, apoderado Frente Renovador Distrito Río Negro.

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Nunca nadie que haya llegado al cargo de Presidente había confesado abiertamente, que a su entender, el Estado Nación es «el problema». Porque destruir el Estado no nos hará libres, simplemente nos expondrá ante el mundo casi como bienes fungibles, una nueva especie de res nullius en un planeta organizado en torno a países soberanos.

Marchamos porque no se trata de estar «en contra», sino de advertir las consecuencias de decisiones nefastas y evitar pérdidas que serán irreparables.

Porque gobernar es asignar prioridades y no puede estar antes la ganancia de un banquero que la comida de la gente.

Porque la inflación no puede detenerse a fuerza de pulverizar el salario.

Porque la Cultura, la Ciencia, el Deporte o el Arte, nunca (jamás) son un gasto, sino la inversión a través de la que un pueblo se expresa, se identifica, se distingue y crece.

En poco más de un mes, el gobierno de Javier Milei devaluó en más del 100% la moneda, quitó subsidios, subió tarifas, frenó la obra pública, desfinanció al Estado (tanto Nacional como a las provincias) y desprotegió a todo inquilino, consumidor o usuario. El precio de los alimentos se dispara día a día, pero aún más se le adelantan los medicamentos. Hay una confesa pretensión de asignarle a la recesión la estrategia para frenar los precios (macabra convicción, la de pensar que «no hay inflación en los cementerios»).

En nuestra historia democrática jamás tuvimos un gobierno tan disociado de la realidad, tan ajeno al padecimiento, tan insensible y brutal.

Ganar el balotaje le otorgó la legitimidad para el ejercicio del Poder Ejecutivo, no la adquisición llave en mano de un país (que le avisamos: no está en venta). Ser el Presidente le da facultades para administrar los recursos del Estado, no la Suma del Poder Público, ni el cúmulo de facultades con que los constituyentes contaron en la conformación de la república. También por esto marchamos, para recordarle conceptos tan básicos que parecen habérsele olvidado; premisas tan antiguas como sus recetas económicas del siglo XIX.

Buena parte de la sociedad argentina lo votó en la esperanza de un cambio. Pero ese cambio debe serlo en la mejora del conjunto, no en la aniquilación de todo lo que a su criterio configura “un gasto”. Cuando hablamos de Patria, País o Estado, no nos referimos a cifras, variables o estadística, sino a personas, individuos, ciudadanos. Existencias reales que comen, sufren y sienten; no son likes, ni visualizaciones; son angustias de padres, pies descalzos y pancitas que chiflan si no hay pan sobre la mesa.

Marchamos por la responsabilidad histórica que importa proteger la soberanía y por la sensibilidad social de cuidar a los que menos tienen. Marchamos para advertir sobre las consecuencias que pueden ser aún más gravosas y para intentar corregir desequilibrios que se profundizarán de seguir el curso de las cosas. Marchamos porque es nuestro país el que están rifando, en un experimento en el que (como diría Serrat) «juegan con cosas que no tienen repuesto”. Por todo esto, y tantas otras cosas, el 24 de enero marchamos!

Nicolás Rochas
Apoderado Frente Renovador – Distrito Río Negro.

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